Su título es provocador,
su tono, descarado y su contenido, declaradamente combativo. Además de
abiertamente antifeminista... Un grupo de 343 hombres franceses –única y
exclusivamente hombres–, entre los cuales hay conocidos portavoces de la
autodenominada “derecha desacomplejada”, han firmado un manifiesto para
expresar su absoluto rechazo a la proposición de ley de dos diputadas
socialistas para endurecer la lucha contra la prostitución a base de penalizar
a los clientes de las prostitutas. La iniciativa ha sido promovida por el
semanario político Causeur (“conversador”), exponente de
la corriente neoconservadora, que no ha dudado en adoptar –adaptándolos–
conocidos lemas de la izquierda.
Así, los firmantes se hacen llamar Les 343
salauds (“Los 343 cabrones”), en alusión a las 343
salopes (“343 guarras”), como fueron llamadas satíricamente en 1971
las firmantes –con Simone de Beauvoir a la cabeza– de un célebre manifiesto en
favor de la despenalización del aborto. Para redondear la provocación, el
eslogan escogido –Touche pas à ma pute! (“¡No toques a
mi puta!”)– evoca el utilizado por la organización SOS Racisme en 1985
–Touche pas à mon pote! (“No toques a mi amigo!”)– para
denunciar el racismo y la xenofobia.
Entre los firmantes del manifiesto están el escritor,
comentarista y presentador de televisión Frédéric Beigbeder –cuya última
aventura profesional ha sido la reedición de la histórica revista erótica Lui–; el periodista y editorialista Eriz Zemmour
–estandarte de la nueva derecha neorreaccionaria
(néoréac), que se dio a conocer en el 2006 con un libro
antifeminista titulado “El primer sexo”–; el articulista de derechas Ivan
Rioufol, que escribe una combativa columna en Le Figaro:
el humorista Basile de Koch –marido de Frigide Barjot, la activista que lideró
el movimiento conservador contra el matrimonio homosexual–, y el letrado
Richard Malka, abogado del exministro socialista y exdirector del Fondo
Monetario Internacional (FMI) Dominique Strauss-Kahn, salpicado por todos los
escándalos sexuales habidos y por haber.
También lo han suscrito el actor y director teatral Philippe
Caubère –que en el 2011 publicó una tribuna en <CF21>Libération</CF>
confesándose “cliente de prostitutas”–; el humorista y escritor Nicolas Bedos
–un militante de la provocación– o el novelista y crítico musical Benoît
Duteurtre.
“Homos o heteros, libertinos o monógamos, fieles o volubles,
somos hombres. Eso no hace de nosotros los frustrados, perversos o psicópatas
descritos por los partidarios de una represión disfrazada de combate
feminista”, escriben los firmantes, quienes –tras aclarar que no todos han “ido
de putas”– rechazan en nombre de la libertad la pretensión del poder político
de legislar sobre los hábitos sexuales de los ciudadanos. Para la directora de
la revista Causeur, Elisabeth Lévy, el objetivo es
“defender la libertad” y “la causa de los hombres”.
La ministra de los Derechos de las Mujeres y portavoz del
Gobierno, Najat Vallaud-Belkacem, descalificó las motivaciones del manifiesto:
“Las 343 guarras pedían disponer de su propio cuerto,
los 343 cabrones piden disponer del cuerpo de los
demás”, declaró por todo comentario.
La proposición de ley que está en el centro de la polémica
no ha sido presentada por el Gobierno en tanto que tal –aunque cuenta con el
apoyo de la ministra Vallaud-Belkacem–, sino por los diputadas socialistas Maud
Olivier y Catherine Coutelle, quienes proponen castigar con una multa de hasta
1.500 euros –el doble, en caso de reincidencia– a los clientes de las
prostitutas, a quienes se pretende “responsabilizar”.
La medida, que será debatida el 27 de noviembre, se inspira
en la legislación sueca en la materia. Y el principal reproche que suscita –más
allá de la arrogancia de pretender “abolir” la prostitución– es que puede
resultar contraproducente. Además de las propias interesadas –agrupadas en el
Sindicato de Trabajadoras del Sexo– también se oponen algunas asociaciones de
ayuda social y de salud, que temen que las prostitutas queden en una situación
todavía más precaria.
Frigide Barjot, expulsada de su vivienda pública
El matrimonio de humoristas formado por Virginie y Bruno
Tellenne, más conocidos como Frigide Barjot y Basile de Koch –este último,
firmante del manifiesto de los 343 salauds–, han
recibido el requerimiento de un tribunal para que desalojen, en el plazo de cuatro
meses, la vivienda pública que ocupan cerca de la torre Eiffel. Se trata de un
dúplex de 173
metros cuadrados por el que pagan un alquiler de 2.850
euros al mes, un precio bastante por debajo del del mercado. El Ayuntamiento de
París, que ha instado su expulsión, alega que subarrendaron una parte para una
actividad comercial. Barjot, que lideró la oposición al matrimonio gay, se
considera víctima de una venganza política.