domingo, 14 de octubre de 2012

¿Referéndum? Dos, mejor que uno




Quienes conservamos una cierta memoria histórica –un atributo que tiene menos que ver con el fósforo que con la edad- todavía nos acordamos de la formidable aportación que Adolfo Suárez hizo al acerbo de la prestidigitación política con el referéndum sobre la autonomía de Andalucía del 28 de febrero de 1980. Convocados para decidir si querían una autonomía rápida y de primera, o una lenta y de segunda, los andaluces tuvieron que responder a la siguiente pregunta: “¿Da usted su acuerdo a la ratificación de la iniciativa prevista en el artículo ciento cincuenta y uno de la Constitución a efectos de la tramitación por el procedimiento establecido en dicho artículo?”. ¡Claro y diáfano¡ Por desgracia para el Gobierno de la UCD, que promovía la abstención, la maniobra fracasó.

Artur Mas no se dedicaba aún a la política en aquella época, pero parece poseer la misma maestría que Suárez para las fórmulas equívocas: “¿Usted desea que Catalunya se convierta en un nuevo Estado de la UE?”, es la pregunta que el presidente de la Generalitat querría someter a los catalanes en un futuro referéndum sobre la independencia. Hay que quitarse el sombrero ante la filigrana. No todo el mundo está dotado para esconder el verdadero objeto de la consulta –la independencia, esa palabra que parece a veces tan difícil de pronunciar-, introducir un elemento ajeno a lo que se discute –la adhesión a la Unión Europea- y hacer que tenga una apariencia aceptable. Dan ganas de gritar “¡olé!”, si no fuera porque los antitaurinos podrían ofenderse.

En contra de lo que pueda parecer, la pregunta de Artur Mas es muy pertinente. El único problema es que se quiere plantear a destiempo. Preguntar por la pertenencia a la UE tendría todo el sentido en un segundo referéndum –suponiendo que el sí a la independencia ganara el primero- para ratificar un eventual reingreso en Europa… Reingreso, en efecto, porque una Catalunya independiente y separada de España, quedaría automáticamente fuera de la UE desde el primer día de la independencia.

Quienes pretenden negar esta evidencia alegan que los tratados europeos no prevén –y, por tanto, no regulan- la eventualidad de que un territorio de uno de los Estados miembros se independice, y que en ese momento la voluntad política de Los 27 –que serán 28 cuando entre Croacia el 1 de julio del 2013- bastará para que Catalunya sea acogida con los brazos abiertos… Es una opinión basada en la fe.

Quienes venden ese magnífico futuro –con la misma convicción , por cierto, que quienes acaban de descubrir el valor de la lengua castellana en una Catalunya independiente y de los que dan por supuesto que ataremos los perros con longanizas- prefieren obviar el hecho de que la UE no es una unión de territorios, sino una unión de Estados. Con la independencia de Catalunya, España quedaría amputada, pero seguiría existiendo. Y el Reino de España se mantendría como miembro de pleno derecho de la UE (así como de la ONU y de todas las demás organizaciones internacionales). Catalunya, en cambio, sería un Estado totalmente nuevo, una entidad jurídico-política nueva que debería solicitar, negociar y ratificar su ingreso en todas estas organizaciones.

La Comisión Europea lo ha dejado bien claro: Catalunya causaría baja inmediata de la UE en el momento mismo de convertirse en un Estado independiente. Los tratados europeos no prevén qué hacer en un caso así, pero sí estipulan con meridiana claridad quiénes son los Estados miembros de la UE y Catalunya no aparece entre ellos. Reintroducirla en la Unión como socio número 29 obligaría a reformar los tratados, para lo cual sería necesaria una negociación y la unanimidad de todos los demás miembros.

La realidad de esta situación la ha advertido el vicepresidentes de la Comisión Europea Joaquín Almunia y la ha confirmado -como muy bien explica Beatriz Navarro en un artículo clarificador en La Vanguardia- el ex jefe del servicio jurídico del Consejo Europeo, Jean-Claude Piris. Quienes quieran seguir abundando en los argumentos jurídicos pueden buscar las opiniones del profesor Jordi Sellarès (Esade) o el trabajo redactado en el año 2000 por Andrés Ortega y José María de Areilza.

Llegado el momento, que el trámite para formalizar el reingreso en la UE fuera más breve o más largo, más fácil o más penoso, dependería mucho de la voluntad política de los socios europeos: entre ellos España – y ya se sabe el papel perverso que juega el despecho en muchos divorcios-, pero también Francia o el Reino Unido, poco interesados a priori en que el ejemplo cunda. Pero aún imaginando el escenario más favorable, la nueva Catalunya independiente necesitaría un tiempo para hacerse un hueco como sujeto internacional que ahora no tiene, incluido en la UE. Así son las cosas.

El periodo transitorio en el que Catalunya estaría fuera de la UE podría servir para hacer una nueva consulta a los catalanes. Esta vez sí, sobre la adhesión a la Unión Europea. A fin de cuentas, el reingreso supondría volver a ceder –esta vez, a Europa- una gran parte de la soberanía nacional recuperada, particularmente en materia económica, financiera y fiscal. O sea, dejar una parte sustancial de la independencia –ahí donde más duele- por el camino. ¿Por qué dar por supuesto que los soberanistas catalanes pueden estar interesados en que la nueva Catalunya independiente quede de nuevo sometida a los dictados de Bruselas, Berlín y París (más, en ciertos casos, Londres, Roma y Madrid)?

Una vez me pregunté en voz alta sobre la contradicción insoluble entre soberanismo y europeísmo. Un lector me dio esta respuesta: “Si alguna vez el pueblo catalán decide su independencia no me parece tan terrible salirse de Europa y del diktat del directorio, y como ejemplo le cito países como Noruega y Suiza, que les va muy bien sin pertenecer a la UE, y otro ejemplo más cercano, Andorra, que vive tan ricamente aplicando la política fiscal que le place y adoptando la moneda de los vecinos, con lo que no tienen ni que molestarse en tener Banco Central ni en imprimir billetes”. Sí… Artur Mas debería reflexionar seriamente sobre un segundo referéndum. La pregunta ya la tiene.



Enlaces:

http://t.co/SgziZOG; http://t.co/Nx7UksCt; http://t.co/YHCJncVt

http://www.esade.edu/web/eng/about-esade/today/esade-opinion/viewelement/247842/1/demanar-lingres-a-la-ue-i-negociar

http://www.global-strategies.es/noticias/docs/ESCISION_PERMANENCIA_UE.pdf

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