Un trago de zumo
de naranja, un envase abandonado... El azar que a veces dirige el
comportamiento humano ha permitido a la policía francesa identificar y detener
en tan sólo cuatro días al individuo que el sábado pasado apuñaló en el cuello
a un soldado francés de una patrulla antiterrorista en el barrio de negocios de
La Défense, en la periferia de París. El presunto agresor, Alexandre D., de 22
años, fue arrestado en la madrugada de ayer en una vivienda de La Verrière, una
población al sudoeste de la capital francesa, no lejos de Versalles, donde el
sospechoso –sin domicilio fijo– se alojaba en casa de una amiga. No opuso
ninguna resistencia.
Alexandre D. es un joven francés convertido al islam
radical, un pequeño delincuente de banlieue que hace
cuatro años empezó una deriva personal que acabaría conduciéndole a convertirse
en aprendiz de terrorista. Su trayectoria recuerda a la del terrorista de
Toulouse Mohamed Merah, muerto por la policía en marzo del 2012 después de
haber asesinado a siete personas, tres militares y un adulto y tres niños de la
escuela judía Ozar Hatorah.
Alexandre D., probablemente inspirado por el salvaje
asesinato de un soldado británico tres días antes en Londres, también quiso
cobrarse una víctima en la piel de un militar. “Su voluntad en ese momento era
de matar a ese soldado, el autor no dudó en dar varios golpes con una
determinación impresionante”, señaló ayer el fiscal de París, François Molins.
Estuvo a dos centímetros de conseguirlo: un poco más y el arma blanca que clavó
a su víctima en la nuca estuvo a punto de alcanzar la arteria carótida.
Finalmente, el joven soldado, Cédric Cordiez, de 23 años, resultó herido sólo
levemente y pudo abandonar el hospital el pasado lunes.
El presunto terrorista confesó ser el autor de la agresión,
que el fiscal atribuyó a una motivación vinculada a su “ideología religiosa”.
Ocho minutos antes de atacar al soldado por la espalda en el gran hall
subterráneo de La Défense –donde confluyen varias líneas de transporte regional
y metropolitano, y desde donde se accede a varios centros comerciales–, el
agresor se recogió unos instantes y rezó una plegaria. Poco antes, había
comprado dos cuchillos en el centro comercial.
Las cámaras de vídeovigilancia de la zona captaron a
Alexandre D. en varios momentos, antes y después de de la agresión. Su aspecto –la barba, el
gorro...– le asociaba claramente con la imagen de un islamista. Sin embargo, y
en contra de lo que se creyó, no era –no es– de origen magrebí.
Las imágenes de las cámaras de videoprotección han resultado
muy útiles para la investigación, pero lo que ha resultado fundamental ha sido
el envase de zumo de naranja abandonado por el agresor en una bolsa de
plástico. Los restos de ADN recuperados son los que han permitido su
identificación. La policía ha contado aquí con la inmensa suerte de que
Alexandre D. estuviera ya fichado y sus huellas biológicas, archivadas. El
joven, en efecto, había estado implicado entre el 2006 y el 2007 en varios
robos, que sin embargo no le habían conducido a prisión por tratarse entonces
de un menor de edad.
Encontrarle, debido precisamente a carecer de domicilio
propio, no ha sido tan rápido. Su pase de transporte es el que parece haber
dado la pista definitiva.
Natural de Trappes, una población cercana a La Verrière
donde existe una importancia comunidad integrista –las mujeres con velo
integral son aquí comunes–, Alexandre D. se convirtió aparentemente al islam
cuando alcanzó su mayoría de edad. La policía, en todo caso, tuvo noticias de
esta transformación en el 2009, cuando fue amonestado por participar en un rezo
religioso en medio de la calle. Junto a él había dos personas habituales de los
medios islamistas radicales.
Según las autoridades francesas, nada, ningún otro incidente
posterior, hizo que Alexandre D. llamara la atención de los servicios de
seguridad... Sólo que esto no parece ser del todo exacto. El diario Le Monde
reveló ayer tarde que la Subdirección de Información General (SDIG) envió el
pasado 20 de febrero –tres meses antes de la agresión en La Défense– una nota
sobre Alexandre D. a la Dirección Central de Información Interior (DCRI), los
servicios secretos, en la que le señalaba como un islamista radical a fin de
hacerle un seguimiento. Según el vespertino, nadie en la DCRI le prestó
atención...
Los agentes de la SDIG vinculaban a Alexandre D. con el
movimiento radical Tabligh. Además de haber sido controlado durante un rezo en
la calle en el 2009, en la población de Maurepas (en el mismo departamento de
Yvelines), su nota alude a una visita realizada en el 2011 a unas oficinas
municipales de Rambouillet en busca de empleo: durante su entrevista, Alexandre
habría puesto como condición no trabajar con mujeres y habría expresado su
intención de partir al extranjero para seguir estudios religiosos. En el
pasaporte que presentó para identificarse había sellos de varios viajes al
extranjero, un detalle llamativo en alguien que nunca ha dispuesto de medios
conocidos de subsistencia.
El ministro del Interior, Manuel Valls, comparó la
personalidad y la trayectoria de Alexandre D. con la de Mohamed Merah, y
advirtió que “en Francia hay varias decenas, incluso varias centenas de Merah
potenciales”. Valls alertó asimismo del riesgo potencial que representan los
“varios centenares de europeos” que han partido a combatir en Siria con los
rebeldes y que, en algunos casos, se han sumado a los grupos vinculados a Al
Qaeda.
Detenciones en el caso Merah
La policía francesa detuvo el martes a seis personas –cuatro
en Toulouse y otras dos en París– en relación con el caso de Mohamed Merah, el
terrorista que en marzo del 2012 asesinó a siete personas en Toulouse y
Montauban. Los detenidos, según fuentes policiales, son personas del entorno de
los dos hermanos de Merah. Los investigadores de la lucha antiterrorista
intentan esclarecer las complicidades con las que contó Merah para cometer sus
atentados. La justicia francesa ha imputado hasta el momento a dos personas en
este caso: Abdelkader Merah, hermano mayor de Mohamed y supuesto responsable de
su adoctrinamiento en el islamismo radical, y Mohamed Mounir Meskin, sospechoso
de haber ayudado a robar el scooter que Mohamed Merah utilizó para cometer sus
crímenes.
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