viernes, 24 de mayo de 2013

Trece horas ante los jueces

Christine Lagarde, directora del Fondo Monetario Internacional (FMI), declaró ayer en París durante casi 13 horas ante los tres jueces del Tribunal de Justicia de la República –única instancia que puede juzgar en Francia a un ministro o exministro por las decisiones tomadas en el ejercicio de su cargo– que investigan el denominado caso Tapie. El interrogatorio de Lagarde, sospechosa de favoritismo, seguirá hoy.

La exministra francesa de Economía podría ser imputada, por complicidad en falsificación y malversación, por haber recurrido a un tribunal de arbitraje para resolver el litigio entre el Estado y el empresario Bernard Tapie por la venta de Adidas en 1993. El tribunal arbitral, algunos de cuyos miembros son sospechosos de parcialidad, fijó en el 2008 la indemnización que el Estado debía pagar al empresario en 285 millones de euros –45 millones de los cuales, en concepto de perjuicio moral–, que con los intereses acumulados se elevó a 403 millones. Una cantidad muy superior a la que se habría llegado siguiendo la vía judicial ordinaria.

El caso Tapie se remonta a principios de los años noventa, cuando el controvertido empresario, interesado en entrar en política –fue ministro con François Mitterrand–, encargó al Crédit Lyonnais la venta de Adidas. Tapie, que poco tiempo después acabaría en bancarrota, resultó directamente perjudicado en la operación –el precio de la venta de la empresa se reveló inferior a su valor real– y la justicia acabaría condenando al banco en varias sentencias a indemnizarle. Si es el Estado francés el que ha pagado es porque en la época el Crédit Lyonnais estaba nacionalizado.

Que el Estado francés tenía que indemnizar a Tapie era una evidencia. Otra cosa es la cuantía. Lo que la justicia reprocha a Lagarde es haber optado por la fórmula que se ha demostrado más beneficiosa para el empresario y más perjudicial para el Estado. Y haber renunciado después –desoyendo a los servicios de su ministerio– a presentar recurso contra la decisión del tribunal arbitral. La gran incógnita política del caso es si Lagarde decidió sola –como ella ha sostenido hasta ahora– o siguiendo las instrucciones del presidente Nicolas Sarkozy, quien entre el 2007 y el 2010 se reunió 18 veces con Tapie.

Sin esperar a la decisión de los jueces, el FMI reiteró ayer de nuevo, por boca de su portavoz oficial, Gerry Rice, la confianza de este organismo en “la capacidad de la directora general para asumir eficazmente sus funciones”. Oficialmente, Lagarde cuenta también con la confianza del Elíseo, satisfecho con la gestión de la exministra al frente del FMI –sobre todo desde que critica abiertamente las políticas de austeridad europeas– y preocupado por la mala imagen que representaría para Francia su dimisión, sobre todo después de que su antecesor, el también exministro francés Dominique Strauss-Kahn, tuviera que renunciar al cargo por un escándalo sexual.



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