La alianza
industrial entre el grupo francés Alstom y el norteamericano General Electric
(GE) es ya un hecho. O casi. Los consejos de administración de ambos grupos
dieron ayer la luz verde al matrimonio, mientras el Estado francés cerraba por su
parte un acuerdo con con el grupo Bouygues para comprarle la mayor parte de su
participación y convertirse así en el principal accionista de Alstom.Empieza
ahora una larga y compleja negociación. Tanto es así que el novio despechado,
el grupo alemán Siemens, se dijo ayer abierto a volver a hablar en caso de que
la operación no culmine.
El acuerdo entre Alstom y GE, apadrinado –y aún más que eso,
urdido– por el Gobierno francés es muy diferente de la oferta inicial del grupo
norteamericano, que proponía comprar toda la división de energía de Alstom –el
70% de la cifra de negocios del grupo–, que hubiera dejado a los franceses
limitados al negocio del transporte ferroviario. Pero el ministro de Economía,
Arnaud Montebour –el gran ganador político de la partida–, hizo todo lo que
estuvo en su mano, incluyendo alentar una oferta alternativa de Siemens y
Mitsubishi, para conseguir el mantenimiento de la actividad industrial de
Alstom y la identidad francesa del grupo.
Así pues, aunque formalmente GE mantiene sobre el papel su
oferta de adquisición de la división de energía, valorada en 12.350 millones de
euros, su aportación final será de 7.300 millones, puesto que la compra ya no
será total. General Electric se quedará por completo la subdivisión de turbinas
de gas y de algunas actividades de energías renovables, pero en todo lo demás
–turbinas de vapor, ligadas a la energía nuclear, redes de transmisión de
energía y una parte de las energías alternativas– sólo se quedará el 50%. Los
dos grupos crearán con este fin tres empresas participadas a partes iguales.
Por su parte, Alstom adquirirá, por 600 millones de euros,
la actividad de señalización ferroviaria de GE, que reforzará la división de
transporte del grupo francés.
El presidente y director general de Alstom, Patrick Kron,
juzgó ayer que la alianza con General Electric –que desarrolla actividades
complementarias, lo que no sucedía exactamente con Siemens– permitirá crear
“una sociedad más fuerte y competitiva”. La liquidez aportada por GE permitirá
al grupo francés, lastrado por los problemas financieros y su pequeño tamaño
relativo, fortalecer su capacidad de inversión y cancelar la deuda. “Es un
formidable proyecto industrial que va a crear un campeón mundial de la
energía”, valoró por su parte el presidente de General Electric, Jeffrey
Immelt.
Toda esta operación estaba condicionada a la entrada del
Estado francés en el capital de Alstom, a la altura del 20%. El Gobierno lo
cerró anoche con el grupo Bouygues –que posee el 29%–, por un precio que no
trascendió. Bouygues exigía 35 euros por acción, mientras que el Gobierno
ofrecía 25, que es la última cotización bursátil. El precio final estará entre
uno y otro. El acuerdo da al Estado francés 20 meses para concluir la operación
de compra, pero mientras tanto obtiene ya los derechos de voto.
Llamado a convertirse en el accionista principal de Alstom,
el Estado francés impuso ya el pasado viernes importantes condiciones a GE:
desde el reconocimiento de un derecho de veto en todo lo que afecte a la
energía nuclear –así como el control total sobre las patentes en esa materia–,
hasta la creación de 1.000 empleos netos en los próximos tres años –bajo
amenaza de penalización en caso de incumplimiento–, pasando por el
mantenimiento de las sedes sociales en Francia.
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