martes, 28 de mayo de 2013

Una plegaria antes de matar

Nada, o casi nada, de lo que hizo el sábado por la tarde en La Défense, el barrio de negocios de París, el agresor del soldado francés Cédric Cordiez ha escapado a las cámaras de videovigilancia. Gracias a las imágenes del sistema de videoprotección de la empresa que gestiona el transporte público regional, la RATP, los investigadores de la policía disponen de un fiel retrato del individuo y han podido reconstruir sus pasos antes y después del ataque.

Uno de los datos más reveladores, puesto que parecería confirmar el carácter terrorista de la acción y el móvil islamista del autor, lo constituye el hecho de que instantes antes de apuñalar al soldado en el cuello el agresor se recogió brevemente no lejos del lugar del ataque y rezó una plegaria. Así lo desveló ayer el diario Le Parisien, según el cual la policía logró recuperar asimismo una bolsa de plástico abandonada en su huida por el atacante en la que había un cuchillo en su funda, otra funda pero sin su cuchillo y un envase de zumo de naranja empezado, así como un pullover. Todo ello está siendo analizado en busca de rastros de ADN,

El ministro del Interior, Manuel Valls, declaró en televisión que los investigadores de la sección antiterrorista de la brigada criminal de la Policía disponen de “pistas serias” para identificar al atacante, que sigue huido.
Los hechos se produjeron el pasado sábado, alrededor de las seis de la tarde, en el gran hall subterráneo de La Défense, donde confluyen varias líneas de transporte público (RER, Transilien, metro, tranvía) y varios centros comerciales. La víctima, Cédric Cordiez, del 4º regimiento de Cazadores de montaña de Gap (Altos Alpes), estaba realizando labores de vigilancia en el marco de la operación antiterrorista Vigipirate. Integrante de una patrulla compuesta por otros dos soldados, Cordiez avanzaba en último lugar, lo que aprovechó su agresor para atacarle por la espalda y clavarle un arma blanca –acaso un cuchillo, acaso un cutter– en el cuello, antes de salir huyendo hacia el centro comercial Les Quatre Temps y perderse entre la multitud que frecuentaba el lugar a esa hora de la tarde.

Cédric Cordiez, de 23 años y padre de un niño de dos, salvó la vida por dos centímetros. Según su compañera sentimental y madre de su hijo, Aurélie, la herida llegó a esa distancia de la arteria carótida. Ingresado en el hospital militar Percy, en Clamart (al sur de París), Cordiez fue dado de alta ayer mismo y “recuperado” por su unidad. Los médicos le han dado diez días de baja. Su suegro relató que el militar se había cruzado con su agresor un cuarto de hora antes, pero que nada en él le hizo despertar sospechas. Cuando recibió la puñalada, sólo sintió un golpe y su primera intención fue perseguir a su agresor, pero se derrumbó. La herida, aunque se reveló superficie, fue espectacular e hizo brotar abundante sangre.

El comandante del 4º regimiento de Cazadores, el coronel Hervé de Courrèges, subrayó ayer la violencia del ataque y elogió la actuación de sus hombres, que en su opinión “reaccionaron particularmente bien”. Fuertemente armados, los soldados no podían utilizar sus armas si no a riesgo de causar víctimas entre los cientos de personas que se encontraban en el lugar.

Un ataque parecido se produjo el pasado 7 de mayo –antes, pues, del asesinato de un militar en Londres– en Roussillon (Isère), cuando un hombre entró en un cuartel de la Gendarmería y al grito de “¡Alá es grande!” clavó un cutter en el cuello de uno de los agentes. Abatido de un disparo y detenido, se descubrió que en su casa tenía libros de tipo islamista. Considerado inicialmente como un desequilibrado mental, fue encarcelado acusado de intento de asesinato agravado.

Las autoridades no vinculan el ataque de La Défense con este caso, ni tampoco con el de Londres. Pero lo cierto es que todos parecen dibujar un tipo de atentados cometidos por individuos aislados, que no precisan de gran infraestructura ni preparación.





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