Estabilizada financieramente
la zona euro, el gran desafío –y el gran drama– al que se enfrenta la Unión
Europea es el paro juvenil. La conciencia de que Europa se juega aquí el futuro
de toda una generación y, más allá, la supervivencia misma del proyecto de
unificación europea ha conducido a varios países, entre ellos España, a
proponer medidas urgentes para combatir esta lacra, que alcanza –con grandes
disparidades entre estados– a alrededor de una cuarta parte de los jóvenes
menores de 25 años. Una catástrofe que atenta contra la cohesión social del
continente.
El presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, que ayer
clausuró en París un coloquio internacional sobre el futuro de Europa y se
reunió con el presidente
Las dos primeras propuestas de Rajoy entroncan con dos de
las medidas incluidas en el plan de fomento del empleo juvenil que están
preparando París y Berlín. Este asunto fue objeto de una reunión ayer en el
Elíseo en la que, junto a Hollande, participaron los ministros de Economía y de
Trabajo de Francia y de Alemania, Pierre Moscovici, Jean-Michel Sapin, Wolfgang Schäuble y Ursula von
der Leyen, respectivamente, además del titular de la cartera de Trabajo
italiano, Enrico Giovanni. La discusión la proseguirá mañana en París el
presidente francés con Merkel. Ambos prevén someter su propuesta a sus socios
europeos en el Consejo del 27 y 28 de junio, y cerrar el plan en una cumbre
extraordinaria en Berlín, el 3 de julio, de los ministros de Trabajo de los 27.
“Hemos de actuar con urgencia. Seis millones de jóvenes
están en paro en Europa y cerca de 14 millones no tienen trabajo, no cursan
estudios ni siguen un aprendizaje. Si no actuamos, la generación de la
post-crisis vendrá a pedirnos cuentas”, afirmó en el discurso de apertura del
mismo coloquio Hollande, quien alertó que el “rencor” de toda una generación
puede provocar una “ruptura” de graves consecuencias.“Lo que está en juego es
la idea misma de Europa”, dijo, antes de añadir que “Europa debe significar
protección y esperanza”.
Los ministros de Trabajo de Francia y Alemania –presentes en
la misma jornada– aprovecharon este marco para exponer las principales líneas
de su plan, para el que Hollande ha pedido poder empezar a comprometer ya parte
de los 6.000 millones de euros previstos.
El plan reposa en tres medidas básicas. La más llamativa es
la de promover la movilidad de los jóvenes en toda Europa, a base de extender
el actual programa Erasmus –dirigido hasta ahora exclusivamente a los
estudiantes– a todos los jóvenes que sigan un aprendizaje profesional. “Es
necesaria una mayor movilidad”, subrayó la titular alemana de Trabajo, Ursula
von der Leyen, quien recordó que sólo en Alemania hay un millón de
empleos vacantes y defendió la financiación de cursos de
idiomas para superar el obstáculo de la lengua.
Una segunda medida, complementaria de la anterior, es desarrollar
el sistema de inserción laboral de la “alternancia”, que combina un empleo con
una formación adaptada en paralelo. El objetivo del plan es que ningún joven
europeo permanezca más de cuatro o seis meses sin trabajo, sin un stage o sin un curso de formación.
La tercera medida va más allá del empleo juvenil
y afecta en realidad a la financiación de la economía en su
globalidad. El objetivo es movilizar al BEI –como también propone Rajoy– para
facilitar la financiación de las pymes, enfrentadas en la actualidad a serios
problemas de acceso al crédito.
El ministro alemán de Economía, Wolfgang Schäuble –ferviente
europeísta–, consideró que tras haber logrado estabilizar la zona euro, lo
urgente es resolver el problema del paro juvenil. “Si no tenemos éxito
–alertó–, perderemos la batalla de la unificación europea. No podemos hacer
esperar a toda una generación”. Pero advirtió que a largo plazo la única vía es
adoptar las reformas estructurales necesarias para hacer la economía europea más
competitiva. “No hay que hacer a los jóvenes falsas promesas hoy que no podremos cumplir mañana”, dijo.
En la jornada participaron asimismo, entre otras
personalidades, el ex primer ministro francés François Fillon; el presidente
del Parlamento europeo, Martin
Schulz; el director general de la Organización Mundial del
Comercio (OMC), Pascal Lamy; el ex primer ministro italiano Mario Monti; el
expresidente de la Comisión Europea Jacques Delors y el expresidente del Gobierno
español Felipe González.
Rajoy avisa de que el reparto del déficit no gustará a todos
Lo que se tenga que hacer, se hará, aunque no guste a todo
el mundo. Poco impresionado por el rechazo que entre los barones del PP
despierta su propuesta de reparto asimétrico de los objetivos de déficit entre
las comunidades autónomas, Mariano Rajoy mantiene su rumbo. Al día siguiente de
su almuerzo con los presidentes autonómicos populares –una “reunión de
partido”, subrayó para quitarle toda trascendencia oficial–, el presidente del
Gobierno asumió que la fórmula final provocará descontentos. “Es imposible que
a todo el mundo le guste”, advirtió durante una conferencia de prensa conjunta
con el presidente francés, François Hollande, con quien se reunió ayer tarde en
el Elíseo.
Rajoy quitó hierro a la discusión que mantuvo con los
barones de su partido –según sus palabras, un “interesante contraste de
pareceres, grato y reconfortante”– y juzgó lógico que cada presidente defienda
sus intereses cuando se trata de dinero. “Cada cual arrima el ascua a su
sardina, siempre es así”, afirmó. Pero expresó su confianza en que, de aquí a
la decisión del Consejo de Política Fiscal y Financiera,
se conseguirá un acuerdo. “Al final siempre se acaba imponiendo el sentido
común”, consideró Rajoy, quien rechazó la idea de que el Gobierno imponga por
su autoridad su receta a los disidentes.
El presidente aprovechó otra pregunta para reafirmar su
determinación de cumplir con los objetivos de reducción del déficit. “Lo
tenemos que cumplir por encima de todo. El Gobierno hará el máximo esfuerzo y
estoy seguro de que las comunidades autónomas y las administraciones locales
también lo harán”, señaló, en la confianza no obstante de que la Comisión
Europea otorgará a España un plazo adicional de dos años para rebajarlo al 3%
del PIB. Para Rajoy, esta modulación es necesaria en momentos de recesión
económica como los actuales –“Los plazos son elementos que deben adaptarse a
las circunstancias”, dijo–, pero no cuestiona lo bien fundado del objetivo
final: “No es un capricho, es bueno para la economía, es bueno para el
crecimiento y es bueno para el empleo”, concluyó.
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