Primera mujer en ocupar el Ministerio de Economía en Francia, que dirige desde junio del 2007 –y donde acaba de batir el récord de permanencia que hasta ahora ostentaba un tal Dominique Strauss-Kahn–, Christine Lagarde, de 55 años, también fue la primera mujer en dirigir, entre 1999 y 2005, el potente gabinete de abogados norteamericano Baker & MacKenzie, desde su sede central de Chicago. La posibilidad de convertirse en la primera mujer en dirigir el Fondo Monetario Internacional (FMI) tendría, pues, todo el sentido.
Su competencia es internacionalmente reconocida, su capacidad para concitar acuerdos, unánimamente valorada. Si algo puede obstaculizar su candidatura es su nacionalidad –¡otro francés!– y la posibilidad de que el polémico acuerdo para que el Estado francés indemnice al empresario Bernard Tapie por el caso Adidas-Crédit Lyonnais la someta a una investigación judicial.
Si Christine Lagarde saborea hoy las mieles del reconocimiento mundial, no siempre ha sido así. Por el contrario, su desembarco en la política –donde se inició en 2005 como ministra de Comercio Exterior del gabinete de Dominique de Villepin– fue muy accidentado. Sus meteduras de pata, por falta de experiencia, le valieron el sobrenombre de Christine Lagaffe, y hubo un momento que el presidente Nicolas Sarkozy, muy crítico con su falta de tino político, estuvo a punto de relevarla. Ante la tempestad, Lagarde –que a los 15 años fue medalla de bronce de de Francia de natación sincronizada– aplicó lo que le enseñó su entrenador: “Aprieta los dientes y sonríe”.
El desencadenamiento de la crisis financiera en 2008 cambió completamente el panorama y Christine Lagarde dio –ha dado desde entonces– lo mejor de sí misma. Cuentan que Sarkozy quedó admirado de la forma en que su ministra de Economía se empleó en persuadir a George W. Bush en una reunión preparatoria del G-20.
Madre de dos hijos mayores de 23 y 21 años –uno trabaja en Apple, el otro estudia arquitectura– que viven en el domicilio familiar; unida sentimentalmente al empresario marsellés Xavier Giocanti, Christine Lagarde lleva –entre viaje y viaje– una vida monacal en el apartamento oficial que ocupa en la sexta planta del Ministerio de Economía, en Bercy, a orillas del Sena . La crisis ha dejado la familia en segundo plano
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