miércoles, 22 de febrero de 2012

Sarkozy: "Yo, o la catástrofe"

Francia ha escapado a la catástrofe en tres ocasiones –tres– en los últimos cuatro años gracias a Nicolas Sarkozy. Tal cual lo presentó ayer el propio interesado ante 10.000 enardecidos seguidores reunidos en Marsella para asistir al primer gran mitin del presidente francés en su calidad de candidato a la reelección. Autoerigido en hombre provindencial, sin concesión a la modestia –ni auténtica, ni falsa– Sarkozy no se limitó a defender su actuación al frente del Elíseo, sino que hizo un auténtico ejercicio de engrandecimiento de su propia gestión.

Francia logró sortear el abismo cuando el estallido de la crisis financiera en 2008 amenazó con hundir toda la economía mundial –relató el presidente-candidato–, consiguió resistir la crisis económica subsiguiente y ha escapado también a la crisis de la deuda soberana desencadenada en el verano de 2011. ¿Y todo gracias a qué? A la lucidez, la determinación y el coraje del presidente de la República, naturalmente. Tres veces repitió ayer Sarkozy la frase mágica –“Logramos evitar la catástrofe”– y en las tres ocasiones se atribuyó el mérito. “Si yo no hubiera tomado todas las decisiones \[necesarias\] a tiempo, ¿dónde estaríamos hoy?”, se preguntó retóricamente, hablando en primera persona, antes de subrayar que “Francia ha resistido” sin rebajar salarios ni pensiones, sin que el paro haya “explotado” como en otros países, sin que miles de ciudadanos se hayan visto expulsados de sus domicilios por no poder hacer frente al pago de la hipoteca...

“Si un solo francés duda de lo que acabo de decir, de lo que hemos escapado, que miren a los obreros griegos, a los pensionistas italianos, a los parados españoles –a quienes es mucho más difícil volver a encontrar trabajo porque el nivel de paro es tres veces superior al nuestro–, a los funcionarios portugueses, a las familias norteamericanas expulsadas de sus casas y obligadas a vivir en una Mobil home”, desgranó.

Con el mismo ardor, Sarkozy denigró a su principal rival, el socialista François Hollande, a quien presentó como incapaz de afrontar la crisis y a quien acusó personalmente –aunque sin citarle– de mentir. “Los que hacen como si no hubiera pasado nada en el mundo mienten a los franceses”, dijo el presidente, quien añadió: “Ignorar la crisis es irresponsable y moralmente inaceptable”. A lo largo de 55 minutos, Sarkozy no ahorró ninguna acusación a su adversario –debilidad, demagogia, mentira, engaño, doblez, sectarismo, intolerancia, elitismo–, cuyas propuestas presentó como contrarias al interés del país y contradictorias con el hecho de “amar a Francia”.

“Hay que tener el coraje de amar a Francia, de respetar a los franceses, de decir la verdad”, afirmó el candidato a la reelección antes de descalificar a su oponente por decir “todo y su contrario” en función del auditorio. Aludiendo a una entrevista de Hollande en The Guardian, donde atemperó sus declaraciones contra el mundo de las finanzas, Sarkozy le reprochó “fingir que uno es Thatcher en Londres y Mitterrand en París”. “No se dirige así un país que es la quinta potencia mundial”, remachó.

Por segunda vez en tres días, Sarkozy demostró una gran agresividad hacia su principal adversario, con quien busca descaradamente el cuerpo a cuerpo. “La violencia y el insulto son signos de debilidad”, replicó ayer mismo François Hollande, que hasta el momento resiste el desafío. Vibrante y combativo, con algunos arrebatos de lirismo –su mujer, Carla Bruni, presente en la primera fila, le encontró “emocionante y maravilloso”–, Sarkozy mostró ayer en Marsella toda su peligrosidad cuando baja a la arena electoral y combate con los puños.

Sus dos primers mítines –el del jueves en Annecy y el de ayer en la capital mediterránea– han hecho emerger las dos principales líneas de su discurso electoral. Junto al ataque frontal contra el candidato socialista –de quien cuestiona su capacidad y su honestidad política–, Sarkozy se presenta como el auténtico representante del pueblo, adoptando un tono descaradamente populista cuando cuestiona a las élites, entre las que incluye a los llamados “cuerpos intermedios” del Estado, las corporaciones, los grupos de presión, los expertos, los partidos políticos y los sindicatos. Es decir, a todo el mundo salvo al presidente de la República, legitimado a sus ojos por el voto directo de los ciudadanos.

“Yo quiero ser el candidato del pueblo de Francia. No seré el candidato de unas pequeñas élites contra el pueblo”, insistió ayer, en un intento de volver a seducir a las clases populares. descontentas y tentadas de votar a la izquierda o a la extrema derecha. Sarkozy volvió a atacar a todas las instancias intermedias que “confiscan la palabra del pueblo” y prometió “devolvérsela” recurriendo al uso del referéndum.

El arranque de la campaña del presidente-candidato no ha tenido, por el momento, un gran impacto especial en la opinión pública. Un sondeo de intención de voto realizado esta semana por Opinion Way constata un aumento de 1,5 puntos de Sarkozy, que se aercaría peligrosamente a Hollande en la primera vuelta (29% a 27%), pero en la segunda vuelta, la diferencia sigue siendo enorme: 56% a 44% para el candidato socialista. La desconfianza sigue instalada en los franceses, el 54% de los cuales –según otra encuesta de TNS-Sofres– tendría ya decicido no votar a Sarkozy...

Un tercer sondeo, en fin, en este caso de Ifop para el Journal du Dimanche, constata que el nivel de los insatisfechos con el presidente francés sigue siendo enormemenye elevado: un 67% de descontentos (frente a un 33% de satisfechos). “Cuando se mira dónde estaban sus predecesores en el mes de febrero, él es el que se encuentra en la posición más difícil. Tiene 16 puntos más de insatisfechos que por ejemplo, Valéry Giscard d’Estaing \[quien en 1981 cayó frente al socialista François Mitterrand”, constató el director general adjunto de Ifop, Frédéric Dabi, en France Info{Titular}


Le Pen saca ‘tarjeta toja’

“¡Expulsadlo definitivamente del terreno de juego!”, clamó ayer en un mitin en Lille la candidata al Elíseo del Frente Nacional (FN), Marine Le Pen, quien pidió al pueblo francés que saque una “tarjeta roja” al presidente saliente, Nicolas Sarkozy. “¡Fuera! ¡fuera! ¡fuera!”, gritaron a coro los 2.000 asistentes.

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