Los asesinos del
soldado británico muerto a machetazos en el barrio londinense de Woolwich el
pasado miércoles no han tardado en tener émulos. Un individuo no identificado
acuchilló ayer en la garganta a un soldado francés que realizaba labores de
vigilancia antiterrorista en el barrio de negocios parisino de La Défense, en
lo que podría ser un atentado islamista. El militar, trasladado al hospital
militar Percy, en Clamart (periferia de París), resultó herido de gravedad pero
su vida no corre peligro, aseguró el prefecto del departamento de Altos de
Sena, Pierre-André Peyvel.
El agresor, todavía no identificado, consiguió darse a la
fuga y confundirse entre las miles de personas que transitan por el lugar, un
importante centro comercial e intercambiador de medios de transporte muy
concurrido durante toda la semana y también los sábados. Según la policía, que
ha podido ver las imágenes grabadas por las cámaras de vídeovigilancia, se
trata de un hombre alto, de 1,90, de unos treinta años de edad, de aspecto
magrebí, con barba, y vestido con un gorro blanco, una cazadora negra y lo que
podría ser una chilaba beige. Una de las cámaras grabó con claridad su cara.
Algunos testigos presenciales aseguran haber visto a un segundo hombre dándose
a la fuga, pero este extremo no ha sido confirmado oficialmente.
El presidente francés, François Hollande, de viaje oficial
en Etiopía, condenó el atentado y llamó a los militares a extremar la
vigilancia y la prudencia. Preguntado sobre la posible vinculación entre este
suceso y el asesinato de Londres, Hollande eludió pronunciarse categóricamente,
pero subrayó que “no se descarta ninguna hipótesis”, incluida la de un atentado
terrorista islamista. El ministro del Interior, Manuel Valls, consideró por su parte
que hay algunos “elementos" del suceso –la violencia, la
voluntad de matar– que evocan el caso de Londres, pero consideró “prematuro”
sacar más conclusiones.
El ataque se produjo poco después de las seis de la tarde.
La víctima, de 23 años, pertenece al 4º regimiento de Cazadores de montaña
–fácilmente identificables por la enorme boina negra, similar a una txapela vasca, con que van cubiertos– con sede en Gap
(Alpes) y formaba parte de una patrulla de vigilancia antiterrorista. Unos 700
militares patrullan habitualmente por los centros neurálgicos –nudos de
comunicaciones, monumentos turísticos, etc.– de París en el marco del conocido
como Plan Vigipirate.
En el momento de ser agredido, el soldado realizaba labores
de vigilancia junto con otros dos compañeros en el inmenso hall subterráneo de La Défense, flanqueado de tiendas y
bares, que da acceso a la línea A del tren regional expreso RER, la línea 1 del
metro y varias líneas de trenes de cercanías y tranvía, así como a varios
centros comerciales. Este tipo de patrullas, integradas por tres soldados y
fuertemente armadas, acostumbran a desplazarse siempre con la misma
disposición: dos hombres delante y uno detrás. El soldado atacado era el que
iba detrás. Armado con un cuchillo o un cutter –este extremo no ha sido
clarificado– el agresor se le tiró encima por la espalda, sin lanzar ninguna
amenaza y le cogió completamente por sorpresa. Sus compañeros nada pudieron
hacer por evitar la agresión ni por detener al atacante, que se escabulló
rápidamente entre la gente en dirección a la galería comercial Les Quatre
Temps.
El ataque de La Défense –si se acaba confirmando que el
autor es un activista islamista– y el asesinato de Londres tienen en común,
como precedente, la ola de atentados cometidos por el terrorista francés de
origen argelino Mohamed Merah en Toulouse y Montauban en marzo del 2012. Antes
de cometer la masacre de la escuela judía Ozar Hatorah, Merah asesinó a tres
paracaidistas, designados como objetivo por la implicación del ejército francés
en la guerra contra los islamistas en Afganistán.
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