martes, 8 de octubre de 2013

Los jueces abren la puerta al retorno de Sarkozy

Nicolas Sarkozy, que un año y medio después de perder las elecciones presidenciales y retirarse temporalmente de la política apenas logra disimular su deseo de volver, tiene desde ayer el camino de regreso mucho más despejado. Los jueces instructores del caso Bettencourt –por el nombre de la heredera del grupo L’Oréal, Liliane Bettencourt– decidieron enviar a juicio a diez personas, pero no al expresidente francés, por entender que los indicios en su contra son demasiado débiles.

Sarkozy estaba imputado por un presunto delito de “abuso de debilidad” sobre Lilianne Bettencourt, ante la sospecha de que el exjefe del Estado podría haber abusado de la vieja dama –que está a punto de cumplir 91 años y que según un informe pericial tiene las facultades psíquicas disminuidas desde finales del 2006–, con el fin de obtener dinero para financiar su campaña de las elecciones presidenciales 2007.

Los jueces del caso, Jean-Michel Gentil, Cécile Ramonatxo y Valérie Noël, siguen convencidos de que algo así se produjo. Y de ahí que entre los enviados a juicio esté el exministro Eric Woerth, que fue el tesorero de la campaña de Sarkozy. En el caso de Woerth los instructores han hallado indicios serios en su contra, en concreto sospechosas coincidencias de fechas entre varias reuniones que el exministro mantuvo con el administrador de la fortuna personal de Bettencourt, Patrice de Maistre –también enviado a juicio– y varias operaciones bancarias previas por parte de la familia. Los jueces han detectado, entre el 2007 y el 2009, transferencias sospechosas por valor de cuatro millones de euros desde las cuentas bancarias de los Bettencourt en Suiza.

También es enviado a juicio el fotógrafo François-Marie Banier, amigo de Liliane Bettencourt –de quien recibió en los últimos años millonarios regalos– que está en el origen de la investigación judicial. Todo empezó, en efecto, con la denuncia presentada por la hija de la multimillonaria, Françoise Bettencourt-Meyers, contra Banier y de Maistre. Un asunto de familia que derivó en caso político cuando se hallaron testimonios de una financiación irregular de la campaña de Sarkozy y un claro intercambio de favores entre De Maistre y Woerth.

Pero en el caso personal de Sarkozy, los jueces apenas han encontrado pruebas de cargo serias en su contra: un par de visitas a casa de los Bettencourt en febrero del 2007 y las sospechas de terceras personas sobre la naturaleza de esas visitas, pero ninguna evidencia de que hubiera recibido dinero directamente.

El expresidente francés, que en este caso se ha presentado como víctima de una maquinación político-judicial en su contra, se felicitó ayer a través de su cuenta personal en Facebook de que los jueces la hayan “declarado inocente” (lo que no es jurídicamente exacto). “Dos años y medio de investigación, tres jueces, decenas de policías, 22 horas de interrogatorios y confrontaciones, cientos de artículos cuestionando mi probidad durante la campaña presidencial. Era el precio a pagar para que la verdad quede finalmente establecida”, escribe Sarkozy, quien se abstiene de valorar la actuación judicial y lamenta las “calumnias” recibidas.

El caso Bettencourt no era el único que pesaba sobre Nicolas Sarkozy –y su eventual retorno político cara a las elecciones presidenciales del 2017–, pero sí era el que podía resultar más devastador. Por la acusación en sí –lo de abusar de viejecitas, aunque sean millonarias y por una presunta buena causa, no es muy enaltecedor– y porque el calendario del proceso judicial podría haber perturbado gravemente su campaña.
En ninguno de los otros asuntos en los que podría verse salpicado –caso Karachi, caso Tapie, caso Gadafi, caso de los sondeos del Elíseo– está imputado. 


Fillon se declara “competidor”

La intención más o menos velada –cada vez menos– de Nicolas Sarkozy de regresar y concurrir en las elecciones presidenciales del 2017 tiene de entrada un primer obstáculo dentro de su propio partido, la Unión por un Movimiento Popular: su exprimer ministro, François Fillon, tiene la misma ambición y se ha declarado su “competidor”.







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