viernes, 26 de octubre de 2012

La derecha, otra vez con dos piernas


El centro está de regreso en Francia. Diez años después de su creación por Jacques Chirac, la Unión por un Movimiento Popular (UMP), partido que aspiraba a reunificar a todas las derechas –salvo la extrema derecha– y acabar con las viejas luchas intestinas entre gaullistas, democristianos y liberales, ha llegado al final del camino sin haber alcanzado su objetivo. Los centristas han decidido que la derecha debe volver a caminar con dos piernas.

Incómodos con el giro derechista impuesto por Nicolas Sarkozy en los últimos años, decepcionados por la forma en que los dirigentes neogaullistas del Reagrupamiento por la República (RPR) han monopolizado la UMP, nostálgicos de las horas gloriosas de la Unión por la Democracia Francesa (UDF) de Valéry Giscard d’Estaing, los centristas han decidido reunirse todos –o casi todos– de nuevo en una nueva fuerza política liderada por el ex ministro Jean-Louis Borloo: la Unión de los Demócratas e Independientes (UDI). “Somos una fuerza que tiene vocación de convertirse en el primer partido de Francia”, declaró Borloo el pasado domingo ante los 4.000 delegados reunidos en el auditorio de la Mutualité de París en el acto fundacional.

Moderado, simpático y popular, este brillante ex abogado de negocios de 61 años, que ha sido cuatro veces ministro y a quien los célebres guiñoles de Canal Plus presentan como un borrachín entrañable –imagen que favorece su aspecto desaliñado y su manera de hablar–, ha conseguido en poco tiempo consolidar un liderazgo incontestable. Y, en este sentido, le ha robado la cartera al cada vez más aislado François Bayrou, líder del Movimiento Democrata (MoDem), heredero legal de la UDF pero incapaz de construir un partido potente.

Bayrou es el único líder centrista que no se ha puesto bajo el ala de Borloo. Todos los demás cabecillas se han sumado a la UDI. De Hervé Morin (Nuevo Centro) a Jean Arthuis (Alianza Centrista), de Yves Jego y Rama Yade –quienes ya abandonaron el barco de la UMP para integrarse en el Partido Radical– a Jean-Christophe Lagarde (Fuerza Europea Demócrata) y Jean-Marie Bockel (Izquierda moderna), entre otros. Borloo consiguió el domingo añadir aún a la ex ministra de la UMP Chantal Jouanno –cuyo ex partido le ha pedido ya que devuelva su acta de senadora–. Pero sus dos mayores bazas fueron la presencia de Simone Veil, una figura cuyo prestigio es un valiosísimo activo, y un mensaje de Valéry Giscard d’Estaing. El ex presidente francés (1974-1981), que alcanzó el Elíseo tras obtener un 32% de los votos en la primera vuelta, trazó un paralelismo entre la nueva UDI y la antigua UDF, cuyas señas de identidad política –recordó– eran “una economía de mercado con una fuerte dimensión social, con una atención especial a las categorías sociales frágiles, a la transformación decisiva de la condición femenina y una política clara y comprensiva de la Unión Europea”.

El padrinazgo de Giscard d’Estaing, que deseó “buena suerte” a la nueva formación, fue la puntilla definitiva para François Bayrou, cuyo objetivo de edificar una fuerza de centro equidistante de la derecha y la izquierda ha fracasado. Aupado por el 17% de los votos conseguidos en las elecciones presidenciales del 2007, Bayrou apostó por separarse de la UMP y eligió el camino de la indepencia. Pero acabó abocado a la marginalidad. Las pasadas elecciones legislativas, en las que el MoDem obtuvo sólo el 1,7% de los votos le sentenciaron definitivamente.

Bayrou, aún si cerrar la puerta al diálogo, se ha se ha negado por el momento a secundar a Borloo. Sus ambiciones chocan. Y sus estrategias también. El líder de la flamante UDI, que en las pasadas elecciones presidenciales renunció a presentar su candidatura para no erosionar las pobilidades de Sarkozy, ha dejado claro –al grito de que "independencia no es aislamiento”– que la vocación de la nueva fuerza política es constituir una coalición estable con la UMP. Como en los mejores tiempos de Giscard y Chirac. El tiempo dirá si también con las mismas zancadillas.



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