Una oleada de indignación patria recorre España después de que el programa satírico de los Guiñoles de Canal Plus, uno de los más populares de la televisión francesa, se haya encarnizado esta semana con el deporte español, acusándole – día tras día– de estar gangrenado por el dopaje a raíz de la condena del ciclista Alberto Contador. Responsables deportivos y políticos españoles han expresado en alta voz su indignación, la federación de tenis ha anunciado una denuncia y el embajador español en París, Carlos Bastarreche, envió una carta al presidente de Canal Plus Francia, Bernard Meheut, expresando su disgusto.
Durante varios días consecutivos, los deportistas españoles han sido señalados con el dedo por los guiñoles, que han cargado las tintas sobre las sospechas de dopaje –ya aireadas en Francia recientemente por un polémico artículo del ex tenista Yannick Noah– y se han cebado especialmente en Rafael Nadal. El tenista español, cuya marioneta le presenta con unos músculos exagerados, como saturado por los anabolizantes, aparecía en uno de los sketches repostando su coche con su propia orina y saliendo después a toda velocidad. La escena se cerraba con los escudos de varias federaciones españolas y el eslogan “Los deportistas españoles no ganan por azar”. En otro, varios deportistas españoles firmaban un texto de apoyo a Contador con jeringas como bolígrafos, mientras el comentarista finalizaba diciendo: “Desgraciadamente, en España lo único que no está dopado es la economía...”.
El Gobierno francés se ha desmarcado de la polémica subrayando que el programa es emitido por un canal de televisión privado y apelando a la libertad de expresión –el portavoz del Quai d’Orsay, Bernard Valéro, intentó quitar hierro al asunto afirmando que nada de todo ello empaña la “admiración” de los franceses por los deportistas españoles–.
Más difícil es que los responsables de los célebres Guiñoles, convertidos en inamovibles bufones de la sociedad y la política francesas, a las que desde 1988 someten sin piedad a su humor vitriólico e irreverente, vayan a dar marcha atrás. No se acabar de ver cómo los españoles van a poder amordazar ahora a quienes no han podido ser callados por todos los presidentes que se han sucedido en el poder en Francia en los dos últimos decenios. Lejos de arrapentirse, Canal Plus expresó ayer “asombro” por lo que juzgó “reacciones desproporcionadas”.
Corrosivas, irrespetuosas, provocadoras, desvergonzadas, insultantes y soeces incluso, las marionetas de Canal Plus no salvan a nadie, y menos que a nadie a los poderosos. ¿Iban a hacer una excepción con los españoles? Nicolas Sarkozy, presentado como un personaje arrogante, fatuo y ordinario, es diariamente masacrado por las bromas crueles de sus guionistas, igual que su esposa, Carla Bruni, y que sus ministros. Y lo mismo su principal contrincante, el socialista François Hollande, que aparece como un imbécil, acabando todas sus intervenciones con una sonrisa de borderline.
La principal víctima de los últimos meses es con diferencia Dominique Strauss-Kahn, vestido siempre con una bata de piel de leopardo y luciendo una sonrisa viciosa. En una de sus últimas apariciones, el ex director del Fondo Monetario Internacional se ofrecía como guardaespaldas de Hollande, a quien una mujer tiró días atrás un paquete de harina por encima. “Conmigo, ninguna mujer se le acercará –decía su marioneta–, yo la neutralizaré antes. Siempre llevo mi porra encima".
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