miércoles, 24 de octubre de 2012

Fallos en cadena en Toulouse


Los servicios de información y la policía francesa fallaron a todos, o casi todos, los niveles en el caso del terrorista islamista Mohamed Merah, que el pasado mes de marzó asesinó a siete personas en varios atentados cometidos en Toulouse y su región. Así lo constata el informe oficial elaborado al respecto por la Inspección General de la Policía, que ayer fue dado a conocer en todos sus detalles –un hecho infrecuente– por el ministro del Interior, Manuel Valls.

Los autores del informe, Guy Desprats y Jérôme Léonnet –controlador general e inspector general de la Policía Nacional, respectivamente–, subrayan en sus conclusiones la existencia de “varios fallos objetivos” en la actuación de las fuerzas de seguridad. No se trata, subraya, de errores humanos, sino de una “conjunción de omisiones y errores de apreciación, problemas de dirección y de organización de los servicios y la compartimentación aún muy presente entre información interior, policía judicial y seguridad pública”.

Quienes salen peor parados del informe son los servicios de información, fusionados a partir del 2008 en la Dirección Central de Información Interior (DCRI). Detectado ya en 2006 por su relación con los círculos islamistas de Toulouse, los servicios secretos perdieron sin embargo incomprensiblemente la pista de Merah hasta finales del 2010, cuando les llegó la información de su control por una patrulla estadounidense en Afganistán. La investigación y vigilancia sobre Merah iniciada, a raíz de esta información, en enero del 2011 permitió poner en evidencia su “perfil islamista”, su “comportamiento extremadamente desconfiado” y su “radicalidad potencial”.

Los servicios de información, aunque tardíamente, tuvieron pues bien identificado al terrorista de Toulouse antes de que empezara a actuar. Ahora bien, después de esta primera constatación, la lentitud de los servicios centrales, la inhibición de los servicios territoriales de Toulouse y – sobre todo– la fallida entrevista de Merah realizada en noviembre de 2011 tras un viaje a Pakistán acabaron arruinando el trabajo inicial. 

Los ponentes del informe sobn muy críticos con el desarrollo de esa entrevista, en que Merah consiguió aparentemente convencer a sus interlocutores de que sólo había ido a Pakistán por turismo:Por falta de preparación, los agentes de información interior nunca estuvieron en disposición de poner a Mohamed Merah frente a sus contradicciones”. Creyendo que no era un individuo peligroso o convencidos de que podían atraerlo como informador –en eso, el informe no se mete–, los servicios secretos relajaron la vigilancia. “De hecho, a partir de enero de 2012, el dossier Merah no parece constituir ya una prioridad”, constata el informe. Dos meses después, Merah asesinó a tres militares franceses –perteneciemtes a unidades que sirven en Afganistán– y a cuatro personas –entre ellos, tres niños de corta edad– de confesión judía a la entrada de la escuela Ozar Hatorah.

A falta de datos sobre la investigación judicial en curso, bajo secreto del sumario, el informe no se pronuncia sobre el desarrollo de la investigación que permitió la identificación de Merah como autor de los asesinatos y su posterior neutralización. Se desconoce, pues, su juicio sobre si la información entre los diferentes cuerpos de seguridad discurrió con la diligencia adecuada durante el fin de semana que precedió a la masacre de la escuela judía. O dicho de otro modo, si la matanza, cometida el lunes 19, hubiera podido evitarse de haber indentificado más rápidamente al sospechoso, a la vista de los datos que estaban ya en posesión de los investigadores el sábado. En todo caso, los ponentes apuntan sibilinamente un problema de “compartimentación” entre los servicios de información y la policía judicial.

Los autores vuelven a enjuiciar severamente la actuación policial en la operación de detención de Merah, que acabó con su muerte el jueves 22 de marzo. Los dos especialistas critican, de entrada, los fallos de vigilancia, que permitieron que Mohamed Merah saliera de su domicilio la noche del día 20 para hacer una llamada telefónica y regresara después sin que la policía que lo rodeaba se apercibiera. De haberlo visto, los agentes del RAID podrían haberlo detenido o, al menos, haber retrasado su entrada en el domicilio. Cuando iniciaron el asalto, creyéndolo dormido, el terrorista estaba completamente despierto y respondió abriendo fuego desde detrás de la puerta. “Esta respuesta inmediata y violenta, en el curso de la cual algunos agentes resultaron heridos, desestabilizó el dispositivo y convirtió el resto de la intervención en particularmente difícil”. concluyen.


Las recomendaciones de los expertos

El informe del caso Merah incluye una serie de recomendaciones, desarrolladas en seis capítulos, para tratar de evitar la reproducción de los fallos detectados. Los ponentes proponen, entre otras cosas, revisar el procedimiento de fichaje de los sospechosos; mejorar el seguimiento de vuelos a países extranjeros conflictivos y agilizar la comunicación con la admnistración penitenciaria. También proponen reforzar legalmente la posibilidad de que los servicios de información investiguen, sin autorización judicial, los datos financieros de los sospechosos, así como incrementar la vigilacia sobre internet. Asimismo, recomiendan profesionalizar más los dispositivos de evaluación sobre la peligrosidad de los individuos, con la participación de analistas, juristas y psicólogos.



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