martes, 7 de febrero de 2012

'Merkozy' entra en campaña

Nicolas Sarkozy, candidato inconfeso a la reelección, se aproxima inexorablemente a la hora de enfrentarse al veredicto popular. Pero en este viaje, el presidente francés no está solo. Le acompaña la canciller de Alemania, Angela Merkel. Para lo bueno y para lo malo. Porque lo que se juega en las elecciones presidenciales francesas de los próximos 22 de abril y 6 de mayo no es ya únicamente el nombre del inquilino del Elíseo, sino también el futuro de la la pareja que ha conducido hasta ahora con mano de hierro la política europea en medio de la crisis. Si Sarkozy cae derrotado la próxima primavera, como vaticinan obstinadamente los sondeos, caerá también una determinada política europea, una manera de hacer. Será el final de Merkozy.

Conscientes de que, en cierto modo, su destino está unido, Sarkozy y Merkel han decidido hacer frente juntos al desafío. “Apoyo a Sarkozy en todos los terrenos, haga lo que haga”, declaró ayer en París, con inusitada entrega, Angela Merkel tras reunirse con el presidente francés en el Elíseo en el marco del 14º Consejo de Ministros franco-alemán. La canciller alemana se cuidó de precisar que se refería a su álter ego en tanto que candidato y en la medida en que la CDU y la UMP son partidos de la misma familia política europea. Pero, aún con tal cautela, su compromiso es inequívoco. Merkel, que por la noche apareció con Sarkozy en una entrevista conjunta emitida por televisión en Francia y en Alemania –algo inédito entre ambos–, tiene previsto implicarse en la campaña francesa, compartiendo al menos un mitin con el presidente de la República. Una iniciativa que no es inhabitual en Europa –lo mismo hizo Sarkozy con ella en 2009– pero que le ha valido severas críticas en Alemania.

Sarkozy le devolvió el piropo, expresando su “admiración” por Merkel y manifestándole su “amistad y confianza”. “Hemos tenido que aprender a trabajar juntos”, subrayó, aludiendo indirectamente a los difíciles y tensos inicios de su relación política.

Merkozy ha entrado pues en campaña. Más allá de las afinidades políticas y personales entre ambos dirigentes –que han crecido con las dificultades–, para ambos es una evidencia que la eventual victoria del candidato socialista al Elíseo, François Hollande, no sólo pondría fin a la aventura política del sarkozysmo –que experimentaría un abrupto final como el de Valéry Giscard d’Estaing en 1981–, sino que cuestionaría la receta franco-alemana contra la crisis, esa cura de austeridad administrada a rajatabla por París y Berlín a los miembros de la zona euro, así como la forma en que esa política se ha impuesto.

Una victoria de Hollande, que rechaza frontalmente esta política económica rigorista y pretende renegociar el tratado de disciplina presupuestaria promovido por Alemania y Francia, daría al traste con la política europea pacientemente construida en los últimos meses por la cancillería con la complicidad del Elíseo.

Merkel eludió ayer en lo posible hablar sobre Hollande –a quien, en contra de la costumbre, podría no recibir en Berlín antes de las elecciones–, pero subrayó que la “confianza” es esencial en la construcción europea y recordó que cuando accedió a la cancillería, ella respetó los compromisos de su antecesor. Más combativo, Sarkozy atacó duramente la pretensión de renegociar el tratado de disciplina presupuestaria, asumido por 25 de los 27 países de la UE. “Cuando Alemania y Francia firman un tratado, ello compromete a los pueblos alemán y francés. Hay que tener respeto por la palabra dada, No se dirige así una gran nación”, afirmó.

Si Merkozy se ha situado en el centro del debate político francés, no es Hollande el principal responsable, sino el propio Sarkozy. El presidente francés, en situación electoralmente desesperada, se ha agarrado como un clavo ardiendo a Alemania. como si fuera un talismán. Hasta dieciséis veces –¡16!– citó a Alemania Sarkozy en su entrevista televisada del pasado 29 de enero. Como país aliado, como amigo, como ejemplo, como modelo...

Para el presidente francés, Alemania es, de entrada, un referente positivo compartido por la mayoría de los franceses, bombardeados desde hace tiempo –hasta por la publicidad– con la imagen del triunfo alemán y de la Deutsche qualität. Según un sondeo de Ifop, el 82% de los franceses apoya la amistad franco-alemana, el 70-75% es partidario de una mayor convergencia económica y fiscal, y un 50% –según otra encuesta– cree que Francia debe inspirarse en el modelo alemán.

Pero Alemania y Angela Merkel son también para Sarkozy el espejo de su propia envergadura internacional, de su valía como hombre de Estado, de su experiencia como líder político para enfrentarse a la crisis y dirigir Europa mano a mano con Berlín. En este sentido, Merkozy se presenta algo así como la versión moderna de Isabel y Fernando. Tanto monta, monta tanto. Aunque hoy, como en el siglo XV, la reina es la que manda.


GRECIA

Nicolas Sarkozy y Angela Merkel apretaron ayer las tuercas a los griegos –al Gobierno del primer ministro Lucas Papademos, pero también a los dos principales partidos políticos helenos– para que cierren de una vez un acuerdo con sus acreedores para la reestructuración parcial de la deuda y aprueben sin demora las reformas acordadas con sus socios a cambio de la ayuda europea. La pareja Merkozy, haciendo gala de su habitual brusquedad, abogó por que los intereses de la deuda griega sean ingresados en una cuenta bloqueada, con el fin –subrayó la canciller alemana en una conferencia de prensa conjunta celebrada en el Elíseo– de “estar seguros de que el dinero estará disponible de forma duradera”.

“Los dirigentes griegos deben respetar escrupulosamente sus compromisos. No hay elección”, advirtió seriamente el presidente francés, quien puso como ejemplo al primer ministro italiano Mario Monti. “Ese es el camino a seguir, no hay otro camino posible”, remachó Sarkozy, mientras llamaba a los dirigentes de Nueva Democracia y el PASOK a “asumir sus responsabilidades”. Los dos principales partidos griegos no se ponen de acuerdo sobre el paquete de reformas, entre ellas la reforma laboral.
“Europa es un lugar con derechos y deberes. No se pueden reclamar los derechos sin cumplir las obligaciones”, añadió Sarkozy en tono admonitorio. Para el presidente francés, la posibilidad de un acuerdo entre Atenas y todos sus acreedors, públicos y privados, “nunca ha estado tan cerca”, pero precisamente por ello “hay que concluirlo rápidamente”. “No nos imaginamos que tal acuerdo no se produzca”, valoró.

“El tiempo apremia” remarcó, por su parte Merkel, quien para evitar equívocos alertó a los dirigentes griegos de que no van a alterar su posición. “No puede haber nuevos programas \[de ayuda\] si no se cumple con la troika \[Comisión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Mometario Internacional\]”, añadió la canciller alemana. “Queremos que Grecia siga en el euro...”, dijo también Merkel, cuyos puntos suspensivos daban a entender que, según cómo, podría suceder justamente todo lo contrario. Sin un acuerdo, Atenas no recibirá los 130.000 millones de euros del plan de rescate europeo, lo que abocaría al país en el plazo de un mes a la suspensión de pagos.

Sarkozy y Merkel se encontraron en París con motivo de la celebración del 14º Consejo de Ministros franco-alemán, que tomó nuevas decisiones para aumentar la convergencia fiscal entre ambos países. De acuerdo con un libro verde elaborado por los dos ministros de Economia, François Baroin y Wolfgang Schäuble, para aproximar el impuesto de sociedades. La medida debería poder ser aprobada en los próximos meses, antes de que se conmemore –en enero de 2013– el 50º aniversario del Tratado del Elíseo, suscrito por el general De Gaulle y Konrad Adenauer y que significó la reconciliación franco-alemana. “Francia y Alemania están decididas a crear una zona de estabilidad que reforzará a toda Europa”, dijo el presidente francés.


SIRIA

París y Berlín se conjuraron ayer para redoblar la presión sobre Moscú con el objetivo de convencerle de que dé marcha atrás en su apoyo al régimen de Bachar el Assad y levante su veto a una resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas sobre Siria. El presidente francés, Nicolas Sarkozy, y la canciller alemana, Angela Merkel, acordaron ayer en París que el primero hablaría ayer mismo en nombre de Frania y Alemania con el presidente ruso, Dimitri Medvedev, con este fin, mientras el primer ministro francés, François Fillon, hacía la propio con su homólogo ruso, Vladimir Putin.

Sarkozy y Merkel se mostraron “escandalizados” por el veto de Rusia y China a la resolución de la ONU apadrinada por la Liga Árabe. El presidente francés se mostró “muy asombrado” en particular por la actitud de Moscú, que rompe –remarcó Sarkozy- con una política tradicional de alineamiento con la Liga Árabe. Lo mismo que la canciller alemana, quien subrayó que “Rusia va a tener que preguntarse por las consecuencias de sus decisiones” en este asunto.

Los dos mandatarios acordaron impulsar, de acuerdo con la Liga Árabe y otros países de la región, un grupo de contacto –al que también aludieron como grupo de amigos de Siria- en apoyo del pueblo sirio, siguiendo el modelo que adoptaron en el caso de Libia. La idea fue lanzada por el ministro francés de Asuntos Exteriores, Alain Juppé, el pasado fin de semana y debería concretarse –dijo Sarkoz- antes del próximo sábado. “No podemos aceptar el statu quo, tomaremos todas las iniciativas necesarias para tratar de romper el bloqueo”, declaró el presidente francés.

No hay comentarios:

Publicar un comentario