Una huella
biológica en una granada lanzada el pasado 19 de septiembre contra un colmado
judío de Sarcelles (al norte de París) ha permitido a la policía francesa
seguir el rastro, identificar y desmantelar un grupo de islamistas radicales
aparentemente dispuestos a cometer una ola de atentando contra intereses judíos
en Francia. La operación policial, llevada a cabo en la madrugada de ayer en
París y su periferia, en Estrasburgo y en Cannes, se saldó con un presunto
terrorista muerto y once sospechosos detenidos. Otros dos supuestos miembros
del grupo están siendo buscados por las fuerzas de seguridad.
La personalidad de los detenidos guarda una cierta similitud
con el perfil de Mohamed Merah, el terrorista de Toulouse que el pasado mes de
marzo asesinó a siete personas –tres militares de fuerzas desplegadas en
Afganistán y cuatro personas de confesión judía– antes de ser muerto por las
fuerzas especiales de la policía. Todos los detenidos son nacidos en Francia y
de nacionalidad francesa, muchos de ellos proceden del mundo de la delincuencia
común y han experimentado una “radicalización extremadamente rápida”, en
palabras del fiscal de París, François Molins.
El presunto terrorista muerto en la operación policial de
ayer, ejecutada por fuerzas de la Subdirección Antiterrorista (SDAT) en
colaboración con la Dirección Central de Información Interior (DCRI), es Jérémy
Sidney, de 33 años, nacido en Melun (Sena y Marne) y vecino de Estrasburgo.
Según el fiscal, el sospechoso recibió a la policía a tiros, hiriendo levemente
–gracias a que iba protegido por un chaleco antibalas y un casco– al agente que
abría el asalto a la vivienda. “Vació el cargador de su arma, un revólver Smith
& Wesson 357 Magnum, de seis balas”, explicó Molins. La policía respondió
al ataque disparando y le hirió mortalmente.
Jérémy Sidney se encontraba, en el momento del asalto, en el
domicilio de una de sus dos “esposas religiosas”, una mujer de 22 años, madre
de una niña de seis años y un bebé de un mes. Condenado en el 2008 a dos años de prisión
por tráfico de drogas, Sidney fue detectado en la primavera de este año por la
DCRI por su vinculación al islamismo radical y a un grupo sospechoso de querer
unirse a la Yihad. Desde entonces, estaba sometido a una “vigilancia técnica”.
Su huella biológica (ADN) estaba en los restos del artefacto explosivo –una
granada de defensa yugoslava– lanzado contra el colmado de Sarcelles y que sólo
hizo un herido leve. Inicialmente, el ataque se atribuyó a un acto de
vandalismo, pese a coincidir con la polémica de las nuevas caricaturas de
Mahoma. Pero la identificación de Sidney hizo que se movilizaran los servicios
antiterroristas.
“Era alguien muy determinado y probablemente con la voluntad
de acabar como mártir”, apuntó por su parte el fiscal de Estrasburgo, Patrick
Poiret. En su bolsillo, Sidney llevaba un testamento y hacía poco que se había
afeitado la barba, “un signo al parecer de que se disponía a pasar al acto”.
En los diversos registros llevados a cabo por la policía –y
que proseguían al cierre de esta edición–, los investigadores encontraron una
publicación de Al Qaeda, 27.000 euros en efectivo, armas –uno de los detenidos,
en Torcy (Sena y Marne) llevaba una pistola, que no utilizó– y municiones, así
como una lista de asociaciones judías de la región de París que podrían haber
sido objeto de próximos ataques. El fiscal Molins advirtió, no obstante, que
todavía era prematuro llegar a conclusiones sobre la inminencia de nuevos
atentados.
El presidentde francés, François Hollande, saludó la
actuación de la policía y confirmó “la total determinación del Estado de
proteger a los franceses contra todas las formas de amenazas terroristas”. El
ministro del Interior, Manuel Valls, suspendió un viaje oficial a Qatar para
seguir de cerca la operación policial.
El desmantelamiento de este grupo de islamistas radicales
confirma una vez más, como ya puso brutalmente de relieve el caso Merah, que la
amenaza yihadista en Francia no viene ya sólo del exterior, sino también del
interior, de la mano de jóvenes musulmanes de nacionalidad francesa.
Endurecimiento legal
El Consejo de Ministros aprobó esta semana el proyecto de
ley que permitirá endurecer la legislación antiterrorista en lo que atañe a la
persecución de los yihadistas que viajan a los santuarios terroristas
islamistas –particularmente Afganistán y Pakistán– para recibir entrenamiento o
combatir. La iniciativa, anunciada por Nicolas Sarkozy tras los atentados de
Toulouse, ha sido retomada por François Hollande y su ministro del Interior,
Manuel Valls (véase La Vanguardia del 18 de septiembre).
Una vez se apruebe, antes de final de año, la ley permitirá encausar a todo
aquel que viaje a los santuarios terroristas, así como perseguir judicialmente
en Francia a quien cometa atentados en cualquier lugar del mundo. Lo que no
hará será penalizar la consulta de sitios yihadistas en internet.
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