La batalla legal
prosigue. Apenas unas horas después de que el Consejo de Estado francés –máxima
autoridad jurisdiccional administrativa– decidiera autorizar la desconexión de
un tetrapléjico en estado vegetativo irreversible, el Tribunal Europeo de
Derechos Humanos de Estrasburgo decidió suspender la aplicación del fallo
mientras estudia el fondo del recurso presentado por los padres del paciente.
La decisión de desconectar a Vincent Lambert, de 38 años, que lleva desde el
2008 internado en el hospital universitario de Reims tras sufrir un accidente
de moto, fue adoptada por el equipo médico de acuerdo con la esposa del
paciente, Rachel, y seis de sus hermanos y hermanas, así como un sobrino. Sin
embargo, los padres, Pierre y Viviane –católicos fervientes, próximos a la
hermandad integrista Saint-Pie X–, apoyados por otros dos hijos, se oponen con
ferocidad, hasta el punto de agotar todos los recursos judiciales. Este es ya
el último.
El Tribunal de Estrasburgo intervino de acuerdo con un
procedimiento que le permite excepcionalmente imponer a los Estados medidas
cautelares –en este caso, una suspensión de la ejecución de la sentencia–
cuando hay un “riesgo real de daños graves e irreversibles”. El caso de Vincent
Lambert, a quien los médicos se disponían a desconectar de la máquina que le
mantiene artificialmente con vida –suministrándole alimento e hidratación–,
entra de lleno en este supuesto. El tribunal, que a veces puede tardar años en
pronunciarse, ha indicado que dará toda la prioridad a este caso y que su
decisión podría producirse en unos meses.
Un “infinito alivio” para los padres del enfermo. Una
tortura para su mujer y el resto de la familia. El director del servicio de
cuidados paliativos del hospital de Reims, el doctor Eric Kariger, aceptó la
decisión judicial –que juzgó lógica– con resignación, pero desde el punto de
vista médico y humano la consideró “insostenible” e instó al tribunal a “tomar
una decisión rápidamente”. “Vamos a tener que hacerle sufrir (a Vincent
Lambert) tratamientos que suponen un encarnizamiento terapéutico”, añadió. “Un
encarnizamiento más”, se sumó su sobrino François, con quien Vincent se sentía
muy unido.
El Consejo de Estado, en una decisión que probablemente
marcará la evolución de la legislación en la materia –actualmente en fase de
revisión–, consideró el martes que el mantenimiento artificialmente con vida de
Vincent Lambert, que –según un informe médico independiente– no presenta
ninguna consciencia y su estado es irreversible, constituye un caso de
“obstinación no razonable”, tal como prevé la ley Leonetti del 2005. Tanto más
–y aquí está la cuestión fundamental– cuanto que el propio Vincent Lambert,
enfermero de profesión –como su mujer–, había expresado reiteradamente, eso sí,
de forma verbal, su deseo de no ser mantenido artificialmente con vida en caso
de llegar a un estado como en el que se halla.
Los padres del paciente no son, obviamente, de esta opinión
y consideran, basándose más en la fe que en las evidencias, que acaso algún día
los avances médicos puedan recuperar a su hijo. En todo caso, la batalla
jurídica entre las dos partes de la familia enfrentadas ha causado ya una
profunda división y algunos de sus miembros no se dirigen la palabra. El
abogado de la esposa ha denunciado que su clienta llegó a ser espiada por un
detectivo contratado por sus suegros...
La coincidencia de este caso con el juicio –y absolución– de
un médico que aceleró la muerte de siete de sus pacientes en fase terminal (ver
información adjunta) ha revitalizado en Francia el debate sobre la
eutanasia.
Absuelto el médico que ayudó a morir a 7 pacientes
Una salva de aplausos acogió ayer al doctor Nicolas
Bonnemaison a su salida de la Audiencia de Pau (Pirineos Atlánticos), donde fue
absuelto de todos los cargos por haber ayudado a morir a siete pacientes en
fase terminal en el hospital de Bayona entre 2010 y 2011. A priori,
Bonnemaison, acusado formalmente de “envenenamiento”, podía haber sido
condenado por asesinato a cadena perpetua, pero la petición del fiscal –de
cinco años de prisión con una suspensión parcial o total de la condena– fue ya
muy benevolente. “Usted no es un asesino en el sentido común del nombre –dijo–,
usted actuó como un médico, pero como un médico que se equivocó”. Bonnemaison,
médico urgentista, replicó ayer: “Yo actué tal como concibo el papel del médico,creo
que forma parte del deber de un médico acompañar a sus pacientes hasta el
final”.
Su abogado estimó que la sentencia “obligará a los políticos a ir más
rápido” en la revisión de la legislación. El presidente francés, François
Hollande, encargó recientemente la elaboración de una propuesta para actualizar
la llamada ley Leonetti del 2005, que introdujo por primera vez el concepto de
“obstinación no razonable” en la prolongación artificial de la vida de los
enfermos terminales. La Asociación por el derecho a morir dignamente reclamó la
legalización de la eutanasia.
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