miércoles, 25 de junio de 2014

Eutanasia de Estado

Si el último recurso desesperado de los padres no lo evita, Vincent Lambert, un tetrapléjico de 38 años que lleva casi seis en estado vegetativo irreversible a consecuencia de un accidente de tráfico, será desconectado de la máquina que le mantiene artificialmente con vida y morirá. Así lo decidió ayer el Consejo de Estado francés –máxima instancia jurisdiccional administrativa en Francia–, que dio la razón a los médicos y a una parte de la familia del enfermo, particularmente su esposa. Fervientes católicos y opuestos a toda medida de eutanasia pasiva, los padres presentaron un recurso de urgencia ante el Tribunal Europeos de los Derechos Humanos de Estrasburgo, que dispone de veinticuatro horas para decidir si suspende cautelarmente el fallo del Consejo de Estado mientras analiza el fondo del asunto.

El caso de Vincent Lambert, un antiguo enfermero psiquiátrico que permanece ingresado desde septiembre del 2008 en la unidad de cuidados intensivos del Hospital Universitario de Reims, ha suscitado un apasionado debate en Francia, fundamentalmente porque ha dividido y enfrentado ásperamente a la familia. Los padres y dos hermanos de un lado; la esposa, una hermana y un sobrino, del otro. Los segundos se mostraron ayer “aliviados”. No así los primeros. La madre de Lambert, Viviane, expresó su rechazo a la decisión del Consejo de Estado, que consideró “injusta”. “Vincent no es un vegetal y el trato que está recibiendo es escandaloso”, dijo la mujer, cuyo abogado habló de “barbarie de bata blanca”.

El Consejo de Estado adoptó su decisión tras una deliberación del plenario, integrado por 17 jueces de lo contencioso, que siguió básicamente la propuesta del ponente. En su argumentación, el Consejo parte de las conclusiones de un informe médico en el que se constata la degradación del estado de Vincent Lambert y el carácter irreversible de sus lesiones. En estado vegetativo –en todos estos años no se ha podido establecer con el enfermo ninguna comunicación, por mínima que sea–, es alimentado e hidratado artificialmente. Pero si los jueces dan el paso de avalar la decisión de los médicos del hospital de desenchufarle, considerando –de acuerdo con la ley Leonetti del 2005– que mantenerlo con vida constituye en su caso una “obstinación no razonable”, es porque dan por probado que Vincent Lambert había expresado reiteradamente antes del accidente su voluntad de no ser mantenido con vida artificialmente en caso de gran dependencia. El problema es que no dejó nada escrito y que todo se basa en la declaración de su esposa, Rachel.

“El estado médico más grave, incluida la pérdida irreversible de toda conciencia, no puede bastar nunca para justificar detener el tratamiento”, juzga el Consejo de Estado, quien sin embargo entiende que ha de tenerse en cuenta “la voluntad del paciente”. En consecuencia, como subrayó el vicepresidente del Consejo, Jean-Marc Sauvé, la decisión de ayer sólo atañe al caso Lambert y no es extrapolable.
Al mismo tiempo, la fiscalía pidió ayer cinco años de prisión contra un médico, Nicolas Bonnemaison, por haber envenenado a siete pacientes en fase terminal entre el 2010 y el 2011.



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