lunes, 23 de mayo de 2011

La ‘frenchie’ de Bercy

Hay muy pocos franceses capaces de acudir en Nueva York al plató de The Daily Show, de Jon Stewart, y colocarse una boina en la cabeza, dispuestos a reirse con inteligencia y sentido del humor –además de un perfecto inglés– de los tópicos que los estadounidenses regalan habitualmente a los frenchies. Y a exhibir, a la vez, un profundo conocimiento de los problemas económicos mundiales. Christine Lagarde lo hizo el 27 de abril del 2009 y, desde entonces, la imagen de la ministra francesa de Economía con la boina negra ladeada ha devenido el símbolo de su triunfo en Estados Unidos, un país que conoce bien –donde ha estudiado y trabajado– y que no le escatima los más encendidos elogios.
Primera mujer en ocupar el Ministerio de Economía en Francia, que dirige desde junio del 2007 –y donde acaba de batir el récord de permanencia que hasta ahora ostentaba un tal Dominique Strauss-Kahn–, Christine Lagarde, de 55 años, también fue la primera mujer en dirigir, entre 1999 y 2005, el potente gabinete de abogados norteamericano Baker & MacKenzie, desde su sede central de Chicago. La posibilidad de convertirse en la primera mujer en dirigir el Fondo Monetario Internacional (FMI) tendría, pues, todo el sentido.
Su competencia es internacionalmente reconocida, su capacidad para concitar acuerdos, unánimamente valorada. Si algo puede obstaculizar su candidatura es su nacionalidad –¡otro francés!– y la posibilidad de que el polémico acuerdo para que el Estado francés indemnice al empresario Bernard Tapie por el caso Adidas-Crédit Lyonnais la someta a una investigación judicial.
Si Christine Lagarde saborea hoy las mieles del reconocimiento mundial, no siempre ha sido así. Por el contrario, su desembarco en la política –donde se inició en 2005 como ministra de Comercio Exterior del gabinete de Dominique de Villepin– fue muy accidentado. Sus meteduras de pata, por falta de experiencia, le valieron el sobrenombre de Christine Lagaffe, y hubo un momento que el presidente Nicolas Sarkozy, muy crítico con su falta de tino político, estuvo a punto de relevarla. Ante la tempestad, Lagarde –que a los 15 años fue medalla de bronce de de Francia de natación sincronizada– aplicó lo que le enseñó su entrenador: “Aprieta los dientes y sonríe”.
El desencadenamiento de la crisis financiera en 2008 cambió completamente el panorama y Christine Lagarde dio –ha dado desde entonces– lo mejor de sí misma. Cuentan que Sarkozy quedó admirado de la forma en que su ministra de Economía se empleó en persuadir a George W. Bush en una reunión preparatoria del G-20.
Madre de dos hijos mayores de 23 y 21 años –uno trabaja en Apple, el otro estudia arquitectura– que viven en el domicilio familiar; unida sentimentalmente al empresario marsellés Xavier Giocanti, Christine Lagarde lleva –entre viaje y viaje– una vida monacal en el apartamento oficial que ocupa en la sexta planta del Ministerio de Economía, en Bercy, a orillas del Sena . La crisis ha dejado la familia en segundo plano

No hay comentarios:

Publicar un comentario