jueves, 30 de mayo de 2013

Bruno y Vincent, los primeros en decir "sí"

La voz de Frank Sinatra cantando Love and Marriage invadió la sala de actos del Ayuntamiento de Montpellier después de que Vincent Autin, de 40 años, y Bruno Boileau, de 30, se dijeran “sí” ante la alcaldesa de la ciudad, la socialista Hélène Mandroux, y se convirtieran en matrimonio. El primer matrimonio homosexual que se consuma en Francia desde que el Parlamento aprobara el pasado 23 de abril –en medio de una masiva y cada vez más radicalizada oposición de los medios católicos y conservadores– la ley que autoriza las bodas entre personas del mismo sexo y se convirtiera así en el 14º país del mundo en reconocer este derecho.

La boda de Vincent y Bruno, dos conocidos activistas en defensa de los derechos de los gais, pareja desde hace siete años, levantó una enorme expectación en el país, así como cierta inquietud, ante el riesgo de que algunos grupos conservadores o radicales de extrema derecha intentaran boicotear la ceremonia. Los dirigentes del movimiento contra el matrimonio homosexual aseguraron que no era su intención aguar la fiesta de los contrayentes, pero ante el riesgo de la actuación de grupos incontrolados, las autoridades desplegaron preventivamente a 200 policías y gendarmes. Fuera de algunos pitidos aislados cuando la pareja entraba en el ayuntamiento, no hubo ningún incidente remarcable.

Previamente, el gobierno municipal había renunciado a organizar un gran aperitivo popular para celebrar el acontecimiento. Y la ministra de Familia, Dominique Bertinotti, abandonó finalmente su intención de acudir a la boda para evitar que pudiera ser interpretado como una provocación. Quien sí acudió, en cambio, aunque a título personal –es amiga personal de los dos contrayentes–, fue la ministra Portavoz del Gobierno y titular de la cartera de los Derechos de la Mujer, Najat Vallaud-Belkacem.

“Vuestra historia reencuentra hoy la historia del país”, subrayó en su discurso la alcaldesa de Montpellier, quien vinculó la importancia personal de ese instante para los dos hombres y para toda Francia. “Este momento lo habíais soñado, lo habíamos soñado”, dijo. Unas 500 personas llenaban la sala, entre familia, amigos y numerosos periodistas.

Los dos contrayentes, que se dieron la mano en los momentos más intensos de la ceremonia, iban ambos con sobrios trajes de color negro –con una corbata el uno, con una pajarita el otro, las dos de color negro también–. Su entrada en la sala fue recibida a los sones de otro clásico americano, L-O-V-E, de Nat King Cole. Dos escuetos besos en los labios, en medio de fuertes aplausos de los asistentes, sellaron su unión después de que la alcaldesa repitiera la fórmula tradicional: “Yo os declaro unidos por el matrimonio en nombre de la ley”.

Aprobada por el Parlamento, avalada por el Consejo Constitucional, promulgada por el presidente de la República y ya aplicada, la ley sigue siendo contestada no obstante por el movimiento liderado hasta ahora por Frigide Barjot, que amenaza con continuar con las protestas. 



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