viernes, 31 de mayo de 2013

Nace 'Merkollande'

Alemania y Francia, Francia y Alemania, vuelven a marcar el paso de Europa. Se acabó el juego del gato y el ratón. Se acabó la estrategia hollandista de la “tensión amistosa” entre París y Berlín. El motor franco-alemán vuelve a funcionar. Un año después de su acceso al Elíseo, el presidente francés, François Hollande, ha acabado rindiéndose a la evidencia de que en la Unión Europea ha de ir forzosamente de la mano de la canciller alemana, Angela Merkel. Ambos mandatarios abrieron ayer formalmente esta nueva etapa en París con la presentación de una contribución conjunta –la primera en un año– sobre la política económica y el reforzamiento institucional de la zona euro, que someterán al resto de sus socios en el Consejo Europeo del 27 y 28 de junio próximos. Ha nacido Merkollande.

La proposición franco-alemana aboga por el reforzamiento del gobierno de la zona euro –con el nombramiento de un presidente de plena dedicación y la celebración de cumbres regulares–, así como de su legitimidad democrática, a través de una nueva estructura del Parlamento Europeo. París y Berlín proponen coordinar las políticas económicas de los países miembros, con un acento especial en la competitividad –mediante el establecimiento de “contratos de competitividad y de crecimiento”–, la convergencia de los sistemas fiscales, el establecimiento de salarios mínimos –aunque “definidos a nivel nacional”– y la creación de un “fondo” propio de la zona euro que estaría alimentado por contribuciones específicas (probablemente, la tasa sobre las transacciones financieras). Por lo que hace a la unión bancaria, ambas partes se proponen poner en marcha antes del fin de la legislatura europea (en 2014) un mecanismo único de resolución de crisis bancarias, que incluirá un dispositivo de apoyo privado, nutrido por las aportaciones de la propia banca.
La contribución incluye asimismo el plan para combatir el paro juvenil que ambos países adelantaron el martes en un coloquio internacional celebrado en París.

Hollande y Merkel se esforzaron ayer en el Elíseo en mostrar una cohesión que está lejos, sin embargo, de ser total. El documento presenta asimismo notables dosis de vaguedad. No todos los desacuerdos entre franceses y alemanes se han solventado. Pero sin duda, más importante aún que su contenido es el esfuerzo de aproximación realizado por ambas partes. Guiño involuntario al pasado, Merkel sufrió un freudiano lapsus al referirse en una ocasión al presidente francés como “François Mitterrand”...

La sintonía entre Francia y Alemania no es algo que pueda darse por descontado, cada acuerdo –como recordaba tiempo atrás un diplomático del Quai d’Orsay– es fruto de un ingente trabajo de negociación y de aproximación de posturas a veces enormemente distantes. Pero ambos países son conscientes de que están condenados a entenderse. El ex presidente francés Jacques Chirac lo expuso de forma inequívoca en sus memorias: “No hay que creer que esta entente singular (entre franceses y alemanes) se debe a sus intereses comunes. Reposa ante todo en la amplitud de las contradicciones que es vital, para unos y para otros, superar, hasta tal punto saben por experiencia que sus oposiciones pueden revelarse destructoras”.

Tras doce meses de desencuentro, Hollande y Merkel han empezado a introducir en su agenda común algo más que reuniones o cenas de trabajo. Ayer, ambos visitaron juntos en el Museo del Louvre la exposición sobre la pintura alemana de 1800 a 1939. 


Entre soberanía nacional y derecho de injerencia

“Lo importante es que allí donde se toman las decisiones se asuman los riesgos”. Merkel no se anduvo con paños calientes al recordar a Hollande el principio fundamental que debe guiar el proceso hacia una mayor integración europea. Dicho de otro modo, no se puede apelar a la solidaridad europea si no se está dispuesto a ceder soberanía. El presidente francés tuvo ayer dificultades para justificar, en este contexto, su airada reacción –tan tradicionalmente francesa– a las recomendaciones hechas por la Comisión Europea a cambio de otorgar a Francis dos años más para reducir el déficit. “La Comisión no tiene que dictarnos lo que hemos de hacer”, dijo Hollande.




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