Los movimientos
sísmicos que agitan desde hace meses la política francesa amenazan con devenir
un fenómeno telúrico de grandes dimensiones. El creciente apoyo popular a la
extrema derecha podría conducir por primera vez al Frente Nacional (FN) de
Marine Le Pen a ganar unas elecciones de ámbito nacional. Así lo pone de
manifiesto un sondeo realizado por el instituto Ifop para Le Nouvel
Observateur sobre las elecciones europeas del próximo mes de mayo,
que sitúa al FN en cabeza con un 24% de intención de voto. Algo se mueve con
inusitada fuerza en el magma oculto de la opinión pública.
No es la primera vez que un sondeo coloca a Marine Le Pen y
su partido en cabeza. Una controvertida encuesta de Harris Interactive ya lo
hizo –y por un resultado idéntico, del 24%– en marzo del 2011 elucubrando con
un año de antelación sobre las elecciones presidenciales del 2012. No fue un
vaticinio acertado, pero constituyó el primer aviso: Marine Le Pen obtuvo al
final casi el 18% y 6,3 millones de votos.
Este nuevo sondeo hay que tomarlo con la misma cautela,
aunque sólo sea porque –a diferencia de otros estudios– separa los votos
atribuidos a la Unión por un Movimiento Popular (UMP) y a sus aliados
centristas de la Unión de Demócratas e Independientes (UDI). De sumarlos, el
Frente Nacional quedaría en segundo lugar. Pero en cualquier caso, el sondeo
detecta una clara tendencia a alza en el apoyo al FN –la intención de voto era
en mayo del 22%– y confirma el hundimiento del Partido Socialista.
No se trata de la primera señal de este tipo. Los sondeos
sobre las elecciones municipales también son buenos –aunque en menor medida–
para el FN. Y su presidenta, Marine Le Pen, se ha aupado recientemente de forma
sorprendente al puesto número tres en la lista de políticos más populares de
Francia, por detrás del ministro del Interior, Manuel Valls, y del expresidente
Nicolas Sarkozy, y empatada con los exprimeros ministros François Fillon y
Alain Juppé. Las diversas elecciones parciales llevadas a cabo en los últimos
meses en Francia –la última, el pasado domingo en Brignoles (Var)– ha puesto,
en fin, de manifiesto hasta qué punto el FN es capaz de pasar a la segunda
vuelta y eliminar por el camino a la izquierda.
Es evidente que entre un segmento cada vez más amplio del
electorado –fundamentalmente, el popular– el renovado FN de Marine Le Pen
empieza a tener crédito como partido de gobierno, a diferencia de lo que
sucedía con su padre, el sulfuroso Jean-Marie Le Pen. Con todo, el voto
dirigido al FN tiene mucho de voto de protesta anti-sistema. De ahí que sea en
las elecciones europeas –unos comicios en los ciudadanos tienen la equivocada
sensación de que no se juegan nada– donde sus expectativas de voto sean más
elevadas.
Algunos politólogos lo vienen advirtiendo desde hace tiempo:
la extrema derecha puede dar la campanada en las próximas elecciones europeas,
en Francia y en otros países. Es el caso de Dominique Reynié, director de la
Fundación para la Innovación Política (Fondapol) y autor de un libro de referencia
sobre los movimientos populistas, quien vaticinaba hace unos meses desde estas
páginas un sensible aumento del apoyo al FN en las europeas. “El FN es el mejor
situado, puesto que está contra la austeridad, contra Europa, contra los
inmigrantes… En términos de intensidad de protesta, presenta el modelo más
puro”, argumentaba. Ayer juzgaba totalmente creíble el resultado del sondeo de
Ifop. “Es conforme a mis previsiones”, afirmó.
Marine Le Pen, que se hizo con las riendas del partido en
enero del 2011, ha
conseguido en algo más de dos años y medio normalizar relativamente la imagen
del FN, hacerlo aparentemente más “frecuentable”. De tal modo que cada vez hay
más gente que pierde todo reparo a la hora de expresar públicamente sus
simpatías políticas con el partido.
El último en apuntarse a la ola ha sido el actor Alan Delon,
uno de los patrimonios nacionales de los franceses. “El Frente Nacional, como
el MCG (Movimiento Ciudadano Ginebrino), tiene cada vez un espacio más
importante, lo cual yo apruebo, apoyo y comprendo perfectamente bien”, ha
declarado la estrella, de 77 años, al diario de Ginebra Le
Matin. “La gente está harta de que se le hable como se le habla.
Quiere acción, quiere otra cosa”, añade.
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