Herido de muerte el almirante, los desamparados oficiales de la Armada socialista –supuestamente invencible– dirigen ahora su mirada implorante al contramaestre para que marque el rumbo en medio de la tempestad y les salve del naufragio. Las principales corrientes del Partido Socialista francés, que estos días asemeja una flota a la deriva, se conjuraron ayer para reforzar el liderazgo de la primera secretaria, Martine Aubry, con el fin de evitar las tensiones centrífugas y cubrir el vacío dejado súbitamente por Dominique Strauss-Kahn a menos de un año de las elecciones presidenciales. Aubry recibió el apoyo de los pesos pesados del partido, de Laurent Fabius a Bertrand Delanoë, y los primeros guiños del sector strausskahniano, dispuesto a cerrar filas tras la primera secretaria. Algunos barones la empujan explícitamente a presentarse como candidata al Elíseo.
El arresto e inculpación en Estados Unidos del aún director del Fondo Monetario Internacional (FMI) ha privado al PS francés de su mejor baza cara a las elecciones presidenciales del 2012 –en las que le auguraban una victoria aplastante sobre Nicolas Sarkozy– y ha desarbolado dramáticamente toda su estrategia.
En este contexto, Martine Aubry aparece como la figura que más adhesiones internas puede concitar. Su problema, sin embargo, es que no suscita el mismo entusiasmo entre las bases y que la candidatura disidente del antiguo timonel del partido, François Hollande, ha pasado inopinadamente a convertirse en la favorita. Un sondeo de urgencia realizado por Harris Interactive para Le Parisien, publicado ayer, coloca a Hollande claramente en cabeza cara a las elecciones primarias –abiertas a todos los simpatizantes– que el PS celebrará el próximo 9 de octubre en primera vuelta para elegir a su candidato a la presidencia de la República.
De acuerdo con este sondeo, el antiguo primer secretario del PS aventaja claramente a Aubry tanto entre los simpatizantes de la izquierda (37% a 22%) como –todavía más– entre los militantes del partido (49% a 23%). Todos los demás posibles aspirantes, quedarían muy por detrás, entre ellos la malograda candidata de 2007, Ségolène Royal –ex compañera sentimental de Hollande, con quien tiene cuatro hijos–, que quedaría en tercer lugar, con entre un 14% y un 10%. Royal, con escasos apoyos en el partido, podría acabar renunciando, toda vez que según algunos medios los hijos de la pareja estarían esta vez poco motivados a secundar la aventura de su madre, por considerar que ya tuvo su oportunidad y ahora es el turno del padre.
Hollande, que ya dejó pasar el tren en 2007 –cuando era jefe del partido–, no está dispuesto ahora a dar marcha atrás. Lleva ya varios meses en campaña, pateándose toda Francia, agrupación por agrupación, y el lento pero sostenido aumento de sus apoyos confirma el acierto de su estrategia. Pero Hollande no es esta vez el candidato del aparato, sino el outsider. Su candidatura nunca será apoyada por la nueva dirección del partido, lo que augura un duro pulso con Aubry.
El buró nacional del PS se reunió ayer en la sede central de la parisina calle de Solférino –un nombre de evocación bélica– para abordar la situación creada con la neutralización de Strauss-Kahn. La reunión, que por momentos derivó en un psicodrama -con lágrimas incluidas–, no sirvió para tomar ningún acuerdo en concreto, salvo el de mantener el calendario de las primarias y hacer un llamamiento a la unidad. Una unidad bien precaria.
Sarkozy pide “dignidad y altura” a sus filas
Nicolas Sarkozy, extremadamente prudente y cauto, sigue sin pronunciarse públicamente sobre el caso Strauss-Kahn. Ayer, sin embargo, el presidente francés abordó la cuestión en una reunión con los responsables de la mayoría gubernamental, a quienes pidió mantener la “sangre fría” y conducirse con “altura” y “dignidad”. El primer ministro, François Fillon, fue más allá, al subrayar ante los diputados de la derecha que, sin perjuicio de la presunción de inocencia, la acusación contra el aún director del FMI es un “acto muy grave que no tiene ninguna excusa”. “La presunta víctima tiene derecho a la justicia y a la compasión”, remachó el jefe del Gobierno francés.
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