viernes, 25 de octubre de 2013

Rebelión fiscal en el fútbol francés

El fútbol francés está que arde a causa de la presión fiscal. Cuarenta y un año después de la primera huelga de jugadores, en 1972, los clubes de primera y segunda división han decidido convocar un nuevo paro y suspender una jornada de la liga –la del 30 de noviembre y 1 de diciembre- con el objetivo de presionar al Gobierno para que retire el impuesto excepcional de solidaridad que grava con el 75% las rentas superiores a un millón de euros. En este caso, los clubes cuentan con el apoyo de la Liga Profesional y de los sindicatos de jugadores, de entrenadores y del personal administrativo.

La última versión de este controvertido impuesto, actualmente en discusión en el Parlamento, hace recaer el pago de esta tasa no en los jugadores, sino en los clubes. Según la Unión de Clubes Profesionales Franceses (UCPF), ello puede conducir a la ruina a numerosas entidades, que son deficitarias y acumulan unas pérdidas globales de 80 millones de euros. En principio, la vigencia del impuesto se limita a los años 2014 y 2015, pero su efecto inmediato puede tener importantes consecuencias económicas. “Podemos acabar en la tercera división europea”, expresó gráficamente el presidente de la UCPF y del club de fútbol Le Havre, Jean-Pierre Louvel, quien recordó de paso que el sector representa 25.000 empleos directos e indirectos.

El impuesto del 75% no afecta únicamente a los clubes de fútbol, sino a todas las empresas -sea cual sea su tamaño y su ámbito profesional- que paguen altas rentas a sus asalariados. Pero son las entidades futbolísticas, en tanto que colectivo, las más afectadas: del millar de contribuyentes sujetos a este impuesto, un total de 123 personas -115 jugadores y ocho entrenadores- pertenecen a la Liga 1. Según cálculos del sector, los clubes deberían pagar por este concepto unos 44 millones de euros.

El más afectado sería el Paris Saint-Germain (PSG) -con 20 millones-, aunque el poder económico de sus propietario, el Estado de Qatar, no parece ponerle muchos problemas. El Mónaco, radicado fiscalmente en otro país, tampoco está afectado. Pero para otros clubes, como los de Marsella, Lyon, Lille, Burdeos, Rennes o Saint-Etienne, que deberían pagar entre uno y cinco millones de euros, el golpe es severo.

El Gobierno hizo un gesto al limitar la cuantía total a pagar, que no puede exceder el 5% de la cifra de negocios. Pero esta aproximación ha sido juzgada insuficiente. El presidente francés, François Hollande, recibirá a una delegación de presidentes de club de fútbol la semana que viene para tratar de buscar una salida al conflicto.

Para Hollande, la protesta del fútbol no puede caer peor, habida cuenta del enorme malestar social que ha creado su política fiscal: empeñado en reducir el déficit público, pero reacio a hacer grandes recortes del gasto, ha aumentado fuertemente los impuestos.

El controvertido impuesto del 75% -que grava las cantidades percibidas por encima del millón- nació torcido desde el primer día y torcido ha seguido. Lanzado como idea-fuerza por Hollande en un cara a cara televisivo con Nicolas Sarkozy, apenas nadie de su entorno estaba al corriente. Después, no encontró más que problemas. El Consejo Constitucional lo enmendó primero y el Consejo de Estado después, lo que obligó a revisarlo de arriba abajo. De ahí que el impuesto, que en principio debía recaer sobre las personas individuales, haya acabado pesando sobre las empresas. Todo fuera por no dar marcha atrás en una de sus promesas electorales fundamentales.

Si el Gobierno, o el presidente francés en persona, no desactiva la protesta, la suspensión de la 15ª jornada de liga (la 16ª en segunda división) puede acarrear un problema adicional para los clubes debido a los derechos de televisión. El partido estrella de la jornada, el PSG-Lyon, debería ser televisado. Si finalmente no lo es, el canal que tiene los derechos podría demandar a la Liga Profesional. Por lo demás, si finalmente no se juega, los clubes preparan una jornada de puertas abiertas.


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