¿Cuántas veces cruzó Valérie Trierweiler la
línea roja que separa –o debería separar– a periodistas y políticos? Sabido es
que lo hizo una vez, razón por la cual es hoy Primera Dama. Pero podría no
haber sido la única. Ésta es la tesis de una nueva biografía aparecida esta
semana en Francia sobre la mujer del presidente francés, François Hollande. En
su libro La Frondeuse (La revoltosa), los periodistas de
televisión Christophe Jakubyszyn, jefe de la sección de política de TF1 y LCI,
y Alix Bouilhaguet, gran reportera de France 2, sostienen que Valérie Trierweiler
mantuvo una “relacion íntima” con el diputado y ex ministro de la UMP Patrick
Devedejian –un hombre estrechamente vinculado años atrás a Nicolas Sarkozy–, a
finales de los años noventa.
Los autores del libro aseguran que esta relación duró varios
años y su final se solapó con el inicio de la relación con François Hollande.
Durante todo ese tiempo, Trierweiler trabajaba como periodista política en Paris Match, semanario al que sigue hoy vinculada
profesionalmente. En otro libro reciente sobre la Primera Dama y sus
tumultuosas relaciones con la ex mujer de Hollande, Ségolène Royal, Entre deux feux (Entre dos fuegos), las periodistas Anna
Cabana y Anne Rosencher aludían también a una relación amorosa entre
Trierweiler y “un político de derechas” cuya identidad prefirieron guardar.
No es el caso de los otros dos autores. Por el contrario,
tanto Jakubyszyn como Bouilhaguet han abundado generosamente en este tema en el
transcurso de diversas entrevistas de promoción del libro. “En la época estaban
los dos comprometidos [tanto Trierweiler como Devedjian estaban casados] y
dudaron en dar el gran salto, en cambiar de vida”, afirmó el primero en el
semanario Point de vue, donde explicó que las
vacilaciones del político conservador acabaron echando a Trierweiler en brazos
de Hollande, a la sazón primer secretario del Partido Socialista. “Devedjian
sufrió mucho a causa de esta ruptura”, agregó el periodista.
Según el libro, el propio Nicolas Sarkozy habría intentado
seducir a Trierweiler, cuya belleza parece haber llevado de cabeza a media
clase política francesa. Según explicaba aún Jakubyszyn, el ex presidente
comentó a veces: “¿Pero por quién se toma? ¿No soy suficientemente bueno para
ella?”. Y cuando se enteró de su relación con Hollande habría dejado caer un
comentario a medias entre la admiración y la incredulidad: “¿Cómo ha hecho para
seducir a semejante cañón?”.
La publicación de la biografía y la multiplicación de
declaraciones de sus autores desató ayer una nueva tormenta en el Elíseo.
Encolerizada, Valérie Trierweiler anunció a través de su abogada, Frédérique
Giffard, la presentación de una demanda judicial contra los dos periodistas por
“difamación y atentado contra la vida privada”. “El carácter de las
afirmaciones de los autores, adosadas a rumores no demostrados y malévolos que
buscan manchar a su persona y a su familia, han llevado a Mme. Trierweiler a
tomar esta decisión”, argumentó.
Patrick Devedjian, por su parte, tardó pocas horas en
secundarle y anunciar a su vez la presentación de una segunda demanda también
por difamación. En el momento de la supuesta relación, Devedjian era diputado y
alcalde de Antony. Ministro de Libertades Locales y de Industria en los
gobiernos de Jean-Pierre Raffarin (2002-2005), asumió durante un tiempo la
secretaría general de la UMP antes de regresar al Ejecutivo, de la mano de su
amigo Sarkozy, como ministro para el Relanzamiento económico (2008-2010). Hoy
preside el Consejo General de Altos de Sena.
La evocación de las relaciones sentimentales de Valérie
Trierweiler en esta nueva biografía puso ayer de nuevo sobre el tapete la
cuestión de la protección de la vida privada y hasta qué punto este tipo de
informaciones son pertinentes o justificadas. Alix Bouilhaguet, coautora del
libro, no tiene ninguna duda sobre el interés político de la relación entre la
hoy Primera Dama y el ex ministro. Según ella, el hecho de haber amado a la
misma mujer habría favorecido un mutuo respeto y estima entre Hollande y
Devedjian, pese a militar en organizaciones políticas enfrentadas, que de otro
modo sería inexplicable. “Era un poco como la historia de Jules y
Jim”, bromeó Jakubyszyn, aludiendo al triángulo amoroso de la
película de François Truffaut.
Valérie Trierweiler está determinada a mantener un pulso de
hierro con sus compañeros de profesión y a no dejar pasar ni una (o casi). A
principios de septiembre, la Primera Dama demandó a tres revistas del corazón
–Closer, Public y Voici– por haber publicado fotos de ella en bikini este
verano. Casualmente, perdonó a Paris Match –de la que
sigue siendo asalariada– a pesar de que también publicó una de las imágenes. La
revista VSD ya fue condenada a pagar 2.000 euros por lo mismo,
más otros 2.000 de gastos de abogado.
La polémica desatada por La Frondeuse confirma las dificultades a las que se enfrenta la mujer de Hollande para
mantenerse discretamente en un segundo plano. Ella misma abrió
inconscientemente la puerta al difundir, el pasado mes de junio, su famoso tuit
contra Ségolene Royal. Y ahora ya no puede cerrarla.
El penúltimo incidente, en el que ella no tuvo directamete
nada que ver, se produjo en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York el
pasado 26 de septiembre. Hollande, que participaba en la Asamblea General de la
ONU, dio media vuelta en el vestíbulo al observar que su ex, Segolène Royal
–vicepresidenta de la Internacional Socialista–, estaba allí rodeda de
periodistas. Para evitarse una bronca con Trierweiler, se cubrió de ridículo.
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