jueves, 12 de mayo de 2011

Contrarreforma fiscal

El “escudo fiscal” de Nicolas Sarkozy ha muerto. Cuatro años después de aprobada, buena parte de la reforma fiscal adoptada en el verano del 2007, inmediatamente después de la elección del presidente francés, ha sido enterrada. El “escudo fiscal” –por el cual se limitaba al 50% de los ingresos el máximo que cada contribuyente debía pagar al Estado en impuestos directos– fue abandonado ayer oficialmente por el Consejo de Ministros sin la fanfarria con que vio la luz. Promesa electoral estrella de Sarkozy, el “escudo fiscal” se había convertido en un fardo político, símbolo de una sangrante desigualdad fiscal. Una rémora que había que sacrificar en el altar de las elecciones presidenciales del 2012.
En su corta vida, el “escudo fiscal” sólo ha beneficiado a los más ricos. En 2009, el Estado devolvió por este concepto 700 millones de euros a cerca de 19.000 contribuyentes, que recibieron de media un cheque –literalmente, un cheque– de más de 36.000 euros. Un total de 1.169 contribuyentes, con patrimonios superiores a 16 millones de euros, se llevaron las dos terceras partes...
Mientras la crisis económica y el paro se cebaban en los más débiles, y se pedía a todo el mundo que se apretara el cinturón –prolongando la edad de jubilación, por ejemplo–, los millonarios seguían sin ser llamados a contribución. La noticia de que la presidenta de L’Oréal, Liliane Bettencourt, había recibido un cheque de 30 millones de euros, despertó una incomprensión general e hizo la situación insostenible. Sarkozy, que durante mucho tiempo se resistió, se vio forzado a ceder a las presiones de su partido.
Inclinado a compensar esta renuncia con la supresión del Impuesto de Solidaridad sobre la Fortuna (ISF), el presidente francés se ha conformado con elevar el umbral de imposición –que subirá de 800.000 a 1,3 millones de euros–, lo que liberará del pago a 300.000 contribuyentes, sujetos en su mayoría a este impuesto por el alza de los valores inmobiliarios. Para compensar la pérdida de ingresos, la reforma aprobada ayer eleva de nuevo la imposición sobre las sucesiones y las donaciones –prácticamente neutralizada en 2007–, lo que unido al abandono, a principios de año, de la deducción por los intereses pagados en la adquisición de vivienda ha dejado prácticamente en nada la primera reforma fiscal.

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