Al tercer día,
François Hollande habló: “Ha llegado el momento de poner fin a la huelga”, dijo
el presidente de la República, instando ayer a los sindicatos a devolver la
normalidad al servicio de transporte por ferrocarril tras tres jornadas seguidas
de paros en la SNCF que han puesto seriamente a prueba la paciencia de los
usuarios, especialmente en el área de París. La respuesta de los dos sindicatos
que encabezan la protesta, la CGT y el radical Sud Rail, fue igualmente
tajante: decidieron proseguir la huelga hasta el próximo lunes, lo que podría
poner en peligro el normal desarrollo de las pruebas del Bachillerato –el 'Bac'–, una cita académica equivalente a la de la
selectividad española que afecta a 687.000 estudiantes en toda Francia.
El desafío de los sindicatos ferroviarios a Hollande está
adquiriendo una dureza inédita. Hasta ahora, las protestas sindicales contra al
Gobierno socialista –por la reforma de las pensiones de 2013, por ejemplo–
habían sido más bien tibias. No es el caso del movimiento actual, en el que las
asambleas de trabajadores aprietan a los dirigentes sindicales a mantenerse
intransigentes en la reclamación de la retirada de la reforma ferroviaria. El
proyecto busca fusionar de nuevo la SNCF –que presta el servicio– y la sociedad
pública que gestiona las infraestructuras –Red Ferroviaria de Francia (RFF)–,
separadas en 1997, con el fin de prepararlas para la liberalización del sector
a la competencia en el 2019 en el marco de la Unión Europea. Y, de paso, para
tratar de enjugar una deuda que alcanza los 44.000 millones de euros.
Frente a las reticencias y la desconfianza de los
trabajadores, el Gobierno ha ofrecido garantías genéricas –
como la no
privatización de la SNCF y el mantenimiento del estatus actual de los
ferroviarios–, pero los sindicatos sólo quieren oir una cosa: la retirada del
proyecto de ley, que debe ser discutido por el Parlamento a partir del 17 de
junio. Pero el Ejecutivo, que ha mantenido hasta ahora varias reuniones
negociadoras con los sindicatos, se niega a ceder en este punto esencial.
Algunos sindicatos, como la CFDT y UNSA, parecían dispuestos a firmar un
acuerdo. Pero no los demás. Ni la CGT, ni SUD Rail ni tampoco Fuerza Obrera
(FO). En algunos centros se votó ayer proseguir los paros durante el día de
hoy, mientras en otros se decidió continuar hasta el lunes por la noche, lo que
acumulará cinco jornadas de huelga consecutivas. Un auténtico pulso.
El peor día de las protestas fue el miércoles pasado, pues
se juntó con la movilización de los taxistas, que se dedicaron a colapsar la
red viaria de la región parisina. Pero el resto de jornadas no ha sido tampoco
fácil. Ayer se registraron por ejemplo hasta 300 kilómetros de
colas en torno a París. Y aunque el seguimiento de la huelga fue algo menor, la
circulación de trenes –cercanías, regionales, largas distancias y TGV– siguió
fuertemente perturbada. Para hoy, los problemas seguirán. En las conexiones con
España, por ejemplo, sólo circularán uno de cada tres trenes programados.
Cara al arranque de las pruebas del 'Bac' el próximo lunes, el
Gobierno anunció que habrá cierta flexibilidad en los horarios, mientras la
SNCF tomaba diversas medidas para facilitar en la medida de lo posible el
transporte de los estudiantes.
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