Hay fronteras
que no deben ser traspasadas, so pena de poner la vida seriamente en peligro.
Darius, el joven rumano de etnia gitana que fue salvajemente linchado hace una
semana en la 'banlieue' norte de París, probablemente la
traspasó sin saberlo. Ésta es, en principio, la hipótesis que maneja la
policía, que parece descartar todo móvil racista en la agresión y se inclina
por vincularla al oscuro mundo de la droga.
El joven 'rom', de 16 años, había sido
señalado –con razón o sin ella– como el responsable del robo de una vivienda de
la Cité des Poetes, un barrio conflictivo de Pierrefitte-sur-Seine (Sena-San
Denís), que resultó ser de la madre de un notorio y violento narcotraficante,
según informó ayer el canal de radio France Info citando fuentes de la
investigación.
Los autores del linchamiento aún no han sido identificados
–ni siquiera se conoce su número exacto– y la policía no ha practicado, pues,
ninguna detención. En el barrio, como en tantos otros, impera la ley del
silencio. Por camaradería, por miedo, nadie vio nada. Nadie sabe nada.
Darius vivía en un pequeño campamento levantado hace
aproximadamente un mes junto a la carretera N-1, al otro lado de la Cité des
Poetes, que había sido uno de los centros más importantes de tráfico de heroína
del área de París. Según la fiscal del caso, Sylvie Moisson, eso ya no es así
desde que hará un año empezaron los trabajos de reconstrucción urbanística del
barrio. Lo cual no quiere decir –admitió– que la droga haya desaparecido.
Con la llegada de los 'roms', los
habitantes de la Cité percibieron un aumento anómalo de los robos. El joven
Darius no era ajeno a ellos. La policía le detuvo en cuatro ocasiones por este
motivo, aunque ello no impidió que el adolescente –menor de edad– siguiera en
libertad. Su último arresto fue el 4 de junio. Un grupo de vecinos lo pilló con
las manos en la masa, mientras se llevaba de una vivienda un televisor bajo el
brazo. Sólo la llegada de la policía evitó en ese momento que alguien se tomara
la justicia por su mano. Pero únicamente fue una prórroga. Nueve días después
se produjo el drama.
El viernes 13, alrededor de las ocho de la tarde, un robo en
un piso del barrio –aparentemente, con un modesto botín en joyas– iba a
desencadenar el mortal mecanismo de la venganza. Sorprendido por un niño de 11
años, el ladrón salió huyendo precipitadamente. ¿Era Darius? Las indicaciones
del único testigo así parecían confirmarlo y, en cualquier caso, el vecindario
ya le tenía perfectamente identificado. Así que no pasó mucho tiempo antes de
que un grupo de habitantes del barrio –se habla de hasta una docena pero la
policía no lo sabe a ciencia cierta– se dirigiera al campamento gitano y se
llevara por la fuerza al joven.
Secuestrado durante dos horas en el sótano de
uno de los edificios de la Cité, sus captores empezaron reclamando un rescate
–15.000 euros al principio, 5.000 al final– y acabaron infligiéndole una brutal
paliza que lo dejó moribundo. Ingresado en coma en un hospital de París, el
joven 'rom' sigue entre la vida y la muerte, pero estable.
Los agresores buscaban claramente matarle, pues concentraron
todos sus golpes en la cabeza. Algunos de los vecinos que le encontraron,
abandonado en un carrito de supermercado, tomaron algunas imágenes –la cara,
completamente deformada por la violencia desatada contra él–, que han sido
publicadas por el diario británico 'The Daily Telegraph'.
Nadie en Francia lo ha hecho y la fiscal ha advertido que la legislación
francesa de protección de menores prohíbe difundirlas.
La identidad de la víctima del robo en el piso –madre de un
conocido delincuente, que la policía califica de “muy agresivo”– y el desarrollo
posterior de los hechos –empezando por la petición de un rescate– hace
sospechar a los investigadores que acaso el joven 'rom' pudo caer accidentalmente sobre un botín inesperado y mucho más valioso que el
puñado de joyas citado. También muchísimo más comprometido...
Lo sucedido en la Cité des Poetes –un barrio de inmigración,
con una elevadísima proporción de población extranjera, y altos niveles de
paro, pobreza y delincuencia– pone nuevamente de relieve el extraordinario
nivel de violencia que se da desde hace años en algunas zonas de las 'banlieues' francesas, donde la resistencia al robo, una
banal discusión de tráfico o incluso una mirada de través puede acabar con un
muerto sobre el asfalto. Sea blanco, negro, árabe o 'rom'.
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