El tratamiento
va bien, pero la curación tardará en llegar. Éste es en síntesis el pronóstico
que sobre la evolución de la economía española hace en estos momentos la OCDE.
En su último informe sobre las Perspectivas económicas mundiales, presentado
ayer en París, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos
vaticina para los próximos dos años una clara recuperación de la economía
española, pero tan débil que apenas servirá para reducir sustancialmente el
paro, que no empezará a bajar hasta el 2015 y aún para entonces se mantendrá a
un nivel extremadamente alto, superior al 25%.
España saldrá en el 2014 de dos años de recesión y eso,
según el secretario general de la OCDE, Ángel Gurría, es de por sí una muy
buena noticia. “El color de la tinta vuelve a ser negro, ya no es rojo”, dijo
gráficamente. Lo cual no quita, sin embargo, que España será, si se cumplen sus
previsiones, uno de los países que menos va a crecer en los próximos dos años:
0,5% y 1%. La competitividad de la economía española ha mejorado, las
exportaciones crecen, el país gana cuotas de mercado, pero la demanda interna
–aunque estabilizada– sigue siendo débil, el crédito es escaso, la
consolidación presupuestaria va a seguir siendo un lastre y la situación del
resto de Europa no ayuda precisamente.
La consecuencia inmediata de esta atonía es que el paro, uno
de los más elevados de la OCDE –especialmente el juvenil, que ronda el 50%–, va
a seguir instalado en cifras insoportables: del 26,3% en el 2014 –prácticamente
los mismo que en el 2013– y del 25,6% en el 2015. “Estamos más ante una
fotografía que ante una película”, añadió Gurría. Un modo de decir que apenas
nada se mueve en el horizonte inmediato. Algo se mueve, sin embargo, porque el
pasado mes de mayo la misma OCDE vaticinaba para el año que viene un paro del 28%.
El problema no es únicamente de España. El conjunto de la
zona euro va a crecer a niveles modestos en el 2014 y el 2015, un 1,3% y un
1,8% respectivamente, por lo que el paro va a seguir estabilizado en torno a un
12% de media. La situación económica mundial es precaria: las inversiones son
muy débiles, lo mismo que los intercambios comerciales, el crédito está
estancado y el crecimiento de los países emergentes –uno de los motores de la
recuperación– se está desacelerando. La salida de la crisis es lenta y, según
la OCDE, todavía frágil.
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