El eco de los
aplausos todavía resonaba ayer tarde en la cancha del estadio municipal Pierre
de Coubertin de París, donde acababa de disputarse el partido de liga de
balonmano entre el Paris Saint-Germain (PSG) y el Montpellier (MAHB) –que ganó
el primero por 38 a
24–, cuando la policía desembarcó inopinadamente en los vestuarios y se llevó
detenidos a siete jugadores y el kinesoterapeuta del equipo languedociano, por
su presunta implicación en un escándalo de partidos amañados y apuestas
trucadas. El golpe policial causó un auténtico seísmo en Montpellier y en el
mundo del balonmano francés. El alcalde adjunto de la capital del
Languedoc-Rossellón, Patrick Vignal, resumió el impacto con estas palabras: “Es
un tsunami, sólo tenemos ganas de llorar”, dijo. El presidente del club, Rémi
Lévy, estaba devastado.
La policía interrogó a lo largo de la tarde a una docena de
personas, entre ellas las esposas de algunos jugadores, así como dos jugadores
del PSG que la temporada pasada habían competido bajo los colores del Montpellier.
Al menos siete titulares del MAHB permanecían anoche bajo detención en las
dependencias del tribunal de Nanterre, en la periferia oeste de la capital
francesa, entre ellos Nikola Karabatic y su hermano. Campeón de Francia y de
Europa en las filas del Montpellier y doble campeón de Europa, doble campéon
del Mundo y doble campeón olímpico – la última vez en los Juegos de Londres–
con la camiseta de los bleus, el jugador francés de
origen serbio es una gran estrella en Francia, que asiste atónita a los
acontecimientos. Tanto más cuanto que, en contraste con los problemas de la
selección de fútbol, el equipo nacional de balonmano había sido presentado
hasta ahora como un modelo de comportamiento dentro y fuera de las canchas.
Los hechos se remontan al pasado 12 de mayo, última jornada
del campeonato de la Liga pasada. El Montpellier, campeón imbatible de Franca
desde el 2008, ya tenía ese día la liga –una vez más– en el bolsillo y no se
preocupó mucho, es lo menos que cabe decir, por el partido que le enfrentaba al
equipo bretón Cesson-Sévigné, al borde del descenso. Sorpresivamente, el
Montpellier perdió el match por 31 a 28. Karabatic no jugó ese
día.
Todo hubiera quedado aquí si la empresa pública que gestiona
las loterías y las apuestas deportivas, Française des Jeux, no hubiera
advertido una serie de apuestas sospechosas, con sumas de dinero anormalmente
elevadas, en torno a ese partido en varios bar-tabac de
la región de París, Bretaña y Montpellier, y hubiera decidido presentar
denuncia. Aquel día se apostaron 80.000 euros en unas pocas horas sobre el
resultado del partido en la media parte, cuando normalmente el dinero apostado
para todos los partidos en su conjunto no pasa de 5.000.
La investigación de la policía habría permitido descubrir,
según fuentes de la investigación, la implicación de algunas mujeres, novias y
familiares de jugadores del Montpellier en estas apuestas, que les habrían
reportado unas ganancias de hasta 250.000 euros.
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