jueves, 31 de octubre de 2013

'Los 343 cabrones'

Su título es provocador, su tono, descarado y su contenido, declaradamente combativo. Además de abiertamente antifeminista... Un grupo de 343 hombres franceses –única y exclusivamente hombres–, entre los cuales hay conocidos portavoces de la autodenominada “derecha desacomplejada”, han firmado un manifiesto para expresar su absoluto rechazo a la proposición de ley de dos diputadas socialistas para endurecer la lucha contra la prostitución a base de penalizar a los clientes de las prostitutas. La iniciativa ha sido promovida por el semanario político Causeur (“conversador”), exponente de la corriente neoconservadora, que no ha dudado en adoptar –adaptándolos– conocidos lemas de la izquierda.

Así, los firmantes se hacen llamar Les 343 salauds (“Los 343 cabrones”), en alusión a las 343 salopes (“343 guarras”), como fueron llamadas satíricamente en 1971 las firmantes –con Simone de Beauvoir a la cabeza– de un célebre manifiesto en favor de la despenalización del aborto. Para redondear la provocación, el eslogan escogido –Touche pas à ma pute! (“¡No toques a mi puta!”)– evoca el utilizado por la organización SOS Racisme en 1985 –Touche pas à mon pote! (“No toques a mi amigo!”)– para denunciar el racismo y la xenofobia.

Entre los firmantes del manifiesto están el escritor, comentarista y presentador de televisión Frédéric Beigbeder –cuya última aventura profesional ha sido la reedición de la histórica revista erótica Lui–; el periodista y editorialista Eriz Zemmour –estandarte de la nueva derecha neorreaccionaria (néoréac), que se dio a conocer en el 2006 con un libro antifeminista titulado “El primer sexo”–; el articulista de derechas Ivan Rioufol, que escribe una combativa columna en Le Figaro: el humorista Basile de Koch –marido de Frigide Barjot, la activista que lideró el movimiento conservador contra el matrimonio homosexual–, y el letrado Richard Malka, abogado del exministro socialista y exdirector del Fondo Monetario Internacional (FMI) Dominique Strauss-Kahn, salpicado por todos los escándalos sexuales habidos y por haber.

También lo han suscrito el actor y director teatral Philippe Caubère –que en el 2011 publicó una tribuna en <CF21>Libération</CF> confesándose “cliente de prostitutas”–; el humorista y escritor Nicolas Bedos –un militante de la provocación– o el novelista y crítico musical Benoît Duteurtre.

“Homos o heteros, libertinos o monógamos, fieles o volubles, somos hombres. Eso no hace de nosotros los frustrados, perversos o psicópatas descritos por los partidarios de una represión disfrazada de combate feminista”, escriben los firmantes, quienes –tras aclarar que no todos han “ido de putas”– rechazan en nombre de la libertad la pretensión del poder político de legislar sobre los hábitos sexuales de los ciudadanos. Para la directora de la revista Causeur, Elisabeth Lévy, el objetivo es “defender la libertad” y “la causa de los hombres”.

La ministra de los Derechos de las Mujeres y portavoz del Gobierno, Najat Vallaud-Belkacem, descalificó las motivaciones del manifiesto: “Las 343 guarras pedían disponer de su propio cuerto, los 343 cabrones piden disponer del cuerpo de los demás”, declaró por todo comentario.

La proposición de ley que está en el centro de la polémica no ha sido presentada por el Gobierno en tanto que tal –aunque cuenta con el apoyo de la ministra Vallaud-Belkacem–, sino por los diputadas socialistas Maud Olivier y Catherine Coutelle, quienes proponen castigar con una multa de hasta 1.500 euros –el doble, en caso de reincidencia– a los clientes de las prostitutas, a quienes se pretende “responsabilizar”.
La medida, que será debatida el 27 de noviembre, se inspira en la legislación sueca en la materia. Y el principal reproche que suscita –más allá de la arrogancia de pretender “abolir” la prostitución– es que puede resultar contraproducente. Además de las propias interesadas –agrupadas en el Sindicato de Trabajadoras del Sexo– también se oponen algunas asociaciones de ayuda social y de salud, que temen que las prostitutas queden en una situación todavía más precaria. 


Frigide Barjot, expulsada de su vivienda pública

El matrimonio de humoristas formado por Virginie y Bruno Tellenne, más conocidos como Frigide Barjot y Basile de Koch –este último, firmante del manifiesto de los 343 salauds–, han recibido el requerimiento de un tribunal para que desalojen, en el plazo de cuatro meses, la vivienda pública que ocupan cerca de la torre Eiffel. Se trata de un dúplex de 173 metros cuadrados por el que pagan un alquiler de 2.850 euros al mes, un precio bastante por debajo del del mercado. El Ayuntamiento de París, que ha instado su expulsión, alega que subarrendaron una parte para una actividad comercial. Barjot, que lideró la oposición al matrimonio gay, se considera víctima de una venganza política.







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