lunes, 27 de mayo de 2013

La última manifestación

“Ahora hay que pasar a otra cosa”, “se ha terminado el tiempo de las manifestaciones”, “se acabó, c’est fini!”... El masivo movimiento desencadenado en Francia contra la autorización del matrimonio homosexual exhaló ayer su último suspiro. Con la ley aprobada, avalada por el Consejo Constitucional y oficialmente promulgada, los promotores de la contestación y el principal partido de la derecha –la Unión por un Movimiento Popular (UMP)– dan ya la batalla por terminada, y perdida. Su principal preocupación es ahora cómo aprovechar la inercia creada por este formidable empuje conservador cara a las elecciones municipales y europeas del año que viene.

La mayoría de los miles –decenas o centenas, según quien los contara– de manifestantes que participaron ayer en la gran manifestación convocada por las organizaciones anti bodas gais tenían la conciencia de estar en el final de una etapa. La participación, aunque numerosa –150.000 según la policía, más de un millón según los organizadores–, fue de todos modos claramente inferior a la anterior manifestación del pasado 24 de marzo. “Es lógico que haya menos gente, una vez la ley ya aprobada”, admitió la líder del movimiento, la ex humorista Frigide Barjot, quien ayer no acudió a la manifestación a causa de las amenazas recibidas de parte de grupos de extrema derecha. “Por mi, se ha terminado”, declaró.

Terminadas las manifestaciones, entiéndase, porque el movimiento quiere hacer valer la fuerza que ha adquirido en los últimos meses para influir de forma determinante en la campaña de las elecciones locales. Barjot explicó que su movimiento –conocido bajo el nombre de La Manif para todos (en contraposición al eslogan gubernamental del “matrimonio para todos”)– elaborará una carta de principios que someterá a los candidatos, particularmente los de derechas, y en los casos en que nadie los asuma promoverá candidaturas propias.

La iniciativa amenaza con crear desgarros en la derecha, empezando por París, donde la aspirante mejor situada para encabezar la candidatura de la UMP, Nathalie Kosciusko-Morizet, se ganó las iras de los anti bodas gais por abstenerse en la votación de la ley. Una facción del propio partido se ha manifestado en contra de NKM precisamente por su tibieza en este asunto.

Desbordada por un movimiento que nunca ha controlado –aunque sí acompañado–, la UMP trata ahora de ponerle fin de forma ordenada para fagocitarlo políticamente. “Ésta es la última manifestación en la que participo, ahora la próxima cita son las urnas”, declaró el presidente interino del partido, Jean-François Copé, en alusión a las próximas elecciones municipales. Preocupado por la división existente en el seno de la UMP sobre la conveniencia o no de seguir con las protestas en la calle. Copé llamó a los opositores al matrimonio homosexual a “transformar su compromiso social en un compromiso político”.

La jornada de protesta de ayer estuvo marcada por el temor a la acción violenta de los grupúsculos de extrema derecha, que en las últimas semanas han estado especialmente activos y han acabado infiltrando el movimiento. El ministro del Interior, Manuel Valls, advirtió públicamente del riesgo de disturbios y apeló a los manifestantes a no acudir a la protesta con niños. Para evitar desbordamientos como hubo la última vez, y sobre todo durante la celebración del triunfo de liga del Paris Saint-Germain, el Gobierno desplegó una fuerza de seguridad integrada por 4.500 policías y gendarmes. A lo largo de la manifestación, los agentes detuvieron a 96 personas, en su mayoría por llevar consigo objetos contundentes o peligrosos. Una parte de los arrestados (36) quedaron en detención preventiva.

A pesar de las advertencias de Valls, que Copé calificó de “intimidaciones”, fueron numerosas las familias –en muchos casos, con niños de corta edad– que acudieron a la manifestación. Alternativamente, en algunos lugares la Iglesia –muy combativa contra la reforma– organizó guarderías en las parroquias para facilitar la participación en la protesta. Durante la marcha no hubo ningún incidente de relevancia. Una vez dispersada, algunos grupos protagonizaron diversos incidentes.

El movimiento contra el matrimonio homosexual, dirigido por organizaciones ajenas a los partidos políticos –tanto la UMP como el Frente Nacional (FN) sólo han hecho seguidismo–, ha experimentado en las últimas semanas una deriva radical, con la utilización de un lenguaje extremadamente violento, que ha sido aprovechada por algunos grupúsculos de extrema derecha para tratar de llevar el agua a su molino. Uno de ellos, Printemps Français (Primavera francesa), ha surgido y crecido al amparo de la protesta y sus acciones radicales han llevado al Ministerio del Interior a plantearse su prohibición.

El movimiento ha despertado a la Francia de derechas, pero no ha frenado la reforma del presidente François Hollande: la primera boda gay se celebrará pasado mañana en Montpellier. 


Asalto ultra a Solférino

Una veintena de activistas de la organización de extrema derecha Generación Identitaria asaltaron la sede del Partido socialista (PS), en la calle Solférino de París, y tras alcanzar el terrado desplegaron una pancarta reclamando la dimisión del presidente François Hollande. La policía les desalojó poco tiempo después y el PS anunció que presentará denuncia.





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