jueves, 30 de mayo de 2013

La importancia de la regla

Guy Carcassonne
(1951-2013)
Jurista

 “La regla del juego es un vector de civilización”, dejó dicho una vez el reconocido jurista francés Guy Carcassonne, para quien las reglas del rugby –deporte que había practicado en su juventud y del que era un gran aficionado- y una Constitución tenían en el fondo la misma función esencial: la búsqueda óptima del equilibrio entre las obligaciones que imponen y las libertades que conceden. Voz escuchada y respetada donde las hubiere, su timbre se apagó definitivamente la noche del domingo al lunes en la ciudad rusa de San Petersburgo, donde estaba realizando un viaje familiar junto con su esposa, la dibujante Claire Brétécher, a causa de una fulminante hemorragia cerebral. Su inesperada desaparición, a los 62 años de edad, ha causado un hondo impacto en el mundo académico y en el mundo político en Francia.

Autoridad indiscutible en materia de derecho constitucional -su primera gran obra, “La Constitución”, editada en 1996, en la que hacía un análisis interpretativo del texto fundador de la V República, es una referencia-, Guy Carcassonne dedicó una parte muy importante de su vida a la enseñanza como profesor, en la Universidad de Reims primero y en la de París-X Nanterre desde 1991 hasta hoy. Pero su interés traspasó el ámbito teórico para descender a lo práctico. Admirador de la figura de Pierre Mendès France –a quien dedicó su tesis doctoral-, en los años setenta y ochenta asumió un compromiso político directo en la órbita del Partido Socialista.

Desde 1983, pero sobre todo entre 1988 y 1991, en su etapa como primer ministro, Carcassonne colaboró estrechamente con Michel Rocard, en cuyo gabinete fue el encargado de las relaciones con el Parlamento. En un momento en que los socialistas carecían de mayoría absoluta en las cámaras, su principal cometido –que a juicio de propios y extraños ejerció con habilidad y tacto– fue la búsqueda constante de pactos.

En tanto que especialista, colaboraba asiduamente en los medios de comunicación y en los últimos años había sido repetidamente requerido para expresar su opinión en los grandes debates político-jurídicos, desde la Carta de las Lenguas Regionales del Consejo de Europa hasta la modernización de las instituciones de la V República, pasando por el estatuto penal del jefe del Estado. En el extranjero, su consejo había sido solicitado para colaborar en la redacción de la nueva Constitución de Afganistán.

Las condolencias y los elogios han sido unánimes en Francia, donde era enormemente apreciado por su honradez intelectual y su equidad política. El presidente François Hollande lamentó la pérdida de « uno de los más grandes constitucionalistas y un pedagogo sin par”, mientras el líder de la oposición, Jean-François Copé, presidente interino de la UMP, valoró su “inteligencia y apertura de espíritu”. “Sin renegar de sus convicciones de izquierda, sabía trabajar sin sectarismo con todos aquellos que querían mejorar el funcionamiento de nuestra democracia », añadió. Una de las despedidas más calurosas la firmó el presidente del Consejo Constitucional, Jean-Louis Debré, quien elogió su inteligencia y sus cualidades humanas: “El derecho constitucional pierde a uno de sus espíritus más eminentes, la República a uno de sus hijos más ejemplares, Francia a uno de sus más remarcables talentos”.



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