Los países
occidentales empezarán a levantar las primeras sanciones contra Irán, fruto del
acuerdo alcanzado este fin de semana en Ginebra sobre su programa nuclear, de
forma inmediata. Así lo avanzó ayer el ministro francés de Asuntos Exteriores,
Laurent Fabius, quien precisó que la Unión Europea adoptará esta decisión el
próximo mes de diciembre, y lo mismo hará –añadió– Estados Unidos. El
levantamiento de sanciones será “limitado, selectivo y reversible”, declaró el
titular del Quai d’Orsay a la emisora de radio Europe 1, donde explicó que en
las próximas semanas los titulares de Exteriores de la UE se reunirán en
Bruselas con este objetivo. El acuerdo firmado con Irán por los cinco miembros
permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU –EE.UU., Reino Unido, Francia,
Rusia y China–, más Alemania, con una validez inicial se seis meses, prevé un
levantamiento parcial de las sanciones adoptadas contra el régimen de los
ayatolás en los últimos años a cambio de la paralización de aquellos aspectos
del programa nuclear iraní que podrían conducir a la fabricación de la bomba
atómica. Durante este tiempo, las partes deben buscar un acuerdo total y
definitivo.
Teherán ha aceptado detener los trabajos de enriquecimiento
de uranio por encima del 5% –límite suficiente para la generación de
electricidad–, neutralizar sus depósitos de uranio enriquecido al 20% –que
fácilmente podrían conducir a darle una utilidad militar–, no construir nuevas
centrifugadoras para el enriquecimiento de uranio –aunque podrá mantener las
19.000 que ya tiene–, paralizar la construcción de la central de Arak
–susceptible de producir plutonio para uso militar– y permitir el libre acceso
de los inspectores de la agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA) a
sus instalaciones.
Las condiciones aceptadas por Irán se aproximan mucho a las
exigidas por Francia, como se cuidó de subrayar el presidente François Hollande
el domingo. “Es un paso importante en
la buena dirección”, consideró el jefe de Estado francés, que ha jugado fuerte
en el dossier iraní. Hasta el punto de que hace quince días no dudó en abortar
un acuerdo por considerar que las concesiones iraníes eran insuficientes. La
actitud firme de París, criticada en privado por algunos diplomáticos
occidentales, fue en cambio aplaudida en Israel y entre los republicanos
norteamericanos. “Vive la France!”, llegó a escribir el
senador y ex candidato a la Casa Blanca John McCain, para quien la postura de
Hollande ponía en evidencia la debilidad de la administración de Barack Obama.
Los israelíes, que recibieron hace una semana al presidente
francés como a un héroe, han enfriado considerablemente su entusiasmo con el
papel de París, después de que éste diera su aval al acuerdo de este fin de
semana, que el primer ministro Benjamin Netanyahu ha calificado de “error
histórico”. El ministro de Finanzas, Yaïr Lapid, expresó ayer su decepción y se
preguntó cómo Laurent Fabius –al que calificó de “verdadero amigo de Israel”–
pudo levantar el dedo pulgar en señal victorias tras la conclusión del acuerdo,
a cuyos ojos falta un elemento fundamental: el desmantelamiento de las
centrifugadoras. Este es un asunto clave, pues Teherán se acoge a la letra del
acuerdo para interpretar que hay un reconocimiento implícito del derecho de
Irán al enriquecimiento de uranio. El secretario de Estado norteamericano, John
Kerry, lo ha negado categóricamente, pero Laurent Fabius lo ha aceptado indirectamente
al admitir que si no un “derecho” sí se ha reconocido la existencia de un
“programa de enriquecimiento”, aunque sea sometido a “limitaciones precisas”.
Para Francia, la conclusión del acuerdo en los términos en
que ha sido firmado constituye la validación de la estrategia aplicada en los
últimos años –por Nicolas Sarkozy primero y por Hollande después–, consistente
en una dura política de sanciones con el objetivo de forzar una negociación y
evitar una intervención militar.
El dossier iraní conforta asimismo los esfuerzos de París
por mantener su influencia internacional. Confrontada a una progresiva pérdida
de peso económico, Francia está empeñada en mantener su peso en el mundo, lo
que sustenta en su condición de miembro permanente del Consejo de Seguridad de
la ONU con derecho a veto, su capacidad militar –incluida aquí su potencia
nuclear– y una red diplomática sólo superada por Estados
Unidos.
Empresas a la espera
Los mercados financieros recibieron ayer con alzas
generalizadas el acuerdo con Irán y las empresas occidentales se frotan ya las
manos ante la posibilidad de volver a hacer negocios en Irán. En esta carrera,
los franceses parten con mal pie, habida cuenta de la línea dura de París. Uno
de los sectores que van a liberarse es el del automóvil, en el que Francia esta
muy interesada. Antes de dejar el país en el 2012. Renault y PSA
Peugeot-Citroën producían allí 600.000 vehículos.
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