Apenas un año después del fiasco del Mundial de Sudáfrica, un nuevo escándalo sacude a la Federación Francesa de Fútbol (FFF). La revelación de que la dirección técnica de la federación se planteaba introducir cuotas en la selección de jóvenes jugadores en los centros de formación, siguiendo criterios sobre el origen nacional o étnico, ha colocado a la nueva dirección de la FFF –presidida desde hace cinco meses meses por Fernand Duchaussoy- y al nuevo seleccionador nacional, Laurent Blanc –quien sustituyó a Raymond Domenech tras el fracaso del verano pasado-, en una posición delicada.
La ministra de Deportes, Chantal Jouano, ha suspendido cautelarmente al director técnico nacional, François Blaquart –quien ocupa un cargo en el Ministerio-, y ha abierto una investigación oficial –paralela a otra de la propia FFF-, cuyas conclusiones se conocerán esta semana y podrían tener importantes consecuencias. La próxima celebración de elecciones en la federación no parece ajena a la aparición del escándalo.
El asunto fue destapado la semana pasada por el diario electrónico Mediapart, que desveló la celebración, el pasado 8 de noviembre, de una reunión de la dirección técnica nacional de la FFF en la que se planteó la conveniencia de introducir algún tipo de restricción para reducir la presencia en la selección de jugadores que, debido a su doble nacionalidad, pudieran en el futuro jugar en el equipo nacional de otro país. En el fondo, lo que se estaba discutiendo era cómo hacer para reducir la proporción de jugadores de origen extranjero –árabes y, sobre todo, negros- entre los Bleus. Hasta ahora, sólo la extrema derecha y algunos políticos aislados habían osado cuestionar públicamente la, a su juicio, “excesiva” presencia de negros en la selección francesa y defendido un reequilibrio en favor de franceses blancos, más acorde con la población real.
Los responsables de la federación negaron haber planteado medidas discriminatorias y menos aún en función del origen étnico de los jugadores, lo que iría directamente contra los principios constitucionales y los valores republicanos. Pero la publicación de la transcrupción de la reunión –grabada subrepticiamente por el consejero técnico nacional para el fútbol de los barrios, Mohamed Belkacemi- ha comprometido esta defensa.
La grabación demuestra que el director técnico nacional, François Blaquart, defendió abiertamente la aplicación de “una especie de cuota” –aunque sin decirlo públicamente- con el fin de limitar en los centros de formación de jóvenes promesas a aquellos niños que en el futuro pudieran “cambiar de nacionalidad”. El seleccionador, Laurent Blanc, mostraba su acuerdo al respecto con una frase que le ha valido un alud de críticas: “Hay la impresión de que formamos siempre el mismo prototipo de jugadores: grandes, fuertes, potentes. ¿Qué hay actualmente de grande, fuerte, potente? Los blacks. Los españoles me han dicho: Nosotros no tenemos problema, no tenemos blacks”.
La palabras del seleccionador nacional han levantado una airada polémica y han surgido voces que reclaman su dimisión o cese. Nadie le acusa directamente de ser un racista –todo el mundo que le conoce, incluso aquellos que hoy le censuran, admiten que no lo es- y si algo se deduce de todo lo discutido en la reunión es que Laurent Blanc no se quejaba del color o el origen nacional de los jugadores, sino de sus características futbolísticas, y lamentaba que se primara habitualmente la fuerza sobre la técnica. Poco importa, la frase ha cobrado fuerza propia y le ha obligado a disculparse públicamente.
La frase, sobre todo, ha provocado una fuerte tormenta entre los integrantes de la mítica selección black-blanc-beur que ganó el Mundial de Francia en 1998 y de la que Laurent Blanc formaba parte. Algunos de los jugadores negros de aquel equipo, como Lilian Thuram y Patrick Vieira han atacado duramente a Blanc, en cuya defensa han salido en cambio Bixente Lizarazu, Christophe Dugarry y el seleccionador de la época, Aimé Jacquet. Contra lo que pueda parecer, aquel legendario equipo no se ha dividido por criterios raciales, pues Alou Diarra o Marcel Desailly, han quitado hierro a las palabras del entrenador… Todo el mundo esperaba una palabra de Zinedine Zidane, el líder del grupo y el deportista más popular en Francia de todos los tiempos. Tras una semana de espera, ayer rompió su silencio para exculpar a Blanc: en une entrevista en L’Équipe, Zidane defendió a su antiguo compañero –“No es racista en absoluto”- y descartó que deba abandonar su puesto: “Naturalmente que no, sería una locura”. Dicho queda.
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