jueves, 20 de junio de 2013

Opaca transparencia

La transparencia prometida por François Hollande en su plan de moralización de la vida pública ha empezado a empañarse a las primeras de cambio. La obligación de hacer pública la declaración de patrimonio a la que están obligados los cargos públicos –lo que ya han hecho el presidente de la República y los miembros del Gobierno francés– no alcanzará finalmente a los parlamentarios, cuyos bienes seguirán ocultos bajo espesos y pudorosos cortinajes. Amenazado con una revuelta en toda regla en la Asamblea Nacional, Hollande ha acabado plegándose a las exigencias de sus reservadas señorías.

El artículo relativo a la declaración de patrimonio de los parlamentarios, incluido en el proyecto de ley sobre Transparencia de la vida pública, fue aprobado por los diputados de la Asamblea Nacional el martes por la noche. Previamente, fue totalmente vaciado de su contenido. Los parlamentarios mantendrán la obligación de presentar una declaración sobre sus bienes –algo que ya estaban obligados a hacer por las leyes de 1988 y 1995–, aunque con dos novedades importantes. En primer lugar, en caso de mentir de forma flagrante sobre una parte sustancial de su patrimonio, el parlamentario díscolo podría ser condenado con hasta tres años de cárcel y 45.000 euros de multa (en lugar de la sanción de 30.000 euros prevista en la actualidad)

En segundo lugar, las declaraciones serán formalmente públicas. Públicas, pero en absoluto publicables... La nueva ley establece, en efecto, que las declaraciones serán consultables por los electores en las prefecturas. ¿Cómo, por quién y de qué manera? La letra pequeña de los decretos lo dirá –“Deje que hagan las leyes que yo haré el reglamento”, dijo el conde de Romanones en el siglo XIX– pero es presumible que impondrá nuevas cortapisas. El ministro de Relaciones con el Parlamento, Alain Vidalies, aceptó la petición de la UMP de que la identidad de todo aquel que pida consultar las declaraciones sea convenientemente registrada.

Pero no habrá ninguna posibilidad legal de difundir ni de publicar la información así obtenida, bajo amenaza de una dura sanción penal. El proyecto de ley, tal cual quedó redactado la noche del martes, remite en este caso al artículo 226-1 del Código Penal, que castiga los atentados contra la intimidad y la vida privada con un año de prisión y una multa de 45.000 euros. La transparencia, convertida en opacidad...

La publicidad del patrimonio de los políticos era una de las principales medidas del plan de moralización de la vida pública impulsado por François Hollande para contrarrestar el escándalo causado por la revelación de que el exministro del Presupuesto, Jérôme Cahuzac, había cometido fraude fiscal al mantener en secreto una cuenta en Suiza.

Un pequeño grupo de diputados –10 sobre un total de 577–, pertenecientes a la izquierda y a la derecha, hartos de la ceguera de sus compañeros de hemiciclo ante el progresivo descrédito social de los políticos, han firmado un manifiesto en Le Nouvel Observateur en el que reclaman al resto de parlamentarios que sean lúcidos y aborden una renovación a fondo de la Asamblea Nacional, abandonando viejas prácticas y antiguos privilegios. Entre las medidas que proponen está, justamente, la transparencia sobre el patrimonio de los cargos electos, pero también –lo que sería más oneroso para los bolsillos de los parlamentarios– la abolición del régimen especial de pensiones al que tienen derecho o la supresión de la exoneración fiscal de los fondos de que disponen para los gastos de su cargo Entre los firmantes hay varios diputados socialistas y ecologistas, así como dos exministros de la UMP en la época de Nicolas Sarkozy, Bruno Le Maire y Laurent Wauquiez.




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