Dominique Strauss-Kahn puede estar acabado, pero no muerto. Cuatro meses y cuatro días después de su inopinada detención en Nueva York acusado de violación, oficialmente exculpado pero socialmente señalado, el ex ministro socialista francés y ex director del Fondo Monetario Internacion al (FMI) compareció anoche por primera vez en televisión para ofrecer su versión de los hechos –parca, sin detalles- y buscar el perdón de los franceses. Strauss-Kahn hizo acto de contricción –aunque no pidió directamente excusas-, admitió su culpa -pero presentándose como víctima- y confirmó su apartamiento –temporal- de la política, aunque dejando la puerta abierta de par en par a un eventual retorno. La pasión con que habló de la tormente del euro y la crisis económico-financiera dieron a entender que hay Strauss-Kahn para rato.
La anunciada aparición de DSK en televisión levantó una enorme excitación en el mundo político-mediático. Pero en la calle no había una expectación especial. Como mucho, curiosidad y, si acaso, morbo. Un sondeo del instituto Ifop para el Journal du Dimanche constataba ayer mismo que la mayoría de los franceses, el 53%, sólo esperaba, y deseaba, que DSK anunciara anoche su retirada política. No hubo tal.
Por el contrario, Strauss-Kahn, pese a situarse momentáneamente al margen del debate político interno –“No soy candidato a nada”, “no pienso inmiscuirme en las primarias socialistas”, dijo-, demostró que sigue sintiéndose personalmente implicado en lo que está pasando en Francia, Europa y el mundo. De momento, remarcó, se tomará “un tiempo” para descansar, reflexionar y reencontrar a su familia. Pero más adelante no descarta asumir un compromiso político. “Toda mi vida ha estado consagrada a intentar ser útil al bien público… Ya se verá”, dijo. On verra!
Strauss-Kahn eligió calculadamente dar la cara en el telediario de la noche de TF1 –el de más audiencia-, y hacerlo en domingo, para asegurarse que le entrevistaba la periodista Claire Chazal, una amiga de su mujer. El tono, efectivamente, fue en todo momento amable y considerado. El ex director del FMI, con traje negro, apareció con semblante serio y mirada grave, que sólo chispeó al hablar de cuestiones económicas.
Lo que sucedió exactamente el 14 de mayo en la suite 2806 del hotel Sofitel de Manhattan entre el político socialista y la mujer de la limpieza Nafissatou Diallo siempre será un misterio. Strauss-Kahn, que reiteró su inocencia, no lo explicó anoche. Sólo dijo lo que no pasó: “No hubo violencia, ni coacción, ni agresión, ni ningún acto delictivo”, seguró, apoyándose a este respecto en el contenido del informe final del fiscal de Nueva York –que esgrimió ante las cámaras- por el cual se retiraron los cargos en su contra.
Strauss-Kahn admitió la existencia de una relación sexual consentida, aunque –aclaró explícitamente- no “tarifada”. Una relación “no sólo inapropiada” –dijo-, “sino que representa una falta. Hacia mi mujer, mis hijos, mis amigos y los franceses”. “Fue peor que una debilidad, fue una falta moral, que no he dejado de lamentar”, añadió.
Más allá de esto, y apoyándose nuevamente en el informe del fiscal, acusó a Nafissatou Diallo de mentir, mostró su incredulidad por el hecho de ser perseguido ahora por la vía civil y sugirió que detrás de la denuncia de la empleada del hotel podría haber un interés económico. ¿Una trampa? “Una trampa es posible, un complot… ya veremos”, contestó cuando se le preguntó sobre ello. El ex director del FMI, sin lanzar una acusación explícita, dejó caer la sospecha sobre la actuación equívoca de la dirección del hotel –de la cadena francesa Accor-, que negó información a sus abogados defensores. “Colaboró con Nafissatou Diallo pero no conmigo”, subrayó. Y no parece presto a olvidarlo.
Enfundado en el traje de víctima, Strauss-Kahn dijo haberse sentido “humillado y pisoteado”, y haber “tenido miedo, mucho miedo”. “He perdido mucho”, remarcó, antes de admitir que, antes de su detención, tenía decidido presentarse como candidato el Elíseo. “Todo esto ha quedado atrás”.
El político socialista no perdió la oportunidad de agradecer publicamente a su esposa, la ex periodista Anne Sinclair, el apoyo sin reservas que le ha prestado desde el primer momento. “Es una mujer excepcional. No hubiera resistido sin ella, tengo una suerte enorme por tenerla a mi lado”, afirmó. Y lamentó haberle “hecho daño”. “Me lo reprocho”.
Exculpado en Estados Unidos –al menos en materia penal-, Strauss-Kahn tiene abierto aún en Francia un caso similar, tras la denuncia presentada por la periodista y escritora Tristane Banon por un supuesto intento de violación en 2003. El ex ministro negó las acusaciones: “No hubo ninguna agresión, ninguna violencia. No diré más”, afirmó, antes de acusar a Banon de ofrecer una versión “imaginaria y calumniosa”.
Con todo, dijo comprender la imagen negativa que de él puedan tener las mujeres francesas a partir de todo lo que se ha dicho. “Se han escrito decenas de mentiras. No me gusta el retrato que se ha hecho de mí y lo recuso, aunque asumo mi responsabilidad”. Tras reivindicar su respeto por las mujeres, admitió implícitamente su anterior vida disipada cuando dijo: “Esa ligereza la he perdido para siempre”.