Entrevista a ILAN CHETRITE, director artístico de Sandro
Homme
En el fondo de un patio recoleto y soleado, al que se llega
tras franquear un pesado portón y un oscuro pasaje, se alza la sede social de
la casa de moda Sandro, en el corazón del viejo París. Ilan Chetrite, de 30
años, hijo de la fundadora de la marca y director artístico de la línea de moda
de hombre, tiene su despacho en el primer piso del edificio, un antiguo caserón
de barrio del Marais. Es un despacho amplio y luminoso, cálido y desenfadado.
Como su ocupante. Elegante y educado, aunque ajeno a todo envaramiento, Ilan Chetrite hace gala de una extrema
amabilidad –él mismo sirve el café, en lugar de pedírselo a su asistente- y se muestra tal cual es, sin poses.
El espíritu de su madre reina en el lugar. Evelyne Chetrite,
encargada de la creación, y su marido, Didier, responsable de la parte
comercial, crearon la marca Sandro hace 25 años, conquistando con su estilo,
chic y refinado, a las mujeres de todo el mundo. En el 2008, tras acabar sus
estudios universitarios, Ilan decidió incorporarse a la empresa familiar y
crear una colección de moda masculina siguiendo el mismo espíritu de la marca,
de la que es su alter ego. Hoy cuenta con 60 tiendas repartidas por todo el
globo.
- Sus padres fundaron la marca Sandro, su bisabuelo era
camisero, su tía abuela, costurera… A la vista de la tradición familiar, ¿se
sentía usted predestinado a dedicarse el mundo de la moda? ¿o fue un
descubrimiento personal?
- Lo propio del destino es que no se puede saber... si lo es
o no. Pero efectivamente, encuentro que yo tenía predisposición a trabajar en esto,
aunque en principio no me dirigía en absoluto hacia este tipo de oficio. Yo
hice estudios principalmente centrados en la economía, sin gran cosa que ver a
con la creación. Pero a mi me gusta crear, desde bien pequeño. Me gusta crear,
lo que sea. Me produce casi tanto placer crear un traje que un pastel, o cocinar
una nueva receta de pasta.
- ¿Qué tipo de creaciones hacía de pequeño?
- Creo que como todos los niños… Dibujaba pequeños
personajes imaginarios. Pero nunca fui un buen dibujante.
- A su juicio, en el mundo globalizado de hoy, una sociedad familiar como Sandro ¿es una desventaja
o, por el contrario, es una baza?
- Pienso que es una gran baza. En el mundo de la industria
podemos observar que la mayor parte de las sociedades que se mantienen y que
son perennes son a menudo sociedades familiares. No sé cuál es la explicación.
Quizá es porque se crean vínculos que son más profundos. Esa es mi impresión… Evidentemente,
el día a día no es siempre fácil. A veces puede haber divergencias más fuertes
que si no fuéramos una sociedad familiar. Yo creo, en todo caso, en el negocio
familiar. Creo mucho.
- ¿Usted se entiende bien con su madre, en el día a día?
- Sí, muy bien. Cada uno tiene su campo de acción. Ella se
ocupa del estudio de la mujer, yo del del hombre. No hay interacción en nuestro
trabajo, tratamos simplemente de tener una línea de imagen y de comunicación
común, pero esto viene muy naturalmente, porque nos dirigimos hacia la misma
tendencia de moda.
- ¿Qué ha heredado o aprendido usted de su madre, de su
forma de trabajar o de crear?
- Creo que he heredado su sentido de ir a contrapié, es
decir, del decalage, de evitar las cosas fáciles y de aportar una particularidad,
un twist. Pienso que es esto: una suerte de contraste, una forma de
manejar los contrastes.
- ¿Y usted? ¿qué aporta usted al espíritu de la marca?
- Me incomoda un poco decirlo, porque esto debería decirlo
más bien el cliente. Sin embargo, puedo decir lo que yo he tratado de aportar.
Yo busco complacer, simplemente. No se trata de un planteamiento creativo,
propiamente hablando, sino de un acto, por decirlo así, de “generosidad” hacia
los hombres, que carecían cruelmente de propuestas. Yo he querido proponerles
el alter ego de Sandro mujer. Y he querido igualmente, indirectamente, hacer
que la marca Sandro mujer adopte una nueva dimensión, pasando de una pequeña
marca dirigida exclusivamente a las mujeres a una marca que se dirige a un
público, a personas, a grupos de gente, sin distinción de sexo. Y pienso que es
necesario para poder expresarse a fondo.
- Usted ha dicho alguna vez que su abuelo ha sido para usted
una fuente de inspiración.
- Lo sigue siendo. Mi abuelo tiene ese sentido innato de la
elegancia, un sentido que no se puede buscar, que se tiene o no se tiene. Eso
se explica de muchas formas. Una simple camiseta sobre un pantalón puede hacer
un enorme efecto. Pienso que, en la familia, todos hemos heredado un poco de
esto. Ha sido una suerte de inspiración para todos nosotros, porque era
importante para él ir bien vestido. Y lo hace con estilo. Podría pensarse que, a
partir de una cierta edad, llegaría el momento de parar de pensar en ello, de olvidarse
de la elegancia o estilo, y sin embargo, cuando es algo innato, eso te sigue
muy, muy lejos. Eso ha sido una fuente de inspiración para mi.
- ¿La elegancia es algo que se puede adquirir?
- La elegancia se puede aprender, pero la clase no. Se
pueden tener unas ciertas nociones de elegancia, saber las faltas que no se
deben cometer, las reglas que se deben adoptar. Pero de todas las maneras,
cuando es algo demasiado estudiado, no funciona. Si uno piensa demasiado, no
funciona. Es la mejor manera de equivocarse.
- A su juicio, ¿hay un sentido de la elegancia universal?
- No, no hay un sentido de le elegancia universal. La
elegancia es muy subjetiva, es propia de cada uno. No puede definirse, pero
existe, simplemente.
- ¿Cuáles son sus otras fuentes de inspiración?
- ¿Para crear? Tengo muchas fuentes de inspiración. De
entrada, viajo mucho. Me nutro de los “looks” que veo en Nueva York, en Tokio.
Me gusta mucho mirar en la calle, sentarme en la terraza de un bar y mirar a la
gente pasar. Pero no daré el golpe diciendo que voy a buscar lana en lo más
recóndito de Mongolia y cosas así… Hoy tenemos la mayor videoteca del mundo,
que se llama Google, y no sirve de nada decir que uno ha ido a los confines de
Alaska para inspirarse de la cultura Inuit… porque lo tenemos todo en Internet.
Es siempre interesante ir, naturalmente, pero Google es la mejor biblioteca del
mundo. Pero bueno, yo voy mucho a Tokio, Nueva York y Londres…
- ¿Cómo es el hombre Sandro?
- Nunca he logrado realmente llegar a definirlo, pero a
fuerza de responder a esta pregunta he acabado por comprender quién es. ¿En qué
el estilo francés es diferente del estilo americano, inglés o español? Yo no
conseguía ponerle palabras. Creo que Sandro es esto, este effortless chic,
ese lado un punto rebelde, de no hacer nunca asociaciones convencionales, de
tratar de ir con elegancia contra las convenciones, por los detalles. Y luego
es una marca que se quiere moderna, que se mueve con su tiempo, con un cierto
equilibrio y un cierto sentido de la estética que no podría explicar. Pienso
que en última instancia Sandro soy yo, que cogía la ropa de mi padre, de mi
abuelo, y que la combinaba a mi aire. Me gustaba despistar, romper los códigos.
- Usted dijo una vez que el hombre actual incorpora un toque
de feminidad…
- El hombre ha devenido cada vez más femenino, cada vez
menos acomplejado frente a la moda y en ese sentido se acerca un poco al
comportamiento de la mujer. Cada hombre tiene una parte de feminidad en él, lo
cual no hace de él menos hombre.
- Eso se muestra cada vez más?
- Eso se muestra cada vez más, en el comportamiento de los
hombres en el momento de la compra, en su coquetería. Y luego es un poco como
si –quitando toda connotación machista o sexista- la mujer tomara el lugar del
hombre y el hombre el de la mujer. Las cosas se han invertido.
- ¿Cuál es el principal mercado de Sandro?
- El centro de nuestra actividad se sitúa en Francia, es en
Francia donde tenemos la mayoría de los puntos de venta, donde somos más
conocidos. Sin embargo, en el extranjero somos también reconocidos,
particularmente en Estados Unidos, donde la gente está apasionada por la marca,
contenta de ver llegar esta nueva proposición que aporta alguna cosa. Y en
Inglaterra y en España…
- ¿Está satisfecho con su experiencia en España?
- Sí, va muy bien. Es un mercado prometedor para Sandro.
Espero que la crisis se acabe pronto y podamos expresarnos aún mejor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario