Abu Kurke,
etíope de 25 años, tiene la muerte grabada en la retina. Él es uno de los
únicos nueve supervivientes de la patera que durante quince días –entre el 26
de marzo y el 10 de abril del 2011– navegó a la deriva frente a las costas de
Libia sin que nadie le prestara socorro. Abandonados a su suerte, 63
inmigrantes africanos –entre ellos, veinte mujeres y tres niños– perdieron la
vida. Ahora, apoyados por varias organizaciones internacionales de defensa de
los derechos humanos, Abu Kurke y otro superviviente han presentado sendas
denuncias contra los Estados de España y Francia por denegación de auxilio.
Buques de guerra de ambos países surcaban aquellos días las aguas de Libia,
donde acababa de empezar la intervención militar internacional contra el
régimen del coronel Muamar el Gadafi.
La embarcación de los infortunados inmigrantes, que al cabo
de una semana se quedaron sin agua ni víveres, lanzó dos mensajes de socorro a
través de un móvil vía satélite, que los guardacostas italianos reenviaron a
todos los buques en la zona. Durante su trágica deriva, la zodiac en la que
intentaban ganar Europa se cruzó con un avión de patrulla francés –que les
fotografió y envió la imagen a las autoridades marítimas italianas–, un
helicóptero militar –que les lanzó agua y galletas para no regresar nunca más–,
un buque de guerra no identificado y dos barcos pesqueros. Nadie hizo nada por
rescatarles y poco a poco, uno tras otro, los ocupantes de la patera fueron
muriendo. Dos de ellos fallecieron en tierra, después de acabar su viaje
embarrancando de nuevo en una playa libia.
“Algunos cayeron al agua arrastrados por el fuerte oleaje,
pero la mayoría murieron de sed y de hambre”, explicaba ayer en París Abu
Kurke, quien resistió la tentación –fatal– de beber agua de mar, al contrario
de lo que hicieron, desesperados, muchos de sus desdichados compañeros de
infortunio. “Yo sobreviví bebiendo mi orina, que guardaba en una de las
botellas de agua vacías, y comiendo un poco de pasta dentífrica”, añadió.
Nadie conoce a ciencia cierta la nacionalidad del buque
militar ni del helicóptero avistados por los náufragos. Pero, a partir de sus
testimonios, y de las observaciones de satélite, las organizaciones
denunciantes –con la Federación Internacional de ligas de Derechos del Hombre
(FIDH) a la cabeza– creen que el navío más cercano a la patera, a unos 44 kilómetros , era la
fragata española Méndez Núñez. El portaaviones francés Charles de Gaulle, según
sus cálculos, tampoco debía andar muy lejos...
"Se trata de un crimen de guerra, sin ninguna
duda”, aseguró el abogado español Gonzalo Boye, que representa a los
supervivientes en España. Ayer mismo formalizó la presentación de una querella
criminal ante la Audiencia Nacional contra las autoridades militares españolas.
Sus colegas franceses han presentado por su parte una demanda con constitución
de parte civil, después de que una primera denuncia fuera archivada en el 2012
por la fiscalía. Una demanda similar está ya presentada en Italia y otra lo
será pronto en Bélgica.
Asilado en Holanda,
donde se ha casado y tenido un hijo, Abu Kurke aspira a que la acción de la
justicia pueda evitar una nueva tragedia. Lo que ningún tribunal podrá impedir,
sin embargo, es que el horror le siga asaltando cada noche en sus
sueños.
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