Si el último recurso
desesperado de los padres no lo evita, Vincent Lambert, un tetrapléjico
de 38 años que lleva casi seis en estado vegetativo irreversible a consecuencia
de un accidente de tráfico, será desconectado de la máquina que le mantiene
artificialmente con vida y morirá. Así lo decidió ayer el Consejo de Estado
francés –máxima instancia jurisdiccional administrativa en Francia–, que dio la
razón a los médicos y a una parte de la familia del enfermo, particularmente su
esposa. Fervientes católicos y opuestos a toda medida de eutanasia pasiva, los
padres presentaron un recurso de urgencia ante el Tribunal Europeos de los
Derechos Humanos de Estrasburgo, que dispone de veinticuatro horas para decidir
si suspende cautelarmente el fallo del Consejo de Estado mientras analiza el
fondo del asunto.
El caso de Vincent Lambert, un antiguo enfermero
psiquiátrico que permanece ingresado desde septiembre del 2008 en la unidad de
cuidados intensivos del Hospital Universitario de Reims, ha suscitado un
apasionado debate en Francia, fundamentalmente porque ha dividido y enfrentado
ásperamente a la familia. Los padres y dos hermanos de un lado; la esposa, una
hermana y un sobrino, del otro. Los segundos se mostraron ayer “aliviados”. No
así los primeros. La madre de Lambert, Viviane, expresó su rechazo a la
decisión del Consejo de Estado, que consideró “injusta”. “Vincent no es un
vegetal y el trato que está recibiendo es escandaloso”, dijo la mujer, cuyo
abogado habló de “barbarie de bata blanca”.
El Consejo de Estado adoptó su decisión tras una
deliberación del plenario, integrado por 17 jueces de lo contencioso, que
siguió básicamente la propuesta del ponente. En su argumentación, el Consejo
parte de las conclusiones de un informe médico en el que se constata la
degradación del estado de Vincent Lambert y el carácter irreversible de sus
lesiones. En estado vegetativo –en todos estos años no se ha podido establecer
con el enfermo ninguna comunicación, por mínima que sea–, es alimentado e
hidratado artificialmente. Pero si los jueces dan el paso de avalar la decisión
de los médicos del hospital de desenchufarle, considerando –de acuerdo con la
ley Leonetti del 2005– que mantenerlo con vida constituye en su caso una
“obstinación no razonable”, es porque dan por probado que Vincent Lambert había
expresado reiteradamente antes del accidente su voluntad de no ser mantenido
con vida artificialmente en caso de gran dependencia. El problema es que no dejó
nada escrito y que todo se basa en la declaración de su esposa, Rachel.
“El estado médico más grave, incluida la pérdida
irreversible de toda conciencia, no puede bastar nunca para justificar detener
el tratamiento”, juzga el Consejo de Estado, quien sin embargo entiende que ha
de tenerse en cuenta “la voluntad del paciente”. En consecuencia, como subrayó
el vicepresidente del Consejo, Jean-Marc Sauvé, la decisión de ayer sólo atañe
al caso Lambert y no es extrapolable.
Al mismo tiempo, la fiscalía pidió ayer cinco años de
prisión contra un médico, Nicolas Bonnemaison, por haber envenenado a siete
pacientes en fase terminal entre el 2010 y el 2011.
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