Dominique Strauss-Kahn no puede escapar a su biografía. El ex director general del Fondo Monetario Internacional (FMI) y malogrado candidato socialista al Elíseo, políticamente arruinado por la sucesión de escándalos sexuales en los que ha estado involucrado, volvió a quedar ayer bajo detención policial por sus prácticas libertinas. Strauss-Kahn fue citado para ser interrogado en calidad de detenido por su relación con el caso de la red de prostitución vinculada al hotel Carlton de Lille (Norte), del que presuntamente era un notable cliente.
Pese a que recurrir al servicio de una prostituta no es en sí mismo un delito en Francia, Strauss-Kahn podría ser imputado por complicidad en un delito de proxenetismo agravado en banda organizada o encubrimiento de “abuso de bienes sociales”, equivalente francés del delito español de “administración desleal”. Dos delitos castigados con penas de hasta 20 y 5 años de cárcel respectivamente. Aunque también podría salir en libertad sin cargos.
El ex director del FMI debería haber estado ayer de campaña electoral en Evry, en la banlieue sur de París, visitando las empresas de tecnología avanzada del Génocentre y pronunciando un mitin en las Arènes de l’Agora como hizo François Hollande, candidato socialista a la presidencia de la República , si su naturaleza no hubiera truncado de cuajo su carrera al Elíseo. Detenido en Nueva York el 14 mayo del año pasado acusado de la violación de una camarera de hotel –exculpado después por falta de pruebas– y denunciado por otro presunto intento de violación en Francia –posteriormente sobreseído–, su prometedor futuro político se vino brutalmente abajo. Ayer, mientras su camarada del Partido Socialista hacía campaña en Evry, Strauss-Kahn, atrapado por su pasado, permanecía toda la jornada en la nueva sede de la Gendarmería en Lille, donde llegó poco antes de las 9 de la mañana y donde continuaba siendo interrogado al cierre de esta edición, dispuesto a pasar la noche en el calabozo. Su detención fue prolongada anoche por los jueces de instrucción a 48 horas.
El caso del hotel Carlton de Lille estalló en octubre del año pasado, cuando a raíz de la detención de un conocido proxeneta en Bélgica –el francés Dominique Alderweired, alias Dodo la Saumure – se descubrió una red que, con complicidades policiales, suministraba prostitutas de lujo a clientes especiales del Carlton. Ocho personas han sido imputadas hasta ahora en este caso, entre ellas tres directivos del hotel, un abogado, un comisario de policía –el ex jefe de seguridad de Lille, Jean-Christophe Lagarde– y dos empresarios: Fabrice Paszkowski, responsable de la empresa de material médico Medicalis, y David Roquet, ex director de la sociedad MEN (Materiaux Enrobés du Nord), filial del grupo constructor Eiffage.
La investigación del caso –inicialmente, un asunto aparentemente banal, sin connotaciones políticas– dio enseguida un vuelco cuando se comprobó que entre los clientes destacados de la red estaba Strauss-Kahn. Y que, además, la red suministraba prostitutas al insaciable ex director del FMI allí donde hubiera menester: en París, en Bruselas, en Washington... siguiendo su siempre ajetreada agenda. Los amigos de Strauss-Kahn –Lagarde, Roquet, Paszkowski– viajaban adonde conviniera acompañados de jóvenes dispuestas, bajo remuneración, a alegrar sus veladas.
Los investigadores tienen documentadas una decena de fiestas libertinas de este tipo –parties fines, en el argot– en las que participó el ex dirigente socialista. El último viaje de la troupe se produjo justamente a la capital norteamericana, entre el 11 y el 13 de mayo de 2011, donde mantuvieron varias sesiones agitadas en el hotel W, a dos pasos de la Casa Blanca. Los amigos de Strauss-Kahn, que llegaron para la ocasión acompañados de una call-girl llamada Florence V., pudieron visitar durante el día la sede del Fondo Monetario Internacional como sus invitados. La prostituta declaró a la policía que mantuvo su último contacto con DSK al mediodía del viernes 13, antes de que el entonces aún director del FMI cogiera un avión para viajar a Nueva York. Fue justamente al día siguiente, el sábado 14 de mayo, cuando Strauss-Kahn fue detenido por la policía neoyorquina en el aeropuerto JFK acusado de haber violado a una mujer de la limpieza del hotel Sofitel de Manhattan, Nafissatou Diallo en la suite 2806...
Para los jueces que instruyen el caso, toda la cuestión es determinar si Strauss-Kahn conocía o no el hecho de que las chicas con las que se acostaba eran prostitutas. De ser así, podría ser acusado de complicidad en proxenetismo, por cuanto hay mensajes de texto enviados por teléfono por el ex director del FMI en los que pedía explícitamente a sus amigos que le suministraran chicas –bajo la apelación de “demoiselles” o “material”–. También habrá que discernir si, en tal caso, Strauss-Kahn estaba al corriente de que todos los gastos de los viajes y las tarifas de las prostitutas eran sufragadas por las empresas de sus amigos. En el caso de Roquet, éste sostiene que además la dirección del grupo matriz, Eiffage, aprobaba sus notas de gastos. En tal caso, podría ser acusado de encubrimiento en un delito de “abuso de bienes sociales”.
Los amigos de Strauss-Kahn y algunas –no todas– de las prostitutas que participaron en tales soirées exculpan al ex director del FMI y sostienen que él no estaba al corriente de que hubiera pagos de por medio. “Yo tengo horror de la prostitución, del proxenetismo”, declaró el propio Strauss-Kahn en el libro “Affaires DSK, la contre-enquête”, escrito por su biógrafo, Michel Taubmann. Y añadía: “He participado en veladas libertinas, pero habitualmente las participantes no son prostitutas”. Su abogado, Henri Leclerc, ha ido más allá en este razonamiento al declarar en Europe 1: “Strauss-Kahn podía ignorar perfectamente que [las chicas] eran profesionales. En estas veladas no se está forzosamente vestido, y yo le desafío a distinguir una prostituta desnuda de una mujer de mundo desnuda”.
El furor sexual de Dominique Strauss-Kahn era un secreto a voces desde hace años en determinados círculos políticos y mediáticos franceses. En 2007, la periodista Tristane Banon le acusó públicamente de haber intentado violarla en 2003, aunque la denuncia –presentada finalmente el año pasado– fue archivada por prescripción del presunto delito: agresión sexual. En 2008, Strauss-Kahna punto estuvo de ser cesado al frente al FMI al trascender su relación con una subalterna, la economista húngara Pyroska Nagi. El despido le llegó en 2011, tras ser detenido y acusado de la violación de Nafissatou Diallo. Retirados los cargos por falta de pruebas, la causa sigue abierta por la vía civil.
DSK, ¡un caballero, vamos!
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