sábado, 24 de septiembre de 2011

DSK tendrá que dar la cara

Dominique Strauss-Kahn no ha acabado con la justicia. La fiscalía de París ordenó ayer la celebración de un careo entre el ex director del Fondo Monetario Internacional (FMI) y la periodista y escritora Tristane Banon, que le acusa de haber intentado violarla en febrero de 2003. La confrontación tendrá lugar en los próximos días en la sede de la policía judicial.
Strauss-Kahn, acusado y posteriormente exculpado –por falta de pruebas- de la violación de una mujer de la limpieza en un hotel de Nueva York el pasado 14 de mayo, apareció por primera vez el domingo en televisión para explicar “su” verdad sobre lo ocurrido y tratar de pasar página de un affaire que ha truncado su carrera política. Luego, tomó un avión en dirección a Marruecos para descansar en su riad de Marraquech. Probablemente no sospechaba que el caso Banon, que parecía próximo también a ser archivado –como el de Nafissatou Diallo-, iba a seguir persiguiéndole.

Tristane Banon, de 32 años, se felicitó de la decisión de la fiscalía y se mostró más que dispuesta a la confrontación con Strauss-Kahn. “Me gustaría tenerle enfrente y que me dijera mirándome a los ojos que se trata de hechos imaginarios, me gustaría ver cómo me dice esto”, había declarado con anterioridad. Strauss-Kanh, que ha demandado a su vez a Banon por denuncia calumniosa, sostuvo en su intervención televisada en TF1 que la versión que la joven da de los hechos es “imaginaria e injuriosa”.

Según la presunta víctima, el ex director del FMI aprovechó en 2003 una petición de entrevista para citarla en un apartamento parisino donde trató de forzarla. Aconsejada por su madre, la militante socialista Anne Mansouret, la joven no presentó denuncia – “No fue sólo mi madre, todo el mundo me desaconsejó hacerlo”, ha subrayado esta semana-, aunque en 2007 dio una versión suavizada de lo sucedido en un programa de televisión. “Suerte que lo conté entonces –ha comentado-, si no, hoy nadie me creería”.

El ex ministro socialista ha negado siempre que hubiera cometido ningún tipo de abuso sexual sobre Banon –“No hubo ninguna agresión, ninguna violencia”, afirmó en televisión-, pero su primera versión, según la cual no pasó nada de nada, ha cambiado con el tiempo. Según el semanario L’Express, Strauss-Kahn habría admitido ante la policía haber intentado besar a Banon sin su consentimiento expreso.

El careo entre Strauss-Kahn y Banon debería arrojar un poco más de luz sobre lo sucedido en 2003, que sigue siendo oscuro. Según parece, los testimonios recogidos hasta ahora no permiten dilucidar si se produjo en efecto un intento de violación –delito que tiene 10 años de prescripción y, por tanto, podría ser juzgado- o una agresión sexual, en cuyo caso el delito habría prescrito.

Dentro de su estrategia de presión, el abogado de Banon, David Koubbi, presentó ayer una petición a la fiscalía para que admita tomar declaración, salvaguardando su anonimato, a una serie de mujeres que –según sostiene- han contactado su gabinete aegurando que también habrían sufrido violencias sexuales de parte de Strauss-Kahn.

Si los problemas judiciales de Strauss-Kahn distan de haber terminado –sigue también viva en Estados Unidos la demanda de Nafissatou Diallo por lo civil-, su operación de comunicación para recuperar su maltrecha imagen se ha revelado un fracaso en toda la línea: según un sondeo de TNS Sofres, el 56% de los franceses no ha cambiado su opinión sobre DSK tras su aparición en televisión y un 31% lo ha hecho a peor.


Hortefeux, pillado in fraganti

El caso Karachi amenaza con amargar la semana a Nicolas Sarkozy. Si el miércoles trascendió la detención –y posterior procesamiento- de dos antiguos colaboradores, Nicolas Bazire y Thierry Gaubert, ayer el asunto salpicó al ex ministro del Interior, Brice Hortefeux, un amigo de hace treinta años del presidente francés. Hortefeux fue pillado en una comprometida llamada a Thierry Gaubert el pasado 14 de septiembre –interceptada y grabada por la policía- en la que le advertía que su ex mujer, la princesa Elena de Yugoslavia, lo estaba “largando todo”. En la conversación, parcialmente revelada por Le Monde, el ex ministro informaba asimismo a su amigo que los investigadores tenían “muchas cosas”. El testimonio de Elena de Yugoslavia, que ha hablado de presuntos viajes a Suiza a buscar maletas llenas de dinero, ha sido determinante para encausar a Bazire y Gaubert. El juez que investiga el caso, Renaud Van Ruymbeque, sospecha que una parte de las comisiones pagadas en la operación de venta de tres submarinos franceses a Pakistán en 1994 regresó a Francia bajo mano para financiar la campaña de las elecciones presidenciales del entonces primer ministro Édouard Balladur. El Elíseo difundió el jueves un comunicado en que calificaba de “calumnias y manipulaciones” las informaciones que apuntan a la implicación de Sarkozy en este caso.

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