Miles de
estudiantes franceses de enseñanza secundaria, entre 2.000 y 7.000 según las
informaciones contradictorias de la policía y de los organizadores, se
manifestaron ayer por las calles de París para protestar por las expulsiones de
alumnos extranjeros en situación irregular y reclamar el retorno a Francia de
la niña rom repatriada a Kosovo el pasado día 9,
Leonarda Dibrani, de 15 años, y otro estudiante de 19 años, Khatchik
Kachatryan, devuelto el sábado a Armenia. Manifestaciones similares se registraron
en otras poblaciones de provincia, como Avignon o Mende.
Los estudiantes, dirigidos por el sindicato estudiantil Fidl
(Fédération indépendante et démocratique lycéenne), tienen previsto volver a
manifestarse hoy. Pero la movilización, sin embargo, puede agotarse hoy mismo,
debido al inicio de las vacaciones de Todos los Santos, que dejarán las aulas
vacías durante dos semanas. Ello dará un respiro temporal al ministro del
Interior, Manuel Valls, que goza del apoyo mayoritario de los franceses pero
tiene a toda la izquierda, incluidos buena parte de sus compañeros del Partido
Socialista, remontada en su contra por su política en materia de inmigración.
El caso de Leonarda Dibrani ha suscitado una viva emoción,
en la medida en que la muchacha llevaba cuatro años en Francia, estaba
escolarizada y habla perfectamente el francés. Y que para proceder a su
expulsión, junto con sus padres y sus cinco hermanos, la policía hizo detener
el autocar escolar en que se hallaba.
Valls ha defendido en todo momento la corrección de la
actuación gubernativa, pero la indignación general le ha obligado a abrir una
investigación administrativa interna. La derecha está de su lado. El diario
conservador Le Figaro atacó ayer a los socialistas por
haber convertido a la muchacha en “rehén de una manipulación política”.
Algunos, como el exministro de la UMP Patrick Devedjian, atribuyeron el origen
del problema a las disfunciones de la justicia, “que ha tardado cuatro años en
decidir la expulsión”.
La familia Dibrani había pedido asilo político, pero le fue
denegado. El padre, Resat Dibrani, de 47 años, ha admitido ahora a la agencia
Reuters haber mentido, con este fin, sobre la nacionalidad de sus hijos, que no
habrían nacido en Kosovo sino en Italia. El hombre fue investigado tiempo atrás
por presuntos malos tratos contra sus hijas, pero finalmente no hubo ninguna
persecución judicial, después de que su mujer retirara su denuncia.
Desde la población kosovar de Mitrovica, Leonarda multiplica
las declaraciones –a veces contradictorias– a los enviados especiales
franceses. Así, empezó diciendo que vivían en la calle, antes de admitir que
estaban alojados en un piso que les han facilitado durante un año las
autoridades. La chica insiste en que desea regresar a Francia y alega que en
Kosovo no puede ir a la escuela porque no entiende el idioma.
Valls, en situación precaria
La situación de Manuel Valls es en este momento delicada.
Si, como anunció el primer ministro, Jean-Marc Ayrault, el Gobierno acaba
decidiendo –a la vista de las conclusiones de la investigación interna– que
Leonarda y su familia regresen a Francia, el ministro del Interior se verá
gravemente desautorizado. En tal caso, su dimisión podría ser inevitable.
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