La madre de la presunta víctima, Anne Mansouret –militante socialista y ex amante de Strauss-Kahn-, negó ayer toda credibilidad a la versión de éste y sostuvo que el estado de alteración en que encontró a su hija tras su encuentro con el político y el estado “deplorable” de sus ropas no se correspondía con un mero intento de besarla. Tristane Banon asegura en su denuncia que DSK la sujetó en el suelo e intentó forzarla.
La declaración de Strauss-Kahn, que el lunes fue interrogado en calidad de testigo durante tres horas por la policía judicial, abre una nueva perspectiva al caso Banon y rompe la línea de defensa mantenida hasta ahora por el político socialista, empeñado en negar todo incidente. Su abogado, Henri Leclerc, no quiso hacer comentarios.
La fiscalía debe decidir en los próximos días, a partir de todos los testimonios recogidos, si pudo haber efectivamente un intento de violación –delito que tiene en Francia un periodo de prescripción de diez años, por lo que todavía podría ser juzgado-, en cuyo caso enviaría el asunto a un juez de instrucción. O bien si se trató, como mucho, de una agresión sexual, en cuyo caso el delito ya habría prescrito.
Dominique Strauss-Kahn, que regresó a Francia el pasado 4 de septiembre tras ser retirada la acusación de violación en su contra en Estados Unidos, ha anunciado una comparecencia televisiva mañana por la noche en el telediario de mayor audiencia para explicarse ante los franceses. Algunos dirigentes socialistas, como Arnaud Montebourg –candidato en las primarias del PS para el Elíseo-, le han instado a pedir “excusas” a la izquierda por el daño político infligido.
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