jueves, 16 de febrero de 2012

Hollande endurece sus ataques

Quien da primero da dos veces, debió pensar ayer François Hollande, quien aprovechó la coincidencia del mitin que tenía programado en su ciudad natal de Rouen con la declaración de la candidatura de Nicolas Sarkozy –el primero empezó una hora antes, aunque ambos acabaron solapándose durante unos minutos– para endurecer sus ataques contra el presidente saliente. “Su balance no es un balance, es un fiasco”, tronó el candidato socialista a la presidencia de la República ante unos 8.000 seguidores en el Zénith de la ciudad normanda.

Segundo gran mitin del presidenciable socialista, el acto de Rouen dio el tono de por dónde puede seguir la campaña electoral en las próximas semanas. Hollande no ahorró críticas a su rival, a quien vinculó implícita pero sistemáticamente a la época de Jacques Chirac, refiriéndose en todo momento a los 10 años de gobierno de la derecha.

El candidato socialista presentó a Sarkozy como un presidente obsesionado con permanecer en el poder, sin verdadera ambición, “fuerte con los débiles y blando con los poderosos”, un presidente sin visión, que divide a la sociedad, que “decide sobre todo y luego no es responsable de nada”, que “conoce los errores que hay que evitar porque los ha cometido todos”... “En lugar de presentar su candidatura debería presentar excusas”, afirmó parafraseando al presidente socialista François Mitterrand, quien lo dijo de Valéry Giscard d’Estaing.

Hollande desgranó los principales mensajes de su campaña, expuso sus principales propuestas , pero buscó decididamente el cuerpo a cuerpo con Sarkozy. Si el presidente saliente pretende blandir la imagen de una “Francia fuerte”, el socialista replicará diciendo que “Francia sólo es fuerte cuando es justa”. Si Sarkozy quiere plantear batalla en el terreno de los valores, Hollande le combatirá en el mismo terreno, oponiendo sus valores –“verdad, trabajo, justicia, respeto y dignidad”– a los del líder de la derecha. “Mis valores tienen un nombre: progreso”, concluyó.

Desde que venciera claramente en las elecciones primarias del Partido Socialista, el pasado otoño, François Hollande ha realizado hasta ahora una campaña sin falta, sin errores significativos. No ha dejado ningún flanco descubierto por donde sus rivales hayan podido tocarle seriamente –y no porque no lo hayan intentado cotidianamente–. Si en un principio le infravaloraron, hace ya varias semanas en los dirigentes de la UMP han captado el peligro que el candidato socialista representa para Nicolas Sarkozy.

Hollande consiguió un gran éxito en su primer gran mitin, en Le Bourget –cerca de París–, el 22 de enero, donde ofreció por primera vez una faceta más personal, y desde entonces ha seguido avanzando, paso a paso, con seguridad, sin que el presidente francés –parapetado en su función– haya conseguido recortar significativamente su ventaja. Su intención es seguir su camino a su ritmo, al margen de lo que haga o deje de hacer el presidente saliente. Así lo expresaba el propio interesado a Le Monde: “Que haga la campaña como quiera. Desde el principio, piensa que está en el centro de todo. Que siga así, y va a acabar fuera de todo. Va a agotarse él mismo”.

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