miércoles, 30 de octubre de 2013

Hollande, enésima marcha atrás

François Hollande ordenó ayer dar marcha atrás a toda máquina y suspender la entrada en vigor de la nueva ecotasa sobre los camiones, que había encrespado los ánimos en Bretaña. Pero la maniobra del presidente francés, que suscita un nivel de desconfianza inédito en la opinión pública, puede revelarse tan contraproducente como onerosa.

Con la suspensión indefinida de la ecotasa, el Gobierno quiere apaciguar los ánimos y evitar una deriva violenta del movimiento de protesta, pero lo hará a costa de erosionar aún más la credibilidad del presidente, abrir una grave crisis de confianza con sus socios gubernamentales, Los Verdes, y dilapidar el dinero público. El panorama es tan desolador como el de la salomónica solución ofrecida al caso Leonarda.
La ecotasa, que debía entrar en vigor el próximo 1 de enero –y que ahora queda aplazada sine die–, no es un impuesto creado por Hollande, sino que es fruto del gran pacto nacional por el medio ambiente suscrito en el 2007 –bajo presidencia, por tanto, de Nicolas Sarkozy– por el Estado, las administraciones territoriales, empresas, sindicatos, partidos y organizaciones ecologistas. Pero, por azares de los ritmos políticos, se ha convertido en el exponente más visible de la exasperación de los franceses por la política fiscal de los socialistas.

La ecotasa fue concebida para gravar el consumo de combustibles fósiles en el transporte de mercancías. Los contribuyentes eran los camiones pesados (de más de 3,5 toneladas), que en función de su categoría y su nivel de emisiones iban a pagar entre 8 y 15 céntimos de euro por kilómetro recorrido. La contestación ha sido liderada por la patronal agrícola, FNSEA, a cuyo juicio, el nuevo impuesto encarecerá entre un 5% y un 10% los gastos de transporte, y ha prendido sobre todo en Bretaña, castigada por la crisis de su industria agroalimentaria.

El primer ministro, Jean-Marc Ayrault, fue el encargado de anunciar la suspensión, que “no supresión”, de la ecotasa. Y la justificó diciendo que ello permitirá dialogar con calma sobre las modalidades de su aplicación y “evitar el engranaje de la violencia”. La alusión no era gratuita: los servicios de información –Renseignements Généraux (RG)– habían alertado al Gobierno que la protesta podía acabar adquiriendo dimensiones “explosivas” y extenderse a otras regiones.

Lo que parece un mal menor, sin embargo, tendrá efectos secundarios graves para François Hollande. De entrada, para su imagen política, en la medida en que consolida la percepción de los franceses de que el presidente no tiene ninguna autoridad. Y a continuación porque emponzoña sus relaciones, ya difíciles, con los ecologistas, que semanas atrás amagaron con irse del Gobierno por sus incumplimientos en materia de medio ambiente.

Por si fuera poco, la suspensión de la entrada en vigor de la ecotasa no sólo hará perder al Gobierno unos preciados ingresos –1.000 millones de euros al año–, sino que además le obligará a pagar a la empresa que ha instalado los 180 pórticos de control en la red viaria principal y que deberá percibir 50 millones al trimestre. Haya o no haya ecotasa. 


Liberados cuatro rehenes en Níger

Los cuatro rehenes franceses secuestrados por AQMI en una explotación de uranio de la empresa Areva en Níger, el 16 de septiembre del 2010, Thierry Dol, Daniel Larribe, Pierre Legrand y Marc Féret, fueron liberados ayer sanos y salvos después de algo más de tres años de cautiverio. Otros tres secuestrados el mismo día –una mujer francesa, un hombre togolés y otro malgache– fueron liberados en el 2011.




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