Al final no
serán los alemanes de Siemens ni los japoneses de Mitsubishi, sino los
norteamericanos de General Electric (GE)los elegidos por el Gobierno francés
para tratar de salvar al grupo Alstom –especializado en la energía y el
transporte ferroviario– de la asfixia financiera. Pero la solución definitiva
tendrá muy poco que ver con la imaginada inicialmente por los presidentes de
Alstom, Patrick Kron, y GE, Jeff Immelt. No habrá venta, sino una alianza al
50% entre ambos grupos, y el Estado francés se erigirá, con el 20% del capital,
en el nuevo accionista de referencia de Alstom. El ministro francés de
Economía, Arnaud Montebourg, adalid del “patriotismo económico”, se ha llevado
el gato al agua.
El proyecto inicial de General Electric era quedarse con
toda la división de energía de Alstom –el 70% de su cifra de negocios– por
12.350 millones de euros. Pero el activismo del Gobierno francés, que se dotó
apresuradamente el pasado mes de mayo –vía decreto– de un derecho de veto para
toda operación que afecte al sector estratégico de la energía y el transporte,
y alentó la presentación de una oferta alternativa por el tándem
Siemens-Mitsubishi, cambió de arriba a abajo el escenario.
Presionado por sus competidores, que ofrecieron una alianza
industrial –opción que el Gobierno prefería a la venta y el desmembramiento de
Alstom–, GE acabó girando el jueves y propuso también una asociación
empresarial. Con esta oferta sobre la mesa, el Gobierno francés decidió apostar
por la opción de General Electric, que ha sido siempre la más compatible desde
el punto de vista industrial, y planteó –en nombre de la “vigilancia
patriótica”– sus condiciones para la operación.
Montebourg las detalló en una carta enviada ayer mismo a la
dirección de GE y de Alstom: el Estado se convertirá con el 20% en el principal
accionista de Alstom –para lo cual comprará dos tercios de las acciones del
grupo Bouygues– y en calidad de tal ofrece a GE una alianza industrial. Ésta
consistiría en crear tres sociedades, participadas al 50%, en los ámbitos de
las turbinas de vapor y la energía nuclear, la red de transmisión de energía y
las energías renovables. La subdivision de turbinas de gas sería vendida al
100% a General Electric y el grupo norteamericano vendería a su vez a Alstom
Transportes su división de señalización ferroviaria.
Todo esto, bajo unas estrictas condiciones, que Montebourg
no dudó en calificar de “duras pero necesarias”. Así, GE se deberá comprometer
a conceder al Estado francés un derecho de veto en el tema de la energía
nuclear –donde todas las patentes quedarán en manos francesas–, a garantizar
las plantillas actuales y crear además 1.000 empleos netos suplementarios –lo
que ya constaba en la oferta inicial de GE pero que tendrá ahora penalizaciones
económicas en caso de incumplimiento–, y a mantener la sede social de todas
estas empresas, particularmente las direcciones generales y de investigación,
en Francia. General Electric y Alstom deberán tomar ahora una decisión. Arnaud
Montebourg, que ha ganado su pulso con la dirección de Alstom, se felicitó ayer
de haber salvado la integridad del grupo y su identidad francesa.
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