Las revoluciones de la llamada primavera árabe se han colocado en el centro de las discusiones de la cumbre del G-8 que ayer se inició en la ciudad francesa de Deauville, en la costa de Normandía. Los líderes de las ocho grandes potencias mundiales - Estados Unidos, Canadá, Japón, Reino Unido, Alemania, Francia, Italia y Rusia-abordarán durante dos días la forma de dar un empujón político y financiero a los procesos de transición democrática en marcha en Egipto y Túnez, y apoyar - a través de la fuerza militar en un caso, de la imposición de sanciones en el otro-las revueltas populares en Libia y Siria.
La discusión sobre este asunto, que los mandatarios de los ocho países debían iniciar anoche en una cena informal y concluir hoy durante una sesión de trabajo oficial, debe desembocar en un acuerdo y un compromiso financiero concreto con Egipto y Túnez, cuyos primeros ministros han sido invitados a Deauville.
El Reino Unido avanzó ayer, por boca de su primer ministro, David Cameron, la aportación de 175 millones de dólares, sumándose así al anuncio realizado por el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, la semana pasada de lanzar una especie de plan Marshall dirigido a los países árabes dotado de varios miles de millones de dólares. Egipto y Túnez han desvelado ya un cálculo de sus necesidades, que sitúan en 12.000 millones de aquí a mediados del 2012 - en el primer caso-y de 25.000 millones en los próximos cinco años - en el segundo-.
El presidente francés, Nicolas Sarkozy, presidente de turno del G-8, subrayó que este es un tema "absolutamente central" de la cumbre, pero no quiso avanzar el volumen que podría alcanzar esta ayuda financiera, en la que participarían asimismo instituciones internacionales como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo (BERD), y que estará condicionada a los progresos democráticos en estos países.
Sarkozy pretende aprovechar también la cumbre para intentar arrancar un compromiso - nada fácil, dadas las reticencias de Rusia-para aumentar la presión sobre el régimen sirio, instándole a cesar en el uso de la violencia contra los manifestantes bajo la amenaza de sanciones. El G-8 debería asimismo instar de nuevo al coronel Muamar el Gadafi a retirar sus tropas y deponer las armas. El presidente francés aseguró ayer que el objetivo de la coalición internacional - liderada por Francia y el Reino Unido-que interviene militarmente en Libia es que Gadafi "abandone el poder". "Si se va, después podemos discutir sobre adónde se va, en qué avión y hasta de los billetes del avión", dijo el presidente francés, quien reafirmó la legitimidad y utilidad de la intervención internacional. "Sin esta intervención, Bengasi habría sido borrada del mapa", afirmó, aludiendo al precedente de Srebrenica durante la guerra de la ex Yugoslavia.
El presidente francés no olvidó hacer alusión a la situación en Irán, que Francia sigue considerando extremadamente preocupante: "Irán no debe pensar ni un segundo que porque hay las revoluciones árabes, hemos olvidado la revolución iraní, reprimida con una violencia inusitada".
La primera sesión de la cumbre de Deauville, estuvo dedicada en buena parte a la situación creada en Japón - país al que sus socios se comprometieron a ayudar-por el accidente de la central nuclear de Fukushima y, más en general, sobre la seguridad de la explotación civil de la energía nuclear en el mundo. Los líderes del G-8 se mostraron de acuerdo, según explicó Sarkozy, en la necesidad de establecer una reglamentación exigente, de ámbito mundial, en materia de seguridad nuclear y bajo control internacional. De la cumbre no saldrá, sin embargo, ninguna propuesta concreta al respecto, que deberá ser abordada en la próxima conferencia ministerial del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) el 20 de junio.
Aunque el asunto no forma parte de la agenda de la cumbre, Sarkozy aprovechó sus contactos bilaterales para buscar el apoyo de sus interlocutores - no los europeos, que están ya convencidos-a la candidatura de la actual ministra francesa de Economía, Christine Lagarde, a la dirección general del FMI. Estados Unidos se mantiene oficialmente reservado, pero la secretaria de Estado, Hillary Clinton, desveló a medias su apoyo: "A título oficioso y personal, soy muy partidaria de dar a mujeres cualificadas - como ella-la oportunidad de dirigir organizaciones internacionales".
Prohibido el "chabadabadá"
Esta vez, ninguna pareja podrá correr por la arena de Deauville para besarse al son del chabadabadá,como hicieran en los años sesenta los protagonistas de la película de Claude Chabrol Un hombre y una mujer.Hoy no se ve ni rastro de Jean-Louis Trintignan y Anouk Aimée. Sólo los motoristas y los jinetes de la Policía Nacional se pasean por la playa de este célebre y aristocrática estación balnearia normanda, cerrada a cal y canto al público.
Nadie puede navegar tampoco a menos de seis millas de la costa. Ni sobrevolar la ciudad - el espacio aéreo ha sido completamente cerrado-.Y muy pocos pueden sobrepasar el doble cordón de seguridad establecido por gendarmes y policías alrededor del Centro Internacional de Convenciones donde se reúnen los líderes de las ocho grandes potencias mundiales.
El Gobierno francés ha movilizado a más de 12.000 agentes de las fuerzas de seguridad, militares, bomberos y personal sanitario para velar por el buen desarrollo de la cumbre del G-8 y ha convertido Deauville en una ciudad tomada, asediada. Un avión teledirigido, una treintena de helicópteros, dos baterías de misiles y diversos buques de la Marina de guerra completan el imponente dispositivo de seguridad.
La ciudad y sus alrededores, dividida en dos áreas de hasta 20 kilómetros de radio, sólo es accesible estos días a los participantes en la cumbre - delegaciones oficiales, periodistas-y a unos 15.000 vecinos y comerciantes, previamente identificados y acreditados. Ninguna posibilidad habrá, pues, de que ningún grupo pueda manifestarse cerca del centro de convenciones donde se desarrolla la cumbre o de los hoteles donde se alojan los dignatarios y sus séquitos. Las únicas manifestaciones organizadas han sido convocadas fuera, en Caen y El Havre.
Venta de buques a Rusia
Francia y Rusia han cerrado finalmente un acuerdo definitivo para la venta de cuatro modernos buques portahelicópteros franceses de tipo Mistral a la Marina de guerra rusa. "La guerra fría ha acabado", sentenció el presidente francés, Nicolas Sarkozy, al anunciar el acuerdo junto a su homólogo ruso, Dimitri Medvédev, en un intento de justificar una venta enormemente controvertida. Que Francia ceda a Rusia buques de tecnología militar avanzada, capaces de transportar carros de combate y tropas, ha causado preocupación en algunos países como EE. UU. y, sobre todo, entre algunos vecinos de Rusia, los países bálticos y Georgia. Sarkozy y Medvédev no quisieron concretar el valor del contrato - evaluado tiempo atrás en 1.500 millones de euros-,pero sí especificaron que dos de los buques serán fabricados en Rusia y los otros dos en Francia.
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