jueves, 29 de septiembre de 2011

La emergencia de Montebourg

La sorpresa todavía es posible en el Partido Socialista francés, pero quizá no la acabe dando –en contra de lo que ella misma cree- la indomable Ségolène Royal. Entre un François Hollande que cada día consolida un poco más su condición de favorito y una Martine Aubry que va perdiendo aliento, una nueva figura se destaca en el proceso de las primarias socialistas para designar a su candidato al Elíseo en 2012: Arnaud Montebourg. A punto de cumplir 49 años, representante de la nueva generación de dirigentes del PS que disputa el poder a los viejos elefantes del partido, el diputado de Saône-et-Loire ha experimentado un acusado ascenso en las últimas semanas, hasta el punto de poner en peligro el tercer lugar ocupado hasta ahora por Royal.
Dos sondeos simultáneos, de Ipsos-Logica –para Le Monde-France Télévisions- y de Opinion Way-Fiducia –para Le Figaro-LCI-, han constatado la notable progresión de Montebourg, que ha pasado de una intención de voto de entre el 5% y el 8% a colocarse en el 10%, muy cerca de Royal, a quien se atribuye entre el 11% y el 13%. Según ambas encuestas Hollande se mantendría en cabeza con un 43%, mientras que la primera secretaria del PS sigue –a poco más de una semana de la primera vuelta de las primarias- muy a distancia de su antecesor, con un 30-33%. Los otros dos aspirantes, Manuel Valls (5%) y Jean-Michel Baylet (1%), aparecen ya muy descolgados.

La ascensión de Arnaud Montebourg, espoleada sin duda por el primer debate televisado entre los seis aspirantes celebrado la semana pasada, se verá probablemente confortada con el segundo debate emitido ayer tarde. Montebourg, con un discurso radical y un tono apasionado, fue percibido por los telespectadores –según aparecía en los foros de internet- como uno de los más convincentes, junto a Hollande.

La originalidad de Montebourg, que se enfrentó con Valls –a quien acusó de adoptar recetas propias de la derecha- y con Aubry –a quien reprochó su complacencia ante los casos de presunta corrupción en el partido-, radica en su discurso decididamente antoiglobalización. El secretario nacional de Renovación del PS defiende un proteccionismo europeo frente a la competencia desleal de los países emergentes y pone el acento en la necesidad de disciplinar al sector financiero, colocando en particular a los bancos bajo la intervención directa del Estado. Adalid de la lucha anticorrupción, propone en fin una renovación democrática con la fundación de la VI República.

Con su imagen de jinete solitario y joven rebelde, Montebourg ha eludido siempre la adscripción a alguna de las corrientes tradicionales del PS y no ha dudado en quedarse solo antes que renunciar a lo que cree, como demostró en el congreso de 2006 en Le Mans. Como Royal, va por libre. Como Royal hace cinco años, puede dar una sorpresa.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

Mademoiselle, no gracias

Durante mucho tiempo, las actrices francesas mantuvieron la costumbre de hacerse llamar Mademoiselle siguiendo una vieja tradición que hundía sus orígenes en el siglo XVII, cuando la Iglesia francesa –asimilando a los comediantes a la mala vida- les prohibía el matrimonio religioso. Fuera de este particular caso y de algunos nombres artístico-comerciales actuales –como los de la cantante Mademoiselle K o la crítica de moda Mademoiselle Agnès-, pocas son hoy las mujeres en Francia que enarbolan con orgullo el título de Mademoiselle, cada vez más desacreditado. Dos asociaciones feministas, Osez le Feminisme y Chiennes de Garde, han lanzado ahora una campaña de propaganda para erradicar este tratamiento de todos los documentos y formularios.

“La distinción entre Madame y Mademoiselle no es ni halagador ni obligatorio, y es un signo del sexismo ordinario que perdura en nuestra sociedad”, sostienen las promotoras de la campaña, que bajo el eslógan de “Mademoiselle, la casilla de más” pretenden movilizar a las mujeres francesas para que inunden de cartas y mails a los diputados de la Asamblea Nacional –la mayoría hombres, por cierto-, así como a las administraciones, empresas y comercios que persistan en el uso de este título a que lo abandonen y lo sustituyan por el tratamiento único de Madame. ¿O es que a los hombres solteros se les llama Mademoiseau? Hubo un tiempo en que así fue, pero ya nadie lo recuerda. Todos los hombres, en Francia, son Monsieur.

Lo cierto es que no es en absoluto obligatorio autodefinirse como Mademoiselle o Madame, una distinción que no recae en la edad sino en el hecho de haber contraído o no matrimonio – Mademoiselle, según precisa el diccionario, es el “título otorgado a las jóvenes y a las mujeres (que se presume) solteras”-, lo que, a juicio de sus detractores, representa una “intrusión intolerable” en la privacidad de la persona.

La Administración francesa ha reiterado desde los años setenta en diversas circulares internas que debe evitarse el tratamiento de Mademoiselle en los escritos y documentos oficiales por resultar discriminatorio. Lo cual no ha impedido, sin embargo, que subsista un sinnúmero de formularios con tal incómoda casilla. El desarrollo del comercio electrónico no ha hecho sino agudizar el problema: inscribirse para comprar en línea un billete de avión o de tren, una entrada de teatro o cualquier otro producto acostumbra a exigir declararse como Monsieur, Madame  Mademoiselle…

Tampoco nadie obliga a las mujeres francesas a abandonar su apellido de soltera en el momento de contraer matrimonio. Una ley de la época de la Revolución todavía vigente –del 23 de agosto de 1794- establecía ya que el apellido de todo ciudadano es el que recibe en su nacimiento. La legislación posterior no ha cambiado eso, aunque ha concedido a la mujer el derecho de adoptar el del marido. Sin duda para facilitar las cosas, el documento nacional de identidad y un sinfín de documentos administrativos dejan una casilla para que las mujeres puedan consignar también su apellido de soltera.

La campaña de las feministas busca también acabar con la renuncia de las mujeres a su apellido. Una tarea que se anuncia ardua, tan enraizada está en Francia todavía esta costumbre, que ni las mujeres que más han ascendido en la escala social –Christine Lagarde (Lallouette, de soltera) o Martine Aubry (nacida Delors)- han podido sortear.

martes, 27 de septiembre de 2011

Desaliento en las filas de Sarkozy

Las elecciones presidenciales francesas se van acercando inexorablemente –sólo faltan siete meses- y Nicolas Sarkozy no levanta cabeza. Sus nuevos hábitos presidenciales –reserva, sobriedad, distancia- y sus éxitos internacionales –en particular, en Libia- han logrado detener la insondable erosión de su imagen e incluso recuperar muy ligeramente su maltrecha popularidad. Pero no han conseguido invertir la tendencia. Con un nivel de confianza todavía muy bajo –entre el 32% y el 35%, según los últimos sondeos-, la falta de resultados en la lucha contra la crisis –paro estancado, recortes presupuestarios- es un fuerte lastre. Sólo faltaba la reciente acumulación de escándalos judiciales y la simbólica pérdida de la mayoría en el Senado para que la inquietud reinante en las filas de la derecha haya devenido alarma, e incluso desmoralización.
La derrota de la UMP en las elecciones parciales al Senado del pasado domingo, en las que la izquierda ha conseguido sumar 177 de los 348 escaños de la cámara alta, tiene unas consecuencias políticas prácticas mínimas, puesto que la Asamblea Nacional -donde la derecha tiene una abultada mayoría absoluta- tiene siempre la última palabra. Hay quienes han querido ver en esta nueva correlación de fuerzas el entierro definitivo del proyecto de inscribir en la Constitución la llamada “regla de oro” sobre la limitación de los déficit públicos. Pero, en realidad, Sarkozy nunca ha contado con la mayoría necesaria –tres quintos de los votos de las dos cámaras reunidas- para su reforma.

El resultado no puede ser leído tampoco como un test cara a las presidenciales, puesto que los senadores no son elegidos directamente por los ciudadanos, sino por cargos electos locales, provinciales y regionales: habida cuenta de las victorias socialistas en las elecciones municipales de 2008 y las regionales de 2010, el desenlace era de esperar.

Y, sin embargo, la derrota en las elecciones senatoriales ha representado un duro golpe para la derecha. De entrada, por su simbólica carga histórica, puesto que se trata de la primera vez que la izquierda se hace con el control del Senado desde la instauración de la V República en 1958 por el general De Gaulle. Y seguidamente, porque la amplitud del retroceso ha sido mayor que la esperada.

El resultado ha puesto en evidencia una sensible pérdida de influencia de la UMP en las zonas rurales, donde los cargos electos –buena parte de ellos, independientes de toda disciplina partidaria- expresan tradicionalmente un voto conservador. Y ha puesto también crudamente de relieve el riesgo que supone para la derecha gubernamental las divisiones internas y la multiplicación de candidaturas disidentes.

El caso de París es, en este sentido, ejemplar: el equipo liderado por la hasta ayer secretaria de Estado de Deporte, Chantal Jouanno, sólo ha conseguido dos de los 12 escaños en disputa, mientras ha tenido que ver cómo el disidente Pierre Charon –ex consejero de Sarkozy, hoy suspendido de militancia- y el centrista Yves Pozzo di Borgo le robaban la cartera en sus narices. “Demasiadas divisiones, demasiada falta de respeto a las decisiones tomadas democráticamente, han hecho que regalemos el Senado a la izquierda”, se lamentaba el jefe de filas de los senadores de la UMP y alcalde de Marsella, Jean-Claude Gaudin.

En este sentido, lo sucedido en las senatoriales supone una serie advertencia. Si la derecha y el centroderecha acuden a las presidenciales en total dispersión –ahí están, amenazantes, las posibles candidaturas de Jean-Louis Borloo, Hervé Morin, François Bayrou, Dominique de Villepin, Christine Boutin…-, Sarkozy puede ver seriamente comprometida su victoria en la primera vuelta, donde todos los sondeos dan ventaja a los socialistas en el caso de que se presenten François Hollande o Martine Aubry.

Más allá de las divisiones internas, del malestar existente en el territorio –donde la reforma administrativa impulsada por el Gobierno ha creado un fuerte descontento-, otro factor ha jugado en contra de la UMP: la sucesión de escándalos judiciales. “Esto envenena nuestro debate político y ha pesado en el resultado”, juzgó ayer el ex primer ministro Jean-Pierre Raffarin.

El caso Bettencourt, el asunto de las maletas de la Françafrique, el affaire Karachi –en el cual han sido procesados dos amigos muy cercanos a Sarkozy, Nicolas Bazire y Thierry Gaubert- han resucitado las viejas querellas fratricidas de la derecha francesa y ofrecido la imagen de una corrupción generalizada poco acorde con la “República irreprochable” prometida por el presidente francés en 2007.

sábado, 24 de septiembre de 2011

DSK tendrá que dar la cara

Dominique Strauss-Kahn no ha acabado con la justicia. La fiscalía de París ordenó ayer la celebración de un careo entre el ex director del Fondo Monetario Internacional (FMI) y la periodista y escritora Tristane Banon, que le acusa de haber intentado violarla en febrero de 2003. La confrontación tendrá lugar en los próximos días en la sede de la policía judicial.
Strauss-Kahn, acusado y posteriormente exculpado –por falta de pruebas- de la violación de una mujer de la limpieza en un hotel de Nueva York el pasado 14 de mayo, apareció por primera vez el domingo en televisión para explicar “su” verdad sobre lo ocurrido y tratar de pasar página de un affaire que ha truncado su carrera política. Luego, tomó un avión en dirección a Marruecos para descansar en su riad de Marraquech. Probablemente no sospechaba que el caso Banon, que parecía próximo también a ser archivado –como el de Nafissatou Diallo-, iba a seguir persiguiéndole.

Tristane Banon, de 32 años, se felicitó de la decisión de la fiscalía y se mostró más que dispuesta a la confrontación con Strauss-Kahn. “Me gustaría tenerle enfrente y que me dijera mirándome a los ojos que se trata de hechos imaginarios, me gustaría ver cómo me dice esto”, había declarado con anterioridad. Strauss-Kanh, que ha demandado a su vez a Banon por denuncia calumniosa, sostuvo en su intervención televisada en TF1 que la versión que la joven da de los hechos es “imaginaria e injuriosa”.

Según la presunta víctima, el ex director del FMI aprovechó en 2003 una petición de entrevista para citarla en un apartamento parisino donde trató de forzarla. Aconsejada por su madre, la militante socialista Anne Mansouret, la joven no presentó denuncia – “No fue sólo mi madre, todo el mundo me desaconsejó hacerlo”, ha subrayado esta semana-, aunque en 2007 dio una versión suavizada de lo sucedido en un programa de televisión. “Suerte que lo conté entonces –ha comentado-, si no, hoy nadie me creería”.

El ex ministro socialista ha negado siempre que hubiera cometido ningún tipo de abuso sexual sobre Banon –“No hubo ninguna agresión, ninguna violencia”, afirmó en televisión-, pero su primera versión, según la cual no pasó nada de nada, ha cambiado con el tiempo. Según el semanario L’Express, Strauss-Kahn habría admitido ante la policía haber intentado besar a Banon sin su consentimiento expreso.

El careo entre Strauss-Kahn y Banon debería arrojar un poco más de luz sobre lo sucedido en 2003, que sigue siendo oscuro. Según parece, los testimonios recogidos hasta ahora no permiten dilucidar si se produjo en efecto un intento de violación –delito que tiene 10 años de prescripción y, por tanto, podría ser juzgado- o una agresión sexual, en cuyo caso el delito habría prescrito.

Dentro de su estrategia de presión, el abogado de Banon, David Koubbi, presentó ayer una petición a la fiscalía para que admita tomar declaración, salvaguardando su anonimato, a una serie de mujeres que –según sostiene- han contactado su gabinete aegurando que también habrían sufrido violencias sexuales de parte de Strauss-Kahn.

Si los problemas judiciales de Strauss-Kahn distan de haber terminado –sigue también viva en Estados Unidos la demanda de Nafissatou Diallo por lo civil-, su operación de comunicación para recuperar su maltrecha imagen se ha revelado un fracaso en toda la línea: según un sondeo de TNS Sofres, el 56% de los franceses no ha cambiado su opinión sobre DSK tras su aparición en televisión y un 31% lo ha hecho a peor.


Hortefeux, pillado in fraganti

El caso Karachi amenaza con amargar la semana a Nicolas Sarkozy. Si el miércoles trascendió la detención –y posterior procesamiento- de dos antiguos colaboradores, Nicolas Bazire y Thierry Gaubert, ayer el asunto salpicó al ex ministro del Interior, Brice Hortefeux, un amigo de hace treinta años del presidente francés. Hortefeux fue pillado en una comprometida llamada a Thierry Gaubert el pasado 14 de septiembre –interceptada y grabada por la policía- en la que le advertía que su ex mujer, la princesa Elena de Yugoslavia, lo estaba “largando todo”. En la conversación, parcialmente revelada por Le Monde, el ex ministro informaba asimismo a su amigo que los investigadores tenían “muchas cosas”. El testimonio de Elena de Yugoslavia, que ha hablado de presuntos viajes a Suiza a buscar maletas llenas de dinero, ha sido determinante para encausar a Bazire y Gaubert. El juez que investiga el caso, Renaud Van Ruymbeque, sospecha que una parte de las comisiones pagadas en la operación de venta de tres submarinos franceses a Pakistán en 1994 regresó a Francia bajo mano para financiar la campaña de las elecciones presidenciales del entonces primer ministro Édouard Balladur. El Elíseo difundió el jueves un comunicado en que calificaba de “calumnias y manipulaciones” las informaciones que apuntan a la implicación de Sarkozy en este caso.

viernes, 23 de septiembre de 2011

Con velo al Elíseo

"Yo soy una mujer libre”, dice con firmeza Kenza Drider, sin que se sepa a ciencia cierta si busca más convencer a sus interlocutores o a sí misma. Su voz fluye con claridad a través de la tela que oculta su rostro. Sus afirmaciones –“Defendemos la igualdad entre hombres y mujeres”- resultan sin embargo chocantes, pronunciadas desde la profundidad de esta prisión de tela llamada niqab que sólo deja ver sus ojos color almendra. Detrás de su figura menuda, un cartel electoral ha usurpado la imagen semidesnuda de La libertad guiando al pueblo, de Eugène Delacroix, ocultándola tras un velo integral de color rosa, única concesión a la feminidad. “En la calle, ¡la libertad es sagrada!”, reza el eslógan.
Nacida en Avignon hace 32 años, Kenza Drider abandera desde hace meses la lucha contra la ley francesa que, desde la pasada primavera, prohíbe llevar en el espacio público el velo integral, que ella viste –asegura que “por convicción”- desde hace trece años. Ahora ha decidido dar un paso más en su campaña presentándose como candidata a la presidencia de la República. Un acto de propaganda, de agitación, puesto que nunca llegará a reunir las 500 firmas de cargos electos necesarias para formalizar su candidatura al Elíseo. Pero qué importa.

Viéndola descender enfundada en su niqab pardo de un autobús cubierto de carteles electorales frente al palacio de justicia de Meaux –55 kilómetros al este de París- se percibe su voluntad de provocación. La elección de Meaux no es casual: su alcalde, Jean-François Copé –secretario general de la UMP-, fue el promotor de la ley contra el velo integral.

Una decena de policías asiste desde lejos a la escena, sin intervenir. Drider, por si acaso, prefiere no alejarse del autocar. “La ley que prohíbe el velo representa una agresión a mi identidad de ciudadana francesa, a mi condición de mujer”, afirma, mientras no duda en comparar su lucha con la de la activista norteamericana Rosa Parks, que en 1955 lideró el movimiento contra la discriminación de los negros en los transportes públicos en Estados Unidos.

Kenza Drider no está sola. Su candidatura es respaldada por la asociación No toques mi Constitución, liderada por el empresario Rachid Nekkaz –que ha creado un fondo para pagar las multas impuestas a las mujeres a causa del velo-, y el Frente de Banlieues Independiente (FBI), de Hassan ben M’Barek. Ambos, curiosamente, se declaran laicos e incluso contrarios al velo, pero defienden el derecho de las mujeres musulmanas a vestir como quieran.

Nekkaz pagó ayer en Meaux las dos primeras multas –de 120 y 80 euros- confirmadas en Francia por la justicia en aplicación de la nueva ley. Las dos sancionadas, Hind Ahmas y Najate Naït, militantes de la asociación Ciudadanas de la Libertad, fueron detenidas el 5 de mayo al intentar entrar en el Ayuntamiento de Meaux para regalar a Copé una tarta por su cumpleaños… “La ley ha convertido mi vida cotidiana en un infierno”, se indigna Hind Ahmas, quien ha asumido la función de portavoz de la campaña electoral de Drider.

Desde la entrada en vigor de la ley, un total de 136 mujeres han sido detenidas y amonestadas por la policía por llevar el velo integral, según Rachid Nekkaz, quien pretende aprovechar el pago de las dos primeras multas para presentar un recurso en casación y acabar impugnando la ley ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo. “La ley condena en la práctica a estas mujeres a un arresto domiciliario a perpetuidad”, argumenta el abogado Yann Gré.

Una mujer madura de rasgos árabes, vestida a la occidental, asiste al espectáculo con un mohín de disgusto. “Esto no representa al islam. Hay que acabar con esto”, murmura.
                                                  

jueves, 22 de septiembre de 2011

El caso Karachi y el Elíseo

Dos hombres cercanos al presidente francés, Nicolas Sarkozy, y al ex primer ministro Édouard Balladur han sido detenidos por su relación con el denominado caso Karachi, sobre el supuesto pago de comisiones ilegales en la operación de venta de tres submarinos franceses Augusta a Pakistán en 1994. El juez encargado de la instrucción del sumario, Renaud Van Ruymbeke, investiga si una parte de ese dinero regresó a Francia –en forma de “retrocomisiones”- para financiar la campaña electoral de Balladur y si el impago de las comisiones pactadas una vez Jacques Chirac llegó al Elíseo estuvo detrás del atentado que en 2002 costó la vida en Karachi a 14 personas, entre ellas 11 ingenieros franceses que trabajaban en la adaptación de los submarinos.

Los dos detenidos son Nicolas Bazire, en la época director de gabinete en Matignon y director de campaña de Balladur, y Thierry Gaubert, colaborador del hoy jefe del Estado en el tiempo en que fue alcalde de Neuilly-sur-Seine (banlieue de París) y ministro del Presupuesto en el Gobierno de Balladur. Nicolas Bazire, en la actualidad un alto directivo del grupo LVMH, es además amigo personal de Sarkozy, de cuya boda con Carla Bruni en 2008 fue testigo. En aquella época, el hoy presidente de la República, además de dirigir Bercy, era el portavoz de campaña del primer ministro para las presidenciales de 1995, lo que le enemistó con Jacques Chirac.

Bazire fue detenido por la policía a primera hora de la mañana en su domicilio, que fue resgistrado, así como su despacho profesional. Al cierre de esta edición seguía declarando en los locales de la división de investigaciones financieras de la Policía. Gaubert, por su parte, fue detenido el lunes y ayer estaba pendiente de pasar a disposición del juez Van Ruymbeke.

La detención de Bazire y Gaubert ha sido precipitada, al parecer, por el testimonio clave de la ex esposa de este último, la princesa Elena de Yugoslavia. Según la edición electrónica de Le Nouvel Observateur, la aristócrata –descendiente del rey Umberto II de Italia- habría declarado que su ex marido, del que se divorció hace tres años, había realizado en los años 1994-1995 varios viajes a Suiza junto con el hombre de negocios libanés Ziad Takieddine –intermediario de la operación de los submarinos y actualmente procesado- para recoger “voluminosas” maletas llenas de billetes de banco. Dicho dinero, según la princesa, era entregado a Nicolas Bazire.

La convicción de que había habido “retrocomisiones” en la venta de los submarinos a Pakistán –esto es, el retorno a responsables políticos franceses de una parte de las comiciones pagadas a los pakistaníes- ya había sido señalada ante el juez por el ex ministro de Defensa Charles Millon, quin accedió al cargo en 1995 tras la llegada de Chirac al Elíseo. Millon confirmó que ante tal sospecha, Chirac ordenó que se suspendiera el pago de las comisiones pendientes.

Un informe confidencial de la Dirección de Construcciones Navales (DCN), titulado Nautilus y elaborado al parecer por un ex agente secreto francés, descubierto hace un par de años, apuntaba la hipótesis de que miembros del ejército pakistaní habrían manipulado a un grupo islamista para perpetrar el atentado de Karachi, cometido el 7 de mayo de 2002 –al día siguiente de la reelección de Chirac-, cuyo objetivo sería forzar el pago de las comisiones pendientes.

martes, 20 de septiembre de 2011

Strauss-Kahn no convence

Si Dominique Strauss-Kahn logró arrastrar la noche del domingo una audiencia televisiva extraordinaria, en su primera declaración pública desde su detención el 14 de mayo en Nueva York acusado de violación, su capacidad de convicción no estuvo a la altura. Su intervención, preparada al milímetro, fue tan impecable en su ejecución como fallida en su resultado. Sólo quienes estaban ya predispuestos a creerle le creyeron. Los demás vieron en la iniciativa del ex director del Fondo Monetario Internacional (FMI) una operación de comunicación desprovista de autenticidad.
Entre la gente de la calle la incredulidad era el sentimiento dominante. “Sobreactuado”, “poco sincero”, “se veía que representaba un papel”, “todo estaba preparado”… Los comentarios espontáneos indican que los franceses acabaron defraudados. Strauss-Kahn no explicó lo que pasó en el hotel Sofitel de Manhattan, se escudó en el informe exculpatorio del fiscal para eludir cualquier confesión personal y, si calificó su actitud de “falta moral”, no pidió excusas. Su acto de contricción pareció falso – “Extraño mea culpa”, tituló en portada Le Parisien- y, en contra de lo que esperaba el 53% de la ciudadanía, no anunció su retirada de la política. Todo lo contrario.

“Desde el primer momento saltó a la vista su falta de naturalidad, de franqueza, de sinceridad”, valoró el editorialista de Canal Plus Jean-Michel Apathie, resumiendo la impresión más generalizada. Pero junto a la incredulidad había ayer también indignación. La cólera era unánime entre las organizaciones feministas, que calificaron la intervención de Strauss-Kahn de “escandalosa”, “indecente” y  “lamentable”.

Los análisis políticos y periodísticos no fueron más benévolos. El ex primer ministro Jean-Pierre Raffarin (UMP) escribió en Twiter que Strauss-Kahn “pareció más cómodo al mostrar su competencia [en economía] que su sinceridad. La decencia hubiera sido el silencio”. Christophe Barbier, el director del semanario L’Express –al que Strauss-Kahn descalificó durante la entrevista- le contestó con una carta pública en la que concluía: “Desde hace cuatro meses, el verdadero motivo de interrogación no es la actitud de la prensa, es la suya”. Y Vincent Giret, en el editorial de Libération, ridiculizaba la teoría del complot –“la trampa se la tendió de entrada él mismo”- y juzgaba que su intervención “no ha disipado el malestar”. “Apagando el televisor anoche, teníamos unas ganas furiosas de pasar a otra cosa”, concluía.

Si Strauss-Kahn no logró convencer a la audiencia, sí consiguió en cambio envenenar el debate de las primarias socialistas, al reconocer que él quería ser candidato al Elíseo –antes de su arresto- y confirmar que tenía un pacto con Martine Aubry a este respecto, lo cual daba entender que la primera secretaria del PS es una candidata “de recambio”. François Hollande y los suyos se metieron en la brecha para desestabilizar a su rival.

Por otra parte, Tristane Banon, la escritora y periodista que le ha denunciado en Francia por un presunto intento de violación en 2003, anunció ayer en televisión que si la fiscalía archiva el caso, se constituirá en parte civil, lo que obligará a nombrar un juez de instrucción. Banon expresó su malestar por la intervención de Strauss-Kahn y parafraseando al político socialista dijo: “Yo, la ligereza la perdí en 2003”.


13,4 millones de telespectadores

Una media de 13,4 millones de telespectadores –el 47% de la audiencia- siguió la intervención televisiva de Dominique Strauss-Kahn la noche del domingo en TF1, con una punta al final del programa de 14,2 millones, lo que representa el doble de la audiencia habitual. No había habido tanta expectación ante un informativo desde los disturbios de las banlieues de 2005.

lunes, 19 de septiembre de 2011

Ségolène vuelve al ataque

Ella lo llama tenacidad, perseverancia, convicción. Pero su actitud responde más bien a lo que se entiende por fe. Una fe pétrea, insobornable, inasequible a la duda. “Primero ganaré las elecciones primarias y luego, las presidenciales”, afirma sin pestañear, sin el más leve temblor en la voz. ¿Sabrá ella algo que no sepan todos los demás? ¿O será realmente una “iluminada”, como la ha calificado –poco piadosamente- la ex ministra conservadora y muy católica Christine Boutin? Sea como fuere, lo cierto es que Ségolène Royal ha regresado de la profunda sima a la que le habían arrojado sus dos derrotas anteriores –en 2007, frente a Nicolas Sarkozy por la presidencia de la República, y en 2008, frente a Martine Aubry por la jefatura del Partido Socialista francés- para dar de nuevo la batalla por el Elíseo. Sola contra todos, de nuevo.
En un reciente almuerzo con un grupo de corresponsales extranjeros, en un concurrido restaurante próximo a la Asamblea Nacional, Ségolene Royal se mostró determinada como siempre. Decidida y segura de sí misma, al igual que hace cinco años. Pero –dice- diferente… “He trabajado mucho, mi proyecto tiene hoy más madurez y profundidad que en 2007. Me siento extremadamente sólida y serena”, asegura. A punto de cumplir 58 años –el 22 de septiembre-, puntúa sus frases con su franca y característica risa.

Cinco años después de haber vencido contra pronóstico en las primarias socialistas –en aquel momento, circunscritas a los militantes del PS- a dos grandes pesos pesados del partido, Dominique Strauss-Kahn y Laurent Fabius, Ségolène Royal se propone repetir ahora la hazaña, venciendo el 9 y el 16 de octubre a sus cinco rivales. Cuatro viejos conocidos y un outsider: Martine Aubry, su más entrañable rival –que hace tres años le arrebató la primera secretaría del PS por sólo 102 votos, en medio de acusaciones de pucherazo-; François Hollande, su ex compañero sentimental –con quien convivió cerca de 25 años y tuvo cuatro hijos antes de separarse tras la elección presidencial-; los jóvenes Manuel Valls y Arnaud Montebourg, que fueron sus portavoces durante la campaña de 2007, y Jean-Michel Baylet, líder del Partido Radical de Izquierda.

Los sondeos, que tanto contribuyeron hace cinco años a catapultarla políticamente, le auguran hoy con pertinaz unanimidad una derrota sin paliativos frente a los dos principales favoritos, Hollande y Aubry. Ella lo rechaza, y se indigna. “Estoy recibiendo golpes muy violentos de los sondeos, es una negación de la democracia”, se queja. Y aduce que –abiertas a todos los simpatizantes de izquierda- estas primarias no tienen precedente. Pero no arroja la toalla. “Otros hubiera abandonado, no yo. Yo creo profundamente en lo que digo y en lo que hago. Mi fuerza es mi convicción”, asegura.

Acusada en 2007  de incompetencia por sus rivales –y no pocos de sus camaradas-, Royal observa hoy con satisfacción, y un cierto regusto de revancha, cómo el mismísimo Sarkozy le copia su controvertida propuesta de someter a los jóvenes delincuentes a la disciplina militar como alternativa a la cárcel. Hoy la aspirante socialista, sin olvidar la seguridad, centra su mirada en el sistema financiero. “Estoy a favor de una política de rigor, pero empezando por los mercados”, afirma, mientras promete disciplinar a los bancos. Un mensaje que encuentra eco en las clases populares.

A la espera de la cita con las urnas, Ségolène Royal recuerda una de las enseñanzas que aprendió de François Mitterrand cuando era una de sus consejeras en el Elíseo, a principios de los ochenta: “Decía Mitterrand que para encontrar la victoria hay que forzarla. Es lo que estoy haciendo”. Aún dará una sorpresa.


La traición de François

Junio de 2006. El presidente de la Polinesia francesa, Oscar Temaru, propone públicamente a Ségolène Royal y François Hollande casarlos en Tahití… Una propuesta intempestiva con la que, sin embargo, Royal juguetea coquetamente en público. Más tarde, en plena campaña de las presidenciales, la candidata socialista al Elíseo declararía haber considerado la idea “locamente romántica”. Quienes, en el seno del Partido Socialista, aún confiaban en 2006 en poder detener la candidatura de Royal empujaron a Hollande a aceptar la boda que le ponían en bandeja. “Cásate con ella, cásate con ella… ¡por el partido!”, le rogaron algunos, esperando de que de esta forma ella le acabaría cediendo el paso. Pero el entonces primer secretario del PS dijo que no. Al revelar las presiones del partido, una reciente biografía sobre el político socialista –“François Hollande, itinerario secreto”, de Serge Raffy- viene a confirmar la idea de que Ségolène Royal se lanzó a la carrera por el Elíseo por despecho. Si Hollande no quiso oir hablar de matrimonio era porque su cabeza y su corazón estaban ya muy lejos… El líder del PS mantenía ya entonces una relación sentimental con la periodista Valérie Trierweiler, convertida ahora en su compañera oficial. Trierweiler, según revela también el libro, era una antigua amiga de la pareja Hollande-Royal. Ella fue, bajo el nombre de Valérie Massonneau, quien firmó el famoso reportaje de Paris Match del verano de 1992 en que Ségolène Royal, entonces ministra, presentó a su hija recién nacida en la clínica.

Strauss-Kahn para rato

Dominique Strauss-Kahn puede estar acabado, pero no muerto. Cuatro meses y cuatro días después de su inopinada detención en Nueva York acusado de violación, oficialmente exculpado pero socialmente señalado, el ex ministro socialista francés y ex director del Fondo Monetario Internacion al (FMI) compareció anoche por primera vez en televisión para ofrecer su versión de los hechos –parca, sin detalles- y buscar el perdón de los franceses. Strauss-Kahn hizo acto de contricción –aunque no pidió directamente excusas-, admitió su culpa -pero presentándose como víctima- y confirmó su apartamiento –temporal- de la política, aunque dejando la puerta abierta de par en par a un eventual retorno. La pasión con que habló de la tormente del euro y la crisis económico-financiera dieron a entender que hay Strauss-Kahn para rato.
La anunciada aparición de DSK en televisión levantó una enorme excitación en el mundo político-mediático. Pero en la calle no había una expectación especial. Como mucho, curiosidad y, si acaso, morbo. Un sondeo del instituto Ifop para el Journal du Dimanche constataba ayer mismo que la mayoría de los franceses, el 53%, sólo esperaba, y deseaba, que DSK anunciara anoche su retirada política. No hubo tal.

Por el contrario, Strauss-Kahn, pese a situarse momentáneamente al margen del debate político interno –“No soy candidato a nada”, “no pienso inmiscuirme en las primarias socialistas”, dijo-, demostró que sigue sintiéndose personalmente implicado en lo que está pasando en Francia, Europa y el mundo. De momento, remarcó, se tomará “un tiempo” para descansar, reflexionar y reencontrar a su familia. Pero más adelante no descarta asumir un compromiso político. “Toda mi vida ha estado consagrada a intentar ser útil al bien público… Ya se verá”, dijo. On verra!

Strauss-Kahn eligió calculadamente dar la cara en el telediario de la noche de TF1 –el de más audiencia-, y hacerlo en domingo, para asegurarse que le entrevistaba la periodista Claire Chazal, una amiga de su mujer. El tono, efectivamente, fue en todo momento amable y considerado. El ex director del FMI, con traje negro, apareció con semblante serio y mirada grave, que sólo chispeó al hablar de cuestiones económicas.

Lo que sucedió exactamente el 14 de mayo en la suite 2806 del hotel Sofitel de Manhattan entre el político socialista y la mujer de la limpieza Nafissatou Diallo siempre será un misterio. Strauss-Kahn, que reiteró su inocencia, no lo explicó anoche. Sólo dijo lo que no pasó: “No hubo violencia, ni coacción, ni agresión, ni ningún acto delictivo”, seguró, apoyándose a este respecto en el contenido del informe final del fiscal de Nueva York –que esgrimió ante las cámaras- por el cual se retiraron los cargos en su contra.

Strauss-Kahn admitió la existencia de una relación sexual consentida, aunque –aclaró explícitamente- no “tarifada”. Una relación “no sólo inapropiada” –dijo-, “sino que representa una falta. Hacia mi mujer, mis hijos, mis amigos y los franceses”. “Fue peor que una debilidad,  fue una falta moral, que no he dejado de lamentar”, añadió.

Más allá de esto, y apoyándose nuevamente en el informe del fiscal, acusó a Nafissatou Diallo de mentir, mostró su incredulidad por el hecho de ser perseguido ahora por la vía civil y sugirió que detrás de la denuncia de la empleada del hotel podría haber un interés económico. ¿Una trampa? “Una trampa es posible, un complot… ya veremos”, contestó cuando se le preguntó sobre ello. El ex director del FMI, sin lanzar una acusación explícita, dejó caer la sospecha sobre la actuación equívoca de la dirección del hotel –de la cadena francesa Accor-, que negó información a sus abogados defensores. “Colaboró con Nafissatou Diallo pero no conmigo”, subrayó. Y no parece presto a olvidarlo.

Enfundado en el traje de víctima, Strauss-Kahn dijo haberse sentido “humillado y pisoteado”, y haber “tenido miedo, mucho miedo”. “He perdido mucho”, remarcó, antes de admitir que, antes de su detención, tenía decidido presentarse como candidato el Elíseo. “Todo esto ha quedado atrás”.

El político socialista no perdió la oportunidad de agradecer publicamente a su esposa, la ex periodista Anne Sinclair, el apoyo sin reservas que le ha prestado desde el primer momento. “Es una mujer excepcional. No hubiera resistido sin ella, tengo una suerte enorme por tenerla a mi lado”, afirmó. Y lamentó haberle “hecho daño”. “Me lo reprocho”.

Exculpado en Estados Unidos –al menos en materia penal-, Strauss-Kahn tiene abierto aún en Francia un caso similar, tras la denuncia presentada por la periodista y escritora Tristane Banon por un supuesto intento de violación en 2003. El ex ministro negó las acusaciones: “No hubo ninguna agresión, ninguna violencia. No diré más”, afirmó, antes de acusar a Banon de ofrecer una versión “imaginaria y calumniosa”.

Con todo, dijo comprender la imagen negativa que de él puedan tener las mujeres francesas a partir de todo lo que se ha dicho. “Se han escrito decenas de mentiras. No me gusta el retrato que se ha hecho de mí y lo recuso, aunque asumo mi responsabilidad”. Tras reivindicar su respeto por las mujeres, admitió implícitamente su anterior vida disipada cuando dijo: “Esa ligereza la he perdido para siempre”.

sábado, 17 de septiembre de 2011

Prohibido rezar en la calle

Se acabó rezar en la calle. Después de largas negociaciones con los colectivos islámicos afectados en busca de lugares alternativos para albergar a los fieles, el Gobierno francés ha decidido prohibir de forma terminante la oración en la vía pública. En varias calles de París, así como en Marsella y Niza, grupos de musulmanes se habían apropiado del espacio público alrededor de algunas mezquitas –exiguas- y ocupaban regularmente las aceras e incluso las calzadas durante la plegaria del viernes, la más concurrida, provocando tensiones con el vecindario y agitadas polémicas políticas. Hace unos meses, la presidenta del Frente Nacional (FN), Marine Le Pen, llegó a comparar la invasión de las calles por los musulmanes con la ocupación nazi de Francia.
El ministro del Interior, Claude Guéant, anunció el final de la tolerancia gubernamental y la aplicación inmediata de la prohibición el pasado jueves, horas después de que se cerrara un acuerdo en París con los responsables del culto musulmán y los imanes de dos mezquitas del distrito XVIII para habilitar un antiguo cuartel de bomberos en desuso como lugar de oración. La interdicción entró oficialmente en vigor ayer.

Cerca de 4.000 fieles abarrotaron el nuevo centro de oración, que se vio enseguida desbordado, obligando a una parte de los mismos a rezar en el parking. Aunque globalmente se respetó, unos 200 musulmanes desafiaron la prohibición y oraron en la calle junto a una de las dos mezquitas conflictivas, en el barrio de la Goutte d’Or, cerradas ayer para la ocasión. También hubo rezos en la calle en Niza y Marsella, por falta de tiempo para acondicionar los nuevos locales. Algunos de los fieles aseguraron haber actuado así por desconocimiento… En cualquier caso, y pese a que Claude Guéant advirtió que, llegado el caso, ordenaría la intervención de las fuerzas del orden, la policía ayer no actuó.

“Podríamos llegar hasta el empleo de la fuerza si fuera necesario, pero es una hipótesis que descarto puesto que el diálogo ha dado frutos”, declaró el ministro del Interior en una entrevista publicada el jueves por Le Figaro. Antes de declarar la prohibición, el Gobierno se ha cuidado de buscar y pactar alternativas con la comunidad islámica. Con la ley en la mano, la policía podría haber actuado mucho antes para acabar con esta práctica, pero ello hubiera podido degenerar en un conflicto altamente peligroso.

En París, el Ayuntamiento impulsa una solución defnitiva para la falta de centros de culto de suficiente capacidad a través de la creación del Instituto de las Culturas del Islam –presidido por Hakim El Karoui, director del Banco Rothschild-, que prevé abrir en 2013 un gran centro cultural y de culto en el distrito XVIII. A la espera de que este proyecto culmine, el Gobierno ha acordado la cesión temporal del antiguo cuartel de bomberos, alquilado a la comunidad islámica por 30.000 euros al año por tres años.

Los socialistas ganan a los chefs

La política se impuso a la cocina. Los socialistas franceses cosecharon la noche del jueves su primera victoria –simbólica- en la larga carrera hacia el Elíseo al conseguir reunir ante las pantallas de televisión a 4,9 millones de telespectadores para seguir el primer debate entre los seis aspirantes a conducir la candidatura del PS en las elecciones presidenciales de 2012, batiendo al popular concurso culinario Master Chef, de TF1, que atrajo a 4,4 millones se seguidores.  Si el debate, que se prolongó casi tres horas, satisfizo o defraudó a la audiencia se verá en las dos próximas citas televisivas programadas de aquí a la primera vuelta de las primarias, el próximo 9 de octubre.
La primera confrontación entre los seis precandidatos –Martine Aubry, François Hollande, Ségolène Royal, Manuel Valls, Arnaud Montebourg y Jean-Michel Baylet (este último, presidente del Partido Radical de Izquierda)- sirvió para subrayar la personalidad de cada uno y marcar algunas diferencias políticas, pero no alteró la correlación de fuerzas que parece haberse instalado en la carrera socialista. El debate, extremadamente correcto, pareció en cierto modo un primer y prudente tanteo.

Demasiado prudente para Martine Aubry, que sólo tiene tres semanas para tratar de recortar la ventaja que le ha tomado François Hollande. La primera secretaria del PS –candidata de recambio, tras la baja inopinada de Dominique Strauss-Kahn- arrancó con retraso y todavía no ha conseguido recuperar el tiempo perdido. El jueves atacó a su principal rival en el tema de la energía nuclear, que Aubry propone abandonar –aunque sin fecha- y le reprochó su obsesión por el déficit cero, pero Hollande, que a lo largo del debate le lanzó algunas puyas, se deshizo sin gran dificultad del acoso.

De acuerdo en general en las grandes líneas, los candidatos socialistas marcaron sus diferencias básicamente en tres asuntos –energía nuclear, despenalización del cannabis y política de austeridad-, sobre los que expresaron acentos y matices distintos. Mientras Aubry se alineaba, ortodoxamente, con el programa oficial socialista, con un claro anclaje a la izquierda, Hollande apareció como el adalid del rigor presupuestario.

El ex jefe de filas de los socialistas franceses –que dirigió el partido entre 1998 y 2008- era quien más tenía que perder y se empeñó en transmitir una imagen de seriedad, de altura presidencial, dando alguna calculada muestra de agresividad –más hacia los periodistas que le interrogaban que a sus camaradas- para borrar de la memoria colectiva su tradicional fama de blando. Se acabó Flanby.

Si Hollande ha cambiado, lo mismo reivindica –aunque sea menos observable- su ex compañera sentimental, Ségolène Royal. Fiel a sí misma en lo inclasificable, la ex candidata socialista al Elíseo en 2007 combinó una nueva radicalidad contra el sistema financiero con alguna evasión lírica. Royal, que aseguró haberse preparado y trabajado como no hizo hace cinco años, evitó a sus dos principales contrincantes –a quienes sin embargo había zurrado violentamente a través de los medios días atrás- y tampoco fue objeto de ningún ataque: su peso puede decantar la balanza en la segunda vuelta.

El duelo de baja intensidad entre Hollande y Aubry tuvo su reflejo en los dos outsiders de la carrera, Arnaud Montebourg –situado en el ala más radical- y el barcelonés Manuel Valls –en el ala derecha, con contrastadas propuestas en materia de seguridad e inmigración-, que tuvieron de largo la mejor actuación. Los dos jóvenes leones del PS, que fueron –ambos- portavoces de Royal en la campaña del 2007, saben que no pueden ganar pero aspiran a consolidar su ascensión en el seno del PS.

Fuera del PS, Jean-Michel Baylet parecía un pez fuera del agua. Nadie le hubiera prestado atención si no hubiera osado proponer la legalización del cannabis y la eutanasia.

Strauss-Kahn (suite)

Algo pasó con Nafissatou Diallo en el hotel Sofitel Nueva York el pasado 14 de mayo –aunque no hubiera violación- y algo pasó también con Tristane Banon en un apartamento de París en febrero de 2003. No fue sólo una fabulación, ni el producto de una imagniación desbocada. El ex ministro socialista francés Dominique Strauss-Kahn ha reconocido por primera vez que la entrevista con la periodista traspasó el umbral de lo conveniente. El ex director del Fondo Monetario Internacional (FMI) admitió a la policía el pasado lunes, según avanzó el semanario L’Express en su edición digital, que el día de autos había intentado besar a Tristane Banon creyendo que era consentido y que la joven se resistió. Strauss-Kahn negó, sin embargo, haber intentado violarla como ella sostiene en su denuncia, y aseguró que tras el incidente la chica se marchó.
La madre de la presunta víctima, Anne Mansouret –militante socialista y ex amante de Strauss-Kahn-, negó ayer toda credibilidad a la versión de éste y sostuvo que el estado de alteración en que encontró a su hija tras su encuentro con el político y el estado “deplorable” de sus ropas no se correspondía con un mero intento de besarla. Tristane Banon asegura en su denuncia que DSK la sujetó en el suelo e intentó forzarla.

La declaración de Strauss-Kahn, que el lunes fue interrogado en calidad de testigo durante tres horas por la policía judicial, abre una nueva perspectiva al caso Banon y rompe la línea de defensa mantenida hasta ahora por el político socialista, empeñado en negar todo incidente. Su abogado, Henri Leclerc, no quiso hacer comentarios.

La fiscalía debe decidir en los próximos días, a partir de todos los testimonios recogidos,  si pudo haber efectivamente un intento de violación –delito que tiene en Francia un periodo de prescripción de diez años, por lo que todavía podría ser juzgado-, en cuyo caso enviaría el asunto a un juez de instrucción. O bien si se trató, como mucho, de una agresión sexual, en cuyo caso el delito ya habría prescrito.

Dominique Strauss-Kahn, que regresó a Francia el pasado 4 de septiembre tras ser retirada la acusación de violación en su contra en Estados Unidos, ha anunciado una comparecencia televisiva mañana por la noche en el telediario de mayor audiencia para explicarse ante los franceses. Algunos dirigentes socialistas, como Arnaud Montebourg –candidato en las primarias del PS para el Elíseo-, le han instado a pedir “excusas” a la izquierda por el daño político infligido.




viernes, 16 de septiembre de 2011

Contar el paro

Los datos oficiales del paro en España –los más altos, con mucho, entre los países desarrollados- llevan de cabeza a la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico, cuyos economistas no acaban de entender la abismal distancia entre el índice de desempleo español (20,1% en 2010) y la media de la OCDE (8,6% en el mismo periodo). “España ha tenido quince años de crecimiento económico por encima de la media y, sin embargo, al inicio de la crisis tenía entre el 8% y el 9% de paro”, comentó con cierta incredulidad el secretario general de la organización, el mexicano Ángel Gurría, quien aventuró que “hay algo en la forma de contabilizar [el paro] que hace que las cifras no sean exactamente comparables [con las de los demás países]”. Ni siquiera Irlanda (13,7%), Grecia (12,6%) o Portugal (11%) lo tienen tan alto.
Que el paro se haya doblado en España desde el inicio de la crisis y la explosión de la burbuja financiera, en cambio, no sorprende a nadie. La “dualidad” del mercado de trabajo, con una elevada proporción de contratos temporales, hace –según la OCDE- que sea muy fácil desprenderse de trabajadores. De ahí que el ajuste se haya hecho más con la pérdida de empleos que a través de reducción de salarios o las horas de trabajo.

Del mismo modo que tampoco ofrece ninguna duda que, al ritmo de crecimiento económico actual, el descenso significativo del paro precisará mucho tiempo. Para recuperar los niveles anteriores a la crisis, España necesitará crear 2,2 millones de nuevos empleos, según consta en el informe de Perspectivas del Empleo presentado ayer por la OCDE en París.

La plana mayor de la OCDE aplaudió la reforma laboral abordada en España –Gurría volvió a elogiar el “coraje político” del Gobierno-, pero recordó que sus efectos tardarán varios años en percibirse. “Las reformas aprobadas en Alemania en 2005, y que explican el éxito de este país en la lucha contra el paro, no empezaron a dar los primeros frutos hasta el 2009”, subrayó el director de Empleo de la OCDE, el irlandés John Martin. Alemania es el único país de la organización que ha logrado reducir el paro durante los años de crisis: de 8,7% en 2007 a 7,1% en 2010.

La OCDE animó asimismo a España a profundizar la reforma de las políticas activas de empleo en la línea de lo defendido por la organización, esto es, integrando en lo posible la prestación del desempleo con la gestión de las ofertas de empleo a los parados. La OCDE deploró en este sentido que la aplicación de las políticas activas de empleo estén dispersas y recaigan en las comunidades autónomas, un sistema –subrayó John Martin- que “no ha funcionado nada bien”. Martin añadió que España, al igual que Irlanda y Portugal, son de los países de la OCDE que más gastan en este terreno –cerca del 1% del PIB-, pero con nulo éxito. “Hasta ahora se ha despilfarrado buena parte de ese dinero en dispositivos ineficaces”, zanjó.

Doble pareja

En Bengasi, un agradecido comerciante desplegó en su modesto puestecillo de banderas y gorras de la insurrección libia una enorme pancarta con la imagen de Nicolas Sarkozy recortada sobre un fondo tricolor. Una frase, en inglés y en árabe, decía: “Gracias, Francia”. Dos palabras que resumen el mayor triunfo de la política exterior francesa desde que, hace una década, los atentados del 11-S sacudieran el orden internacional.
Nicolas Sarkozy saboreaba este éxito cuando, el pasado 1 de septiembre, en el mismo salón Napoleón III del Elíseo donde el 19 de marzo había declarado la guerra, anunció al mundo el acuerdo de la comunidad internacional para respaldar al nuevo poder surgido en Libia tras la caída del coronel Muamar el Gadafi. Su apuesta, abiertamente puesta en entredicho durante los meses en que la intervención militar parecía penosamente empantanada en las arenas el desierto, se había revelado acertada.

En el Quai d’Orsay la satisfacción es tan contenida como intensa. La intervención militar en Libia –limitada por razones políticas a una campaña aérea- no sólo ha permitido acabar con Gadafi y abrir el camino de una transición democrática en Libia, sin una sola baja propia y reduciendo al mínimo las víctimas civiles, sino que ha alumbrado un nuevo equilibrio internacional en el que Francia tiene un papel relevante.

“La intervención en Libia ha demostrado que Europa puede asumir el liderazgo en una operación internacional y que la OTAN, en la que Francia vuelve a estar integrada a todos los niveles, es un excelente instrumento para asegurar la coordinación”, valora al respecto un alto diplomático del Ministerio de Asuntos Exteriores francés.

Al igual que en 2008, cuando el largo periodo de traspaso de poderes en la Casa Blanca dejó en bandeja a Sarkozy –entonces, presidente de turno de la Unión Europea- la oportunidad de liderar la respuesta internacional a la crisis financiera, en el caso de Libia ha sido nuevamente la inhibición de Washington, fruto de la doctrina del liderazgo en la sombra (Leading from behind) de Barack Obama, la que ha permitido a París volver a situarse en primera línea.

Pese la incredulidad inicial de muchos observadores, el liderazgo de la intervención en Libia acabó recayendo enseguida en Francia y el Reino Unido, después de que los norteamericanos, tras una participación activa en los primeros días de la operación, se retiraran. No sólo el liderazgo, también el peso de la intervención descansó en franceses y británicos, “los únicos con capacidad militar suficiente”, subraya la misma fuente, para quien el caso libio ha puesto crudamente de manifiesto las “carencias” europeas en materia de defensa.

La experiencia, según reivindicó el propio Sarkozy en un acto de homenaje a las víctimas del 11-S en la embajada de Estados Unidos en París el pasado viernes, es un aval para su controvertida decisión de reincorporar a Francia en el mando militar integrado de la OTAN, por cuanto demuestra que no sólo no resulta perjudicial para el proyecto de una defensa europea, sino que –por el contrario- puede contribuir a redinamizarlo.

El caso de Libia, por otro lado, parece consolidar en el seno de la Unión Europea una doble pareja rectora, un doble motor: el eje franco-alemán en el terreno político-económico y el eje franco-británico en el terreno político-militar. Un esquema dual que reserva a París un lugar central en Europa pero que no está exento de fricciones, como demostró la tensión generada entre París y Berlín a causa de la crisis libia.

Este doble equilibrio conviene perfectamente a Sarkozy, que desde el inicio de su mandato en 2007 se propuso diversificar su política de alianzas y reforzar sus vínculos con Londres. Pero no lo forzará hasta el punto de poner en peligro el eje París-Berlín, que ha tenido que admitir como irreemplazable. Como decía el general De Gaulle: “Europa son Alemania y Francia, los demás son la guanición”.

Héroes de la liberación

Sarkozy y Cameron, Cameron y Sarkozy -tanto monta, monta tanto-, pisaron ayer suelo libio aclamados como liberadores. Como héroes. Seis meses después de los primeros ataques aéreos de la coalición internacional contra las tropas del coronel Muamar el Gadafi, y mientras las fuerzas de la rebelión combaten todavía frente a los últimos reductos gadafistas, el presidente francés y el primer ministro británico se apresuraron a viajar a Libia –antes que cualquier otro líder extranjero- para reforzar su apoyo al nuevo poder revolucionario y subrayar que si Francia y el Reino Unido fueron los primeros en acudir en socorro de la insurrección, están determinados a seguir siéndolo en su respaldo al proceso de transición democrática y en la reconstrucción del país.
El primer mensaje de David Cameron y Nicolas Sarkozy a su llegada a Trípoli fue garantizar el mantenimiento del compromiso militar francobritánico hasta que el país sea completamente pacificado. “El trabajo no ha terminado. Hay zonas de Libia que todavía están bajo el control de Gadafi, que aún no ha sido capturado. Hay que acabar el trabajo”, afirmó el premier británico en la conferencia de prensa conjunta dada en Trípoli junto al jefe del Estado francés y el president del Consejo Nacional de Transición Libio (CNT), Mustafá Abdeljalil. Sus palabras encontraron su eco en las de Sarkozy: “Los ataques de la OTAN continuarán tanto cuanto los dirigentes de la Libia libre lo consideren necesario. El trabajo debe llegar a su fin”, dijo el presidente francés, quien remarcó que “Gadafi deber ser arrestado y rendir cuentas ante la justicia”.

La visita de Sarkozy y Cameron coincidió con una nueva ofensiva lanzada por las fuerzas rebeldes contra el bastión gadafista de Syrte, donde se registraron durante toda la jornada violentos combates. El Consejo Militar de Misrata difundió a última hora de la tarde un comunicado en el que afirmaba que sus tropas habían alcanzado el puente de Al-Gharbiyat, ya dentro del feudo familiar del dictador caído. El primer ministro británico subrayó que la cooperación militar occidental incluye también recuperar los miles de armas, sobre todo misiles y minas, que hay hoy en el país.

Los dos dirigentes se comprometieron con el CNT a apoyarle en la busca y captura no sólo de Gadafi, sino también de sus familiares y de todos aquellos prohombres del régimen acusados de crímenes. Sarkozy y Cameron aceptaron, a petición de Abdeljalil, gestionar con el Gobierno de Níger la entrega de los gadafistas refugiados en este país subsahariano. El presidente francés pidió a los libios que aborden la transición con un espíritu de “perdón y reconciliación”, aunque admitió que eso sólo será posible si los culpables de crímenes son juzgados. “No puede haber perdón si hay impunidad”, dijo.

Cameron y Sarkozy aterrizaron en el aeropuerto de Trípoli a media mañana, con sólo nueve minutos de diferencia –ventaja para el británico- y en medio de fuertes medidas de seguridad. París envió a Libia un contingente especial de 160 agentes especiales de las Compañías Republicanas de Seguridad (CRS). El viaje, largamente acariciado por el presidente francés, ha esperado a que el nuevo poder nacido en Bengasi –ciudad que visitaron por la tarde- se instalara en la capital. Para Francia, como para el Reino Unido, la integridad y unidad del país es una prioridad innegociable.

Los dos líderes europeos reafirmaron su determinación de mantener su apoyo a la transición libia, no sólo militar, sino también político, diplomático y económico. Empezando por conseguir el reconocimiento de la ONU al nuevo poder constituido y la liberación de los fondos libios congelados en el extranjero. Y ambos, nuevamente al unísono, descartaron toda tentación o sospecha de tutela exterior: “Los libios deben elegir su futuro y a sus dirigentes”, subrayó Sarkozy. “Ésta es vuestra revolución, no la nuestra”, remachó Cameron. Pronto se vio, sin embargo, que si el intervencionismo político y militar francobritánico no levanta, en apariencia, grandes suspicacias en Libia, no sucede lo mismo cuando se aborda la cuestión de los intereses económicos en juego.

Si el primer ministro británico eludió referirse a este espinoso asunto, Sarkozy lo abordó de cara, para desmentir vigorosamente la existencia de tratos secretos sobre el reparto del petróleo libio. “No ha habido ningún acuerdo bajo mano sobre las riquezas de Libia. Nosotros no pedimos ninguna preferencia, ningún favor”, aseguró el presidente francés, quien instó al nuevo gobierno libio a abordar los proyectos de reconstrucción del país convocando concursos de ofertas públicos y respetando las garantías del Estado de derecho. Abdeljalil, naturalmente, se comprometió a ello. Aunque matizó: “Todos los países participarán al nivel de su implicación”. Ventaja para París y Londres.

jueves, 15 de septiembre de 2011

Villepin, con la puerta abierta pero solo

Nicolas Sarkozy había prometido colgar de un gancho de carnicero a los urdidores del caso Clearstream, entre los que incluía a Dominique de Villepin. La justicia francesa le habrá dejado con las ganas. El Tribunal de Apelación de París exculpó ayer definitivamente al ex primer ministro, confirmando así la primera sentencia absolutoria dictada en enero de 2010 por el Tribunal Correccional. El fallo despeja el camino para una eventual candidatura de Villepin al Elíseo en 2012, posibilidad que él mismo ha alimentado en los últimos meses y sobre la cual dejó planear ayer de nuevo una calculada ambigüedad.
La sentencia del Tribunal de Apelación desmonta los argumentos de la fiscalía y concluye que no hay ninguna prueba que demuestre la implicación de Villepin –ni como instigador ni como cómplice- en la trama montada en 2004 para desacreditar a un grupo de empresarios y políticos franceses, entre ellos el actual presidente de la República, a base de atribuirles falsamente el cobro de comisiones ilegales a través de cuentas bancarias en el extranjero. Las presuntas pruebas esgrimidas consistían en unas falsas listas de la caja de compensación luxemburguesa Clearstream.

El tribunal condena, en cambio, por falsificación y denuncia calumniosa al matemático Imad Lahoud, ex director científico del grupo aeronáutico y de defensa europeo EADS, a tres años de cárcel -con 18 meses de suspensión condicional de la pena- y 40.000 euros de multa. Y por denuncia calumniosa al ex vicepresidente de EADS Jean-Louis Gergorin, con otros tres años de prisión –con 30 meses de suspensión- y otros 40.000 euros.

Villepin expresó a la salida del tribunal su satisfacción por la sentencia, pero su semblante serio manifestaba otra preocupación. Enterrado el caso Clearstream, un nuevo escándalo amenaza ahora al ex primer ministro, acusado por el turbio abogado Robert Bourgi de haber cobrado –junto con el ex presidente Jacques Chirac- grandes sumas de dinero de varios autócratas africanos. “Clearstream fue iniciado en 2005-2006, en vísperas de la elección presidencial de 2007. Me gustaría que eso pueda servir de lección para la presidencial de 2012”, advirtió de forma velada Villepin.

La amenaza de nuevos problemas judiciales no es el único motivo de preocupación para Villepin. Su movimiento político, República Solidaria, no acaba de despegar y los sondeos preelectorales no le dan más de un 5% de expectativas de voto. Poco a poco, además, se va quedando solo. A los secretarios de Estado Georges Tron y Marie-Anne Montchamp, que le dejaron en la estacada cuando Sarkozy les ofreció un puesto en el Gobierno, se han sumado nuevos desertores, entre ellos los diputados Hervé Mariton y François Goulard, dos de los fieles de primera hora. Por irse, se han acabado yendo hasta el portavoz de su partido, Daniel Garrigue, y su jefa de prensa, Chantal Bockel.

Y, para rematar, lo ha abandonado incluso su propia esposa, Marie-Laure de Villepin, tras 25 años de matrimonio, poco dispuesta a seguirle en su nueva aventura. “El compromiso político es su vida. Yo he jugado el juego durante años y ahora quiero pasar página. Pero él quiere continuar, así que yo tomo otro camino”, declaró a la revista Gala. “Cuando me casé con él, era un diplomático, no un político, ¡me engañaron con la mercancía!”, ironizó su ex mujer, con quien tiene tres hijos.

En estas circunstancias, ¿dará Villepin el paso de presentarse como candidato? Para ayudarle a decidir en sentido contrario, la UMP busca la reconciliación y, según se dice, parece dispuesta a ofrecerle una cómoda circunscripción para ser elegido diputado en las próximas elecciones legislativas.

martes, 13 de septiembre de 2011

Tormenta bancaria

Tres de los mayores bancos franceses, BNP Paribas, Crédit Agricole y –sobre todo- la Société Générale, están en el ojo del huracán a causa de su exposición a la deuda griega y la perspectiva de una inminente degradación de su calificación por parte de la agencia de notación Moody’s. La tormenta bancaria llevó ayer a la Bolsa de París a cerrar una nueva jornada negra, con una caída del 4,3%, que se añade al descenso del 3,6% del pasado viernes y sitúa el índice CAC 40 en su nivel más bajo desde abril del 2009. Las tres entidades citadas fueron las más castigadas –con pérdidas del 12,35%, 10,64% y 10,75%, respectivamente-, mientras los responsables políticos y económicos franceses multiplicaban sus intervenciones para garantizar la solidez del sistema bancario.
“Los bancos franceses no tienen problemas de liquidez ni de solvencia. Cualquiera que sea el escenario griego y cualesquiera que sean las provisiones a hacer, los bancos franceses tienen los medios de hacerle frente”, aseguró a media mañana –sin gran éxito sobre la evolución de los valores bursátiles- el gobernador del Banco de Francia, Christian Noyer, respaldado más tarde por el presidente del Banco Central Europeo, Jean-Claude Trichet, quien aseguró que el BCE está dispuesto a facilitar a los bancos toda la liquidez necesaria, de forma “ilimitada” y a un tipo de interés “fijo” para la zona euro.

El Gobierno francés, con el primer ministro, François Fillon, y el ministro de Economía, François Baroin, a la cabeza repetían en eco las declaraciones tranquilizadoras, mientras el ministro de Industria, Eric Besson, juzgaba “totalmente prematuro” plantear una posible nacionalización parcial de los bancos franceses.

El pánico en la Bolsa de París se desató por los rumores insistentes de que Moody’s podría decidir en los próximos días rebajar en un peldaño la actual calificación de los tres grandes bancos franceses a causa de su exposición a la deuda griega ante la perspectiva de una eventual quiebra del Estado griego.

Los últimos datos oficiales conocidos sobre el volumen de deuda griega en manos de estos tres bancos –BNP, 5.000 millones de euros; Société Générale, 2.700 millones; Crédit Agricole, 600 millones- son antiguos y, en consecuencia, poco fiables.

Así, la Société Générale poseería en este momento ya sólo 1.000 millones de deuda griega lo que a juicio de su presidente, Frédéric Oudéa, hace que un eventual impago  tuviera un efecto “despreciable”.  Globalmente, la entidad tiene un total de 4.300 millones de deuda soberana de los países de la zona euro que atraviesan dificultades en los mercados –España, Grecia, Irlanda, Italia y Portugal-, una exposición que considera “limitada, a la baja y asumible”.  Oudéa aseguró también que el banco tiene totalmente cerrado su programa de financiación a largo plazo para 2011, de 26.000 millones de euros, a tipos de interés “competitivos” y quitó importancia a la degradación de la nota de Moody’s, por ser un acontecimiento ya asumido por el mercado.

La situación de Société Générale, tocada por el caso Kerviel y la crisis de las subprimes, y objeto de rumores poco tranquilizadores, es la más delicada, toda vez que desde principios de año ha perdido cerca del 60% de su capitalización bursátil. En este contexto, su presidente anunció  un plan de recorte del gasto que pasará por una reducción del 5% de los costes de su banco de inversiones (Corporate Investment Banking), junto a una disminución de sus actividades, la liberación de activos por valor de 4.000 millones y una reducción “significativa” de personal en “ciertos países”, sin más precisión.


Susto nuclear

Un muerto, cuatro heridos –uno de ellos con graves quemaduras- y un susto. Un susto finalmente sin consecuencias. Éste es el balance del accidente que sobrevino ayer, al filo de mediodía, en el centro de tratamiento de residuos radioactivos francés Centraco, situado junto al complejo nuclear de Marcoule, a orillas del Ródano, en el departamento del Gard. Como siempre que se produce un incidente en una planta nuclear, un escalofrío sacudió a la opinión pública francesa -y también a la española, debido a la relativa proximidad de la frontera: 286 kilómetros-, antes de que la Autoridad de Seguridad Nuclear (ASN) diera por terminado el problema poco después de las cuatro de la tarde. La sombra de Fukushima y aún de Chernobyl –sobre cuyos efectos diferidos se ha pronunciado esta misma semana la justicia francesa, para archivarlos- pesa en los ánimos.
El accidente de Centraco se produjo al explotar,  presumiblemente a causa de una reacción química, un horno destinado a fundir metales de baja radioactividad. La explosión mató en el acto a uno de los trabajadores y causó heridas a otros cuatro, trasladados al hospital de Montpellier. Ninguno de los heridos resultó contaminado por radiaciones. De hecho, no se registró ninguna fuga de radioactividad al exterior. Ni la explosión ni el incendio causado por ésta –dominado por los bomberos a la una de la tarde- dañaron la integridad del edificio que contiene el horno.

La empresa que gestiona el centro, Socodei –filial del grupo eléctrico público EDF- puso en marcha su plan de seguridad interno y la ASN activó su centro de crisis y envió un equipo de inspectores al centro. Pero al no haber ninguna fuga de radioactividad no fue necesario ni evacuar ni confinar a los trabajadores ni tampoco a la población. La radioactividad dentro del horno que explotó es de aproximadamente 67.000 bequereles por cada cuatro toneladas, lo que representa 17 bequereles por kilo, una cantidad “muy, muy débil”, según subrayó a la agencia France Presse Olivier Isnard, experto del Instituto de Radioprotección y Seguridad Nuclear.

Centraco, en el que trabajan 350 personas, está especializado en la recuperación y  tratamiento de residuos nucleares de baja o muy baja actividad. Situado en el término municipal de Codolet, junto al gran complejo nuclear de Marcoule –donde se produjo por primera vez en Francia plutonio para uso militar-, el centro empezó a funcionar en 1999. La ASN constató tiempo atrás algunas “lagunas” en la “cultura de seguridad” de esta planta, que según las autoridades habían empezado ya a ser corregidas en 2010, según el informe del año pasado. “Si las nuevas disposiciones puestas en práctica indican una real implicación del explotador para remediar las dificultades encontradas, la ASN velará sin embargo por que esta estrategia puesta en práctica permita inscribir estos progresos en el tiempo”, añadía.

Las 58 centrales nucleares francesas y todos los centros de tratamiento y almacenamiento de residuos radioactivos han sido sometidos en los últimos meses, a raíz del accidente nuclear en la central japonesa de Fukushima, a pruebas de resistencia (stress test), cuyos resultados deben conocerse antes de fin de año.

DSK, segundo asalto

Sin esposas, sin paseíllo ante las cámaras, con la discreción típicamente francesa y bajo la cómoda condición de testigo –no de acusado-, Dominique Strauss-Kahn se vio ayer de nuevo interrogado por la policía por un presunto intento de violación. En este caso, de la periodista y escritora francesa Tristane Banon, que el pasado mes de julio presentó una denuncia contra el ex ministro socialista y ex director del Fondo Monetario Internaciona (FMI) por unos hechos supuestamente cometidos el año 2003.
Exculpado por la justicia norteamericana –por falta de pruebas- de la violación de la empleada del hotel Sofitel de Manhattan  Nafisatou Diallo, y de regreso en Francia desde el pasado 4 de septiembre, Strauss-Kahn se enfrenta ahora al riesgo de un segundo proceso por un delito sexual. Pero si le fue difícil a la fiscalía de Nueva York reunir pruebas suficientes para mantener los cargos en su contra no parece que le vaya a ser más fácil a la fiscalía de París, teniendo en cuenta el tiempo transcurrido.

Strauss-Kahn acudió a declarar a petición propia –con el fin de acelerar el procedimiento y según sus amigos, “saldar este asunto”- a la sede de la policía judicial, en la que permaneció tres horas. El ex director del FMI, que ha presentado una demanda contra Banon por denuncia calumniosa, negó todas las acusaciones de la joven, que en su momento calificó de “fabulaciones”.

Banon, de 32 años, acusa a Strauss-Kahn de haber intentado abusar sexualmente de ella en 2003, en un apartamento de París donde la había citado para realizar una entrevista, en el marco de un libro que la joven estaba preparando. Banon renunció a presentar denuncia en su momento aconsejada por su madre, Anne Mansouret, militante socialista y –según confesó este verano- ex amante del político francés.

Toda la dificultad de la investigación abierta por la fiscalía de París reside en establecer si en efecto hubo un intento de violación –delito que tiene diez años de prescripción y que, por tanto, todavía podría ser juzgado- o hubo sólo una agresión sexual, en cuyo caso habría prescrito.

Antes de tomar declaración a Strauss-Kahn, la policía ha interrogado a numerosas personas, entre ellas a la segunda esposa del político, Brigitte Guillemette, cuya hija –Camille, la misma con la que DSK almorzó el día en que fue detenido en Nueva York- era amiga personal de Tristane Banon, así como al primer secretario del Partido Socialista en la época, François Hollande. Ahora, el fiscal deberá decidir si archiva el caso o lo pasa a un juez de instrucción.

Temiendo que la justicia francesa se disponga a cerrar el caso, Tristane Banon ha organizado con el apoyo de diversas asociaciones feministas una manifestación frente al palacio de justicia el 24 de septiembre. En un texto colgado de su página de Facebook, la periodista expresa su “náusea” por el tratamiento de “héroe” con que Strauss-Kahn ha sido recibido a su regreso a Francia. Y añade: “Sin embargo, soy yo quien agacha la cabeza y camina pegada a las paredes, cuando otros sonríen a las cámaras”.
 

Chirac y Villepin, salpicados por la ‘Françafrique’

Un nuevo escándalo, aunque con sabor añejo, ha venido a sacudir la política francesa a siete meses de las elecciones presidenciales, en lo que aparece como el enésimo ajuste de cuentas en el seno de la derecha. Esta vez, de la mano de la tumultuosa Françafrique. Un oscuro abogado, Robert Bourgi, histórico intermediario entre París y los jefes de Estado de las antiguas colonias francesas en África, ha salido de su silencio para acusar al ex presidente de la República Jacques Chirac y el ex primer ministro de Dominique de Villepin de haber recibido entre 1997 y 2005 –a través suyo- hasta 20 millones de dólares donados por diversos dirigentes africanos. Bourgi, que aporta numerosos detalles aunque admite no tener pruebas materiales, sostiene que estas prácticas habrían beneficiado también a Pompidou y Giscard d’Estaing, así como al fundador de Frente Nacional, Jean-Marie Le Pen, y que habrían cesado con Nicolas Sarkozy. Se da la circunstancia de que Bourgi es un hombre próximo al actual presidente francés. Chirac y Villepin negaron tales acusaciones y anunciaron la presentación de demandas por difamación.

viernes, 9 de septiembre de 2011

Alerta de recesión

Una nueva recesión puede estar a la vuelta de la esquina en los países ricos. Así lo alertó ayer la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), que se ha visto obligada a revisar rápidamente a la baja las previsiones de crecimiento que había hecho en mayo pasado. “El riesgo de un periodo de crecimiento negativo se ha reforzado”, advirtió el economista jefe de la organización, Pier Carlo Padoan, quien llamó a los bancos centrales a mantener los actuales tipos de interés y aún a bajarlos si la recuperación no vuelve a arrancar. Del mismo modo, alentó a los países que tienen margen presupuestario para hacerlo  -Alemania, entre otros- a aflojar un poco la mano en la política de austeridad. La OCDE, profeta del saneamiento financiero, ha tenido que rendirse a la evidencia de que las restricciones presupuestarias adoptadas de forma generalizada en Europa amenazan con provocar una recaída.
Los últimos cálculos de la OCDE, aunque solamente indicativos –el grado de incertidumbre, admite la propia organización, impide tomárselos al pie de la letra- son más bien sombríos para los países desarrollados. Dejando al margen a Japón –en una situación particular a causa de los efectos del tsunami-, el crecimiento económico en el resto de países del G-7 (Estados Unidos, Canadá, Alemania, Reino Unido, Francia e Italia) quedará, de media, por debajo del 1%. Con algún vaticinio sorprendente, incluso, como el dato negativo (-1,4%) previsto para Alemania en el cuarto trimestre de este año y para Italia (-0,1%) en el tercer trimestre.

El análisis de la OCDE constata una ralentización de la economía próxima al estancamiento, la contracción del comercio mundial –con el mantenimiento de fuertes desequilibrios de balanza corriente-, el mantenimiento de elevados índices de paro y una degradación de la confianza de las empresas y los consumidores particulares. Los bajos niveles de consumo y de inversión de las empresas son uno de los factores de riesgo que, según la OCDE, amenazan la recuperación, junto con las medidas de saneamiento de las finanzas públicas, la excesivamente moderada bajada de los precios del petróleo, la crisis de la deuda soberana en la zona euro y el impacto de factores coyunturales, como el parón nuclear en Alemania.

La OCDE no descarta que la crisis de la deuda soberana pueda intensificarse de nuevo en los próximos meses. Para frenar esta deriva y restablecer la confianza, la organización defiende la mejora de los mecanismos de gobierno de la zona euro y la recapitalización de los bancos afectados por su exposición a la deuda soberana de los países en dificultades. En esto último, la OCDE coincide totalmente con la directora del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, que ha sido ásperamente criticada en Europa, y particularmente en Francia, por decir lo mismo.



Justicia clemente para Galliano

Despedido fulminantemente de la casa Dior, privado de la marca que lleva su propio nombre, avergonzado ante todo el planeta, John Galliano ha encontrado en la justicia francesa la clemencia que sus patrones le negaron hace seis meses. El Tribunal Correccional de París condenó ayer al modisto británico a 6.000 euros de multa, con suspensión de condena –esto es, que no deberá cumplir si no reincide-, por un delito de injurias racistas de carácter antisemita.
Los jueces han optado por ser benevolentes, después de que el creador pidiera excusas por su comportamiento y se comprometiera a seguir tratamientos de desintoxicación de su adicciónal alcohol y los medicamente (los somníferos y el valium), y le han infligido una sanción más leve que la solicitada por la fiscalía -10.000 euros- y que la pena máxima prevista por la ley –de hasta seis meses de cárcel y 22.500 euros de multa-.

Galliano ha sido condenado por dos hechos similares ocurridos –en octubre del 2010 y febrero del 2011- en el mismo lugar: la terraza del café La Perle, un establecimiento próximo al domicilio del estilista, en el barrio parisino del Marais. En ambos casos, el modisto, totalmente ebrio, importunó a otros clientes del local, profiriendo insultos racistas y haciendo proclamas antijudías. Por el segundo caso –el que precipitó su caída- ha recibido una multa de 4.000 euros y 2.000 por el primero, grabado en vídeo. Galliano deberá asimismo indemnizar simbólicamente con un euro a cada una de las personas ofendidas, así como costear los gastos judiciales de las mismas y de las cuatro asociaciones antirracistas que se personaron en la causa, entre ellas Sos Racisme.

El abogado del modisto, Aurélien Hamelle, expresó su satisfacción por la sentencia del tribunal y valoró el hecho de que los jueces hayan tenido en cuenta “las circunstancias de su enfermedad”. Para curarse de sus múltiples adicciones, Galliano siguió durante dos meses dos tratamientos de desintoxicación en Arizona (Estados Unidos) y Suiza.

Arrojado fuera del paraíso de la moda por el dios del lujo, el todopoderoso presidente del grupo LVMH, Bernard Arnault, el modisto británico no sólo perdió la dirección artística de Dior, sino que también fue despedido de su propia sociedad –John Galliano-, cuyo accionista mayoritario era su patrón. Para el presidente de Dior, Sidney Toledano, el comportamiento de su creador estrella fue “particularmente odioso”.

Desde entonces, Galliano ha estado apartado del mundo de la moda. Con una única excepción: fue él quien en plena cura de desintoxicación diseñó el que iba a ser el vestido de boda de la top model Kate Moss, que contrajo matrimonio el pasado mes de julio con el rockero Jamie Hince. Con un talento mundialmente reconocido, el regreso de Galliano a las pasarelas puede ser sólo una cuestión de tiempo.

Donde, presumiblemente, Galliano no volverá a poner nunca más los pies es en la casa Dior, ni en niguna otra del gigantesco grupo LVMH. Y no porque el puesto no esté libre. Bernard Arnault se ha tomado un largo tiempor de reflexión y todavía no ha nombrado a su sustituto en Dior. El último nombre que suena es el de Marc Jacobs, un hombre de la casa, que se ha labrado un reconocimiento unánime al frente de la dirección artística de Louis Vuitton.