lunes, 1 de octubre de 2012

El regreso del frente del no


Los antiguos camaradas del ‘no’ que tumbaron el proyecto de Constitución Europea en el referéndum francés del 2005 volvieron ayer a encontrarse en las calles de París en contra de la ratificación del Tratado de disciplina presupuestaria, que el presidente François Hollande someterá a partir de mañana al Parlamento. Varias decenas de miles de personas –entre 20.000 y 80.000 según diversas fuentes– se manifestaron en la capital francesa, convocados por los partidos de la izquierda radical y la extrema izquierda, así como varios sindicatos y otras organizaciones sociales, para expresar su rechazo al tratado y reclamar un referéndum.

Los contrarios al tratado argumentan que el texto, pese a haber sido complementado –a iniciativa del presidente francés– por un Pacto por el Crecimiento paralelo, no ha cambiado ni una coma del original pactado por la canciller alemana, Angela Merkel, y el ex presidente Nicolas Sarkozy, y en este sentido consagra la denostada “Europa de la austeridad”.

Para el frente del ‘no’, el proyecto del Presupuesto para el 2013 aprobado el viernes pasado por el Consejo de Ministros –que impone una nueva subida de impuestos de 20.000 millones y recortes del gasto por 10.000 millones más– es una consecuencia directa de los acuerdos de la Unión Europea.

Al frente de la pancarta estaba ayer de nuevo, como hace siete años, el colérico Jean-Luc Mélenchon –entonces socialista disidente y hoy líder del Frente de Izquierda–, acompañado por el secretario general de PCF, Pierre Laurent, así como las figuras del Nuevo Partido Anticapitalista (NPA), Olivier Besancenot y Philippe Poitou. De no ser ideológicamente incompatibles, podría haberse sumado a la protesta la líder del Frente Nacional, Marine Le Pen, asimismo hostil al tratado.

Pero lo que no había esta vez, a diferencia del año 2005, era ningún militante del Partido Socialista. Uno de los adalides del ‘no’ de entonces, Laurent Fabius –descabalgado en aquel momento de la dirección del PS en represalia– ha vuelto al redil y al frente del Ministerio de Asuntos Exteriores trabaja hoy activamente en favor de la ratificación del nuevo tratado. Lo mismo que su segundo de a bordo y ministro de Asuntos Europeos, Bernard Cazeneuve.

Si el PS mantiene hoy formalmente una fachada de unidad detrás del presidente de la República, François Hollande, y el Gobierno, la unanimidad está lejos de haberse conseguido. El ala izquierda del partido sigue siendo contraria al Tratado de disciplina presupuestaria como en la mejor época de Merkozy y es probable que una veintena de parlamentarios socialistas acaben votando contra la ratificación. Hollande ha eludido abrir una confrontación interna por este asunto, pero ha movilizado a todo el Gobierno, con el primer ministro, Jean-Mac Ayrault, a la cabeza, para tratar de convencer a los desafectos.

Hollande debe ya hacer frente a la deserción de los ecologistas, que hace tanto más daño cuanto que son aliados del PS en el Parlamento –donde les une un pacto de legislatura– y que dos de sus representantes se sientan en el Consejo de Ministros. La suma de la disidencia verde y del puñado de socialistas irreductibles, determinados a votar contra la ratificación del Tratado –aunque a apoyar la ley orgánica que establece las modalidades de su aplicación– podría acabar poniendo al presidene en aprietos.

No es que el tratado peligre, pero sí la credibilidad de Hollande. Si en la Asamblea Nacional no hay problema, en el Senado el PS necesita del apoyo de comunistas y ecologistas para tener la mayoría absoluta. Lo que puede colocar al presidente en la incómoda posición de ser salvado por la derecha. 


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