martes, 17 de mayo de 2011

El otro caso DSK en Francia

Tristane Banon, periodista y escritora francesa de 31 años, osó lo inimaginable en febrero del 2007: acusar públicamente, a través de un programa de televisión, a Dominique Strauss-Kahn de haber intentado violarla cuatro años antes. La productora del programa –93, Faubourg Saint-Honoré, conducido por Thierry Ardisson en el canal Paris Première– emitió su testimonio, pero tapó pudorosamente el nombre del político socialista con un breve pitido. Su denuncia, a pocas semanas de las elecciones presidenciales que enfrentaban a Nicolas Sarkoy y Ségolène Royal, pasó totalmente desapercibida, ningún medio de comunicación se hizo eco, como si se tratara sólo de una picante histoire de cul.
Tristane Banon probablemente comprendió en aquel momento por qué su madre, Anne Mansouret, veterana militante socialista del departamento del Eure (Alta Normandía), la había disuadido de acudir a los tribunales en su momento. ¿Habría sido detenido DSK entonces por la policía francesa como lo ha sido ahora por la policía neoyorquina? La duda no es ilegítima. El tratamiento que reciben en Francia los llamados affaires de moeurs –asuntos de costumbres– no es exactamente el mismo que en Estados Unidos, sobre todo cuando se trata de hombres públicos, como demuestra el caso del realizador de cine Roman Polanski.
Ahora, ocho años después y al calor del procedimiento abierto en Nueva York tras la denuncia de una camerera del hotel Sofitel de Manhattan, Tristane Banon planea presentar denuncia por aquellos hechos. Así lo confirmó ayer su abogado, David Koubbi, quien dijo estar trabajando ya sobre el asunto. La periodista, según explicó ante las cámaras de televisión en 2007, había preparado poco después de la presunta agresión todos los papeles y constituido el correspondiente dossier para demandar a DSK. Si no lo hizo fue por seguir los consejos de su madre y porque –detalle no menor– quería preservar la amistad que mantenía con una de las hija del político socialista.
Desde el punto de vista jurídico, los hechos no han prescrito, por lo que la presentación de la denuncia es posible.
El relato que Tristane Banon hizo en televisión hace cuatro años –ahora recuperado por los internautas– guarda llamativas similitudes con el de la camarera neoyorquina. Joven periodista en sus inicios, Banon pidió en 2003 una entrevista a Strauss-Kahn para un libro que estaba preparando sobre los fracasos de los políticos (en 1999, DSK se había visto forzado a dimitir como ministro de Economía por un oscuro asunto del que luego fue totalmente exculpado). Su interlocutor –explicó– le citó en un piso desconocido y semivacío, donde al poco empezó a hacer avances inconvenientes hacia la joven.
“La cosa acabó de forma muy violenta. Yo le dije no, no claramente y acabamos peleando en el suelo, yo le di patadas, él desabrochó mi sujetador e intentó quitarme los tejanos (...) Mientras nos peleábamos yo pronuncié la palabra violación para asustarle, pero no le asustó en absoluto”, explicó la periodista, que comparó rudamente a Strauss-Kahn con un “chimpancé en celo”.
El caso no fue aireado en la prensa francesa, pero sí fue recogido posteriormente en algún libro. Christophe Deloire y Christophe Dubois aludieron a él –aunque sin citar la identidad de la periodista ni de su madre– en su libro "Sexus Politicus", publicado en 2006, antes por tanto de que se produjera la revelación en televisión. El capítulo se titulaba, de forma premonitoria, "El affaire DSK". Uno de los autores, Deloire, director actualmente del Centro de Formación de Periodistas (CFP) criticaba ayer abiertamente en una tribuna en Le Monde, la omertá de la prensa francesa.
La madre de la periodista, Anne Mansouret –consejera regional y, curiosamente, candidata a las elecciones primarias socialistas de las presidenciales–, ha confirmado la denuncia de su hija y ha explicado que en aquel momento pensó que Strauss-Kahn, al que conoce personalmente, había sufrido un “momento de extravío” y pensó que era mejor no llevar las cosas al límite. Por eso, y por las relaciones de amistad entre su hija y una de las hijas de DSK, disuadió a Tristane de presentar denuncia. “Ahora me arrepiento”, ha declarado, “Si hubiera hecho explotar el petardo en su momento, quizá eso hubiera enseñado a este hombre a comportarse mejor y a reventar el absceso”. La presunta víctima también temió en aquel momento quedar marcada por el escándalo y frustrar su carrera profesional.
Si Tristane Banon presenta finalmente su denuncia, ésta podría incluir también al “entorno” de Strauss-Kahn, que según la periodista la ha sometido regularmente desde entonces a un acoso moral para mantenerla callada.
La advertencia de Sarkozy
“Si DSK vuelve, no será un problema para mi, sino para vosotras”, alertó hace un tiempo Nicolas Sarkozy a las mujeres periodistas que siguen la política francesa, explicaba ayer en Le Parisien Nathalie Schuck. “A su lado, yo pasaría por un pastor metodista”, añadió el presidente francés, conocedor del auténtico punto débil de su posible adversario.

Cambio de baraja en el PS

Dominique Strauss-Kahn era la gran esperanza blanca del Partido Socialista francés para batir a Nicolas Sarkozy en las elecciones presidenciales del 2012. Ahora se ha convertido en su pesadilla. La inevitable neutralización política del director del Fondo Monetario Internacional (FMI), que los amigos de DSK se resisten ferozmente a admitir, ha trastocado completamente el juego y obligará a repartir nuevas cartas. Eliminado el gran favorito, las elecciones primarias para elegir al candidato socialista al Elíseo, pueden acabar convirtiéndose en una violenta batalla, en la mejor tradición del PS, y aflorar nuevos aspirantes que hasta hoy se mantenían en segundo plano.
La primera secretaria del PS, Martine Aubry, hasta ahora dispuesta a ceder el paso a Strauss-Kahn, podría decidirse a presentar su candidatura y competir así con François Hollade –de repente, el nuevo favorito– y Ségolène Royal. Y nada impide ahora la aparición de otros nombres, como el de Laurent Fabius, que algunos empezaban a mover ayer.
De momento, el Partido Socialista confirmó el mantenimiento del calendario previsto para las primarias –presentación de candidaturas entre el 28 de junio y el 13 de julio, votación el 9 de octubre–, en un intento de aparentar una normailidad que están lejos de sentir sus dirigentes. “El PS no está ni decapitado ni debilitado”, subrayó el número dos del partido, el secretario general de coordinación, Harlem Désir, quien recordó que la dirección está asegurada por Martine Aubry. La reunión semanal del buró nacional ha sido avanzada a hoy para abordar la situación creada por el arresto de Strauss-Kahn.
Al shock inicial de la detención se añadió ayer la visión de DSK, uno de los denominados elefantes del partido, esposado y conducido como un criminal, algo totalmente impensable en Francia. “Profundamente humillante”, “de una crueldad insoportable”... los dirigentes socialistas manifestaban con expresiones de este tipo el impacto que les ha causado el trato recibido por su compañero, de quien defienden la presunción de inocencia.
Los más afectados eran los miembros de su círculo más íntimo. Los Jean-Christophe Cambadélis, Pierre Moscovici, Jean-Marie Le Guen... muestran desde el domingo una total incredulidad ante las acusaciones de que es objeto su campeón, que defienden a capa y espada. Este sector es, dentro del PS, el que está alimentando la hipótesis de que Strauss-Kahn haya sido victima de una conspiración. “Le prometieron fuego nuclear se si presentaba candidato”, dijo Cambadélis.

 

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