El fútbol francés está que arde a causa de la presión
fiscal. Cuarenta y un año después de la primera huelga de jugadores, en 1972, los
clubes de primera y segunda división han decidido convocar un nuevo paro y suspender
una jornada de la liga –la del 30 de noviembre y 1 de diciembre- con el
objetivo de presionar al Gobierno para que retire el impuesto excepcional de
solidaridad que grava con el 75% las rentas superiores a un millón de euros. En
este caso, los clubes cuentan con el apoyo de la Liga Profesional y de los
sindicatos de jugadores, de entrenadores y del personal administrativo.
La última versión de este controvertido impuesto,
actualmente en discusión en el Parlamento, hace recaer el pago de esta tasa no
en los jugadores, sino en los clubes. Según la Unión de Clubes Profesionales
Franceses (UCPF), ello puede conducir a la ruina a numerosas entidades, que son
deficitarias y acumulan unas pérdidas globales de 80 millones de euros. En
principio, la vigencia del impuesto se limita a los años 2014 y 2015, pero su
efecto inmediato puede tener importantes consecuencias económicas. “Podemos
acabar en la tercera división europea”, expresó gráficamente el presidente de
la UCPF y del club de fútbol Le Havre, Jean-Pierre Louvel, quien recordó de
paso que el sector representa 25.000 empleos directos e indirectos.
El impuesto del 75% no afecta únicamente a los clubes de
fútbol, sino a todas las empresas -sea cual sea su tamaño y su ámbito profesional-
que paguen altas rentas a sus asalariados. Pero son las entidades
futbolísticas, en tanto que colectivo, las más afectadas: del millar de
contribuyentes sujetos a este impuesto, un total de 123 personas -115 jugadores
y ocho entrenadores- pertenecen a la Liga 1. Según cálculos del sector, los
clubes deberían pagar por este concepto unos 44 millones de euros.
El más afectado sería el Paris Saint-Germain (PSG) -con 20
millones-, aunque el poder económico de sus propietario, el Estado de Qatar, no
parece ponerle muchos problemas. El Mónaco, radicado fiscalmente en otro país,
tampoco está afectado. Pero para otros clubes, como los de Marsella, Lyon,
Lille, Burdeos, Rennes o Saint-Etienne, que deberían pagar entre uno y cinco
millones de euros, el golpe es severo.
El Gobierno hizo un gesto al limitar la cuantía total a
pagar, que no puede exceder el 5% de la cifra de negocios. Pero esta
aproximación ha sido juzgada insuficiente. El presidente francés, François
Hollande, recibirá a una delegación de presidentes de club de fútbol la semana
que viene para tratar de buscar una salida al conflicto.
Para Hollande, la protesta del fútbol no puede caer peor,
habida cuenta del enorme malestar social que ha creado su política fiscal:
empeñado en reducir el déficit público, pero reacio a hacer grandes recortes
del gasto, ha aumentado fuertemente los impuestos.
El controvertido impuesto del 75% -que grava las cantidades
percibidas por encima del millón- nació torcido desde el primer día y torcido
ha seguido. Lanzado como idea-fuerza por Hollande en un cara a cara televisivo
con Nicolas Sarkozy, apenas nadie de su entorno estaba al corriente. Después,
no encontró más que problemas. El Consejo Constitucional lo enmendó primero y
el Consejo de Estado después, lo que obligó a revisarlo de arriba abajo. De ahí
que el impuesto, que en principio debía recaer sobre las personas individuales,
haya acabado pesando sobre las empresas. Todo fuera por no dar marcha atrás en
una de sus promesas electorales fundamentales.
Si el Gobierno, o el presidente francés en persona, no
desactiva la protesta, la suspensión de la 15ª jornada de liga (la 16ª en
segunda división) puede acarrear un problema adicional para los clubes debido a
los derechos de televisión. El partido estrella de la jornada, el PSG-Lyon,
debería ser televisado. Si finalmente no lo es, el canal que tiene los derechos
podría demandar a la Liga Profesional. Por lo demás, si finalmente no se juega,
los clubes preparan una jornada de puertas abiertas.
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