Los jueces han optado por ser benevolentes, después de que el creador pidiera excusas por su comportamiento y se comprometiera a seguir tratamientos de desintoxicación de su adicciónal alcohol y los medicamente (los somníferos y el valium), y le han infligido una sanción más leve que la solicitada por la fiscalía -10.000 euros- y que la pena máxima prevista por la ley –de hasta seis meses de cárcel y 22.500 euros de multa-.
Galliano ha sido condenado por dos hechos similares ocurridos –en octubre del 2010 y febrero del 2011- en el mismo lugar: la terraza del café La Perle, un establecimiento próximo al domicilio del estilista, en el barrio parisino del Marais. En ambos casos, el modisto, totalmente ebrio, importunó a otros clientes del local, profiriendo insultos racistas y haciendo proclamas antijudías. Por el segundo caso –el que precipitó su caída- ha recibido una multa de 4.000 euros y 2.000 por el primero, grabado en vídeo. Galliano deberá asimismo indemnizar simbólicamente con un euro a cada una de las personas ofendidas, así como costear los gastos judiciales de las mismas y de las cuatro asociaciones antirracistas que se personaron en la causa, entre ellas Sos Racisme.
El abogado del modisto, Aurélien Hamelle, expresó su satisfacción por la sentencia del tribunal y valoró el hecho de que los jueces hayan tenido en cuenta “las circunstancias de su enfermedad”. Para curarse de sus múltiples adicciones, Galliano siguió durante dos meses dos tratamientos de desintoxicación en Arizona (Estados Unidos) y Suiza.
Arrojado fuera del paraíso de la moda por el dios del lujo, el todopoderoso presidente del grupo LVMH, Bernard Arnault, el modisto británico no sólo perdió la dirección artística de Dior, sino que también fue despedido de su propia sociedad –John Galliano-, cuyo accionista mayoritario era su patrón. Para el presidente de Dior, Sidney Toledano, el comportamiento de su creador estrella fue “particularmente odioso”.
Desde entonces, Galliano ha estado apartado del mundo de la moda. Con una única excepción: fue él quien en plena cura de desintoxicación diseñó el que iba a ser el vestido de boda de la top model Kate Moss, que contrajo matrimonio el pasado mes de julio con el rockero Jamie Hince. Con un talento mundialmente reconocido, el regreso de Galliano a las pasarelas puede ser sólo una cuestión de tiempo.
Donde, presumiblemente, Galliano no volverá a poner nunca más los pies es en la casa Dior, ni en niguna otra del gigantesco grupo LVMH. Y no porque el puesto no esté libre. Bernard Arnault se ha tomado un largo tiempor de reflexión y todavía no ha nombrado a su sustituto en Dior. El último nombre que suena es el de Marc Jacobs, un hombre de la casa, que se ha labrado un reconocimiento unánime al frente de la dirección artística de Louis Vuitton.
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