La plaza
Trocadéro de París, esa magnífica terraza sobre la torre Eiffel por la que
circulan diariamente cientos de turistas –ignorantes en su mayoría de la razón
de tal nombre, que conmemora la victoria de los Cien Mil Hijos de San Luis sobre
los liberales españoles en 1823
a las puertas de Cádiz–, parecía ayer un campo después
de la batalla. Motos y coches destrozados –alguno, incluso quemado–, vitrinas y
escaparates quebrados, comercios saqueados, paradas de autobús, señales de
tráfico y contenedores rotos, era el balance de los disturbios que se
produjeron tras la fiesta para celebrar la tercera victoria en la Liga francesa
de fútbol del Paris Saint-Germain (PSG)
Centenares de jóvenes –cerca de 3.000 según algunas
fuentes–, algunos pertenecientes a los grupos de hinchas ultras del PSG y otros
a bandas de gamberros venidos de la banlieue, provocaron
violentos incidentes y se enfrentaron a las fuerzas de seguridad al grito de
“¡París es nuestro!” (Paris est à nous!). Los incidentes
más graves se produjeron en la plaza Trocadéro, pero se extendieron también al
pie de la torre Eiffel –donde el depósito de equipajes de un autocar de
turistas fue desvalijado– y a los Campos Elíseos. Un total de 32 personas
resultaron heridas y la policía detuvo a 42 alborotadores. Las autoridades
suspendieron sobre la marcha el crucero que el equipo del PSG debía realizar
por el Sena y la presentación del trofeo en la plaza del Ayuntamiento.
El dispositivo policial, integrado por 800 agentes entre
policías de seguridad ciudadana y antidisturbios, quedó rápidamente desbordado,
hasta el punto de que la plaza Trocadéro –que las fuerzas de seguridad
abandonaron precipitadamente para acudir en socorro de los Campos Elíseo– quedó
durante veinte inacabables minutos a merced de los vándalos.
La fiesta se convirtió en un fiasco y la operación de imagen
internacional del nuevo PSG –atrapado por su pasado de
violencia– quedó totalmente arruinada. Para desesperación de los nuevos
propietarios del club, Qatar Sport Investments (QSI), las imágenes de París
contrastaron radicalmente con las de la cívica fiesta azulgrana en Barcelona.
La polémica desencadenada por estos hechos, sin embargo, ha
ido mucho más allá del ámbito del fútbol para entrar de lleno en el de la
política. Ministro más popular del Gobierno, el titular de la cartera de
Interior, Manuel Valls, ha chocado aquí con su primer gran fracaso y la
oposición de derechas no ha tardado ni un segundo en aprovechar la ocasión de
echársele encima.
El presidente interino de la Unión por un Movimiento Popular
(UMP), Jean-François Copé pidió el cese del prefecto de Policía de París,
Bernard Boucault –nombrado hace un año por el nuevo poder socialista–, pero el
diputado de su partido Claude Goasguen, alcalde del distrito XVI de París
–donde se encuentra la plaza Trocadéro–, fue más allá y reclamó la dimisión del
ministro del Interior. La derecha ha pedido también una comisión de
investigación en a Asamblea Nacional para analizar los sucesos.
Lo primero que ha sido puesto en cuestión es la elección del
lugar para el festejo, una plaza pública en lugar del Parque de los Príncipes.
Para algunos observadores, era dar una oportunidad de oro para que actuaran –y
se vengaran– los alrededor de 300 hinchas radicales que tienen prohibido entrar
en el estadio. Según Le Point, los responsables del
grupo de violencia urbana de los servicios de información habían alertado del
riesgo y aconsejado aplazar la celebración.
La oposición denuncia falta de previsión, así como la
infradotación del dispositivo policial y fallos de coordinación a la hora de
hacer frente al problema, tal como han apuntado los sindicatos policiales
Alliance y Synergie.
“Descendientes de esclavos”
“Los vándalos son seguramente descendientes de esclavos,
tienen excusa, (Christiane) Taubira les dará una compensación!”. El diputado de
la UMP Jean-Sébastien Vialatte se lanzó anoche en Twiter con una controvertida
afirmación, al vincular la propuesta de la ministra de Justicia de compensar
económicamente a los descendientes de esclavos con la identidad de los
gamberros. Vialatte borró su tuit y admitió su error.
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