La voz de Frank
Sinatra cantando Love and Marriage invadió la sala de
actos del Ayuntamiento de Montpellier después de que Vincent Autin, de 40 años,
y Bruno Boileau, de 30, se dijeran “sí” ante la alcaldesa de la ciudad, la socialista
Hélène Mandroux, y se convirtieran en matrimonio. El primer matrimonio
homosexual que se consuma en Francia desde que el Parlamento aprobara el pasado
23 de abril –en medio de una masiva y cada vez más radicalizada oposición de
los medios católicos y conservadores– la ley que autoriza las bodas entre
personas del mismo sexo y se convirtiera así en el 14º país del mundo en
reconocer este derecho.
La boda de Vincent y Bruno, dos conocidos activistas en
defensa de los derechos de los gais, pareja desde hace siete años, levantó una
enorme expectación en el país, así como cierta inquietud, ante el riesgo de que
algunos grupos conservadores o radicales de extrema derecha intentaran
boicotear la ceremonia. Los dirigentes del movimiento contra el matrimonio homosexual
aseguraron que no era su intención aguar la fiesta de los contrayentes, pero
ante el riesgo de la actuación de grupos incontrolados, las autoridades
desplegaron preventivamente a 200 policías y gendarmes. Fuera de algunos
pitidos aislados cuando la pareja entraba en el ayuntamiento, no hubo ningún
incidente remarcable.
Previamente, el gobierno municipal había renunciado a
organizar un gran aperitivo popular para celebrar el acontecimiento. Y la
ministra de Familia, Dominique Bertinotti, abandonó finalmente su intención de
acudir a la boda para evitar que pudiera ser interpretado como una provocación.
Quien sí acudió, en cambio, aunque a título personal –es amiga personal de los
dos contrayentes–, fue la ministra Portavoz del Gobierno y titular de la
cartera de los Derechos de la Mujer, Najat Vallaud-Belkacem.
“Vuestra historia reencuentra hoy la historia del país”,
subrayó en su discurso la alcaldesa de Montpellier, quien vinculó la
importancia personal de ese instante para los dos hombres y para toda Francia.
“Este momento lo habíais soñado, lo habíamos soñado”, dijo. Unas 500 personas
llenaban la sala, entre familia, amigos y numerosos periodistas.
Los dos contrayentes, que se dieron la mano en los momentos
más intensos de la ceremonia, iban ambos con sobrios trajes de color negro –con
una corbata el uno, con una pajarita el otro, las dos de color negro también–.
Su entrada en la sala fue recibida a los sones de otro clásico americano, L-O-V-E, de Nat King Cole. Dos escuetos besos en los labios,
en medio de fuertes aplausos de los asistentes, sellaron su unión después de
que la alcaldesa repitiera la fórmula tradicional: “Yo os declaro unidos por el
matrimonio en nombre de la ley”.
Aprobada por el Parlamento, avalada por el Consejo Constitucional,
promulgada por el presidente de la República y ya aplicada, la ley sigue siendo
contestada no obstante por el movimiento liderado hasta ahora por Frigide
Barjot, que amenaza con continuar con las protestas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario